Apreciado Walter, he aquí mi última respuesta al último mensaje del Dr. Ghio.


Apreciado Dr. Ghio:

Al Hallaj estaba convencido de que la divinidad podía desarrollarse en el interior de uno mismo; convencimiento que las autoridades religiosas y político-religiosas (en este último caso el Califa) consideraban una auténtica herejía. En el camino que puede llevar a la metanoia o transustanción a Al Hallaj le sobraban estas autoridades, pues con la mera sumisión a Allah dicho camino es inviable. La consecuencia de su apuesta por el esoterismo fue que el Islam oficial le acabó condenando a la horca primero, a la crucifixión después, al despedazamiento en tercer lugar, y, por fin, a la hoguera. ¡...Estas son las connotaciones esotéricas de que hace gala el Islam! El esoterismo, conformado a través del sufismo, de Al Hallaj tenía un origen extraño a la fe sarracena, pues, seguramente, le venía del mazdeísmo persa; como, en buena parte, sucede con el mismo sufismo. De un mazdeísmo que todavía no había sido erradicado del todo por el sectarismo musulmán, pues, p. ej., el mismo abuelo de al Hallaj aún profesaba la espiritualidad que fue la oficial del imperio persa. Además, nuestro personaje consolidó sus saberes esotéricos con viajes que realizó a la China y a la India. Por todo esto las conexiones directas entre Islam y esoterismo brillan por su ausencia. Acotemos, también, el origen indoeuropeo (acotación que igual disgusta a nuestro estimado Dr. Ghio) del dicho mazdeísmo como espiritualidad aportada por los arios (iranuios) que se afincaron en aquellas tierras; un mazdeísmo que, a lo largo del tiempo, iría sufriendo diferentes reformas.

Nuestro apreciado Dr. Ghio no se cansa de equiparar el califato con el Sacro Imperio Romano Germánico (SIRG)… cuando la esencia de sus mismas cúpulas dista leguas de parecerse. El califa, como hemos señalado, se asemejaba más –en cuanto a sus características espirituales- al Papa de Roma que al emperador del SIRG, pues califa y papa no son más que representantes de Dios en la tierra y ontológicamente no pasan de ser meros creyentes en él y, por el contrario, el emperador del SIRG se erigía en pontífice real entre lo Alto y los hombres, pues se trataba de un Iniciado que había transmutado su esencia y que, así, por la divinización interior que había logrado, podía acercar, realmente, a los hombres hacia lo Alto.

Para concluir este mensaje sólo decirle que si Ud., en tono simpático, nos define como “un poco y no totalmente freudiano” (no hace falta que le diga que nos consideramos antifreudianos) nosotros, también un tono simpático, le podríamos considerar como un poco lunar, por manifestar tanta querencia hacia la religión de la media luna.

Saludos cordiales.

Eduard Alcántara