TU
VIDA ES UNA MENTIRA - POLÍTICOS IMPRESENTABLES Y OTRAS YERBAS por
Carlos Machado - karlos_585@hotmail.com
Cuando todo arrancó en mayo
del 2003, en el momento en que Eduardo Duhalde le colocó la banda
presidencial y le pasó el bastón con el que jugó un rato, los
argentinos no tenían la mínima idea de quién era Néstor
Kirchner. Solamente que venía de gobernar durante varios años la
austral provincia de Santa Cruz, aunque sin saber cómo.
Se lo recibió con esperanzas, habituados como
estamos a esperar que lo nuevo puede ser mejor, sobre todo luego de
que la gran mayoría, poco menos de dos años atrás y batiendo sus
cacerolas, gritara a voz en cuello: "¡Que se vayan
todos!".
No pasó mucho tiempo para que en lugar de
satisfacer aquellas esperanzas, el hombre que vino del frío
comenzara a mostrar su verdadera cara. Una sucesión de cuentos
chinos, de actos de corrupción en diversas áreas de su gobierno,
de bravuconadas dirigidas siempre desde el atril, de desprecio por
la prensa y de su compra de buena parte de ella, además de tantas
otras cuestiones ya suficientemente reflejadas en estas páginas,
marcaron su gestión desde aquel momento hasta hoy.
Recién cuando ya estuvo bien instalado en la
Casa Rosada, comenzó a estudiarse con más detalle la historia de
su anterior vida política. Fue surgiendo así su transcurrir en
Santa Cruz desde que se recibió de abogado en La Plata, en 1976, y
huyó a su provincia llevándose con él a su flamante esposa
Cristina, aún estudiante de la misma carrera. Lo de "huyó"
es en realidad un eufemismo, ya que su pretendida militancia en la
Juventud Peronista ligada a la organización Montoneros no fue tanta
como para considerarse un "perseguido político" por el
gobierno militar.
Sin embargo es algo que más tarde, una vez
instalado en la presidencia de la Nación, aprovechó muy bien para
ganarse a los organismos que dicen defender los derechos humanos y a
parte de la izquierda, subsidiándolos incluso con el objetivo, rápidamente
logrado, de que aquellos no abran la boca sobre lo que sabían
acerca del falso pasado "combativo" del presidente. Una
complicidad recíproca que, sumada al reparto de cargos públicos
para los antiguos miembros de organizaciones armadas, terminó de
abrirle las puertas entre los "jóvenes idealistas",
como él los llama.
También se conocieron otros aspectos de su
historia santacruceña, como el empleo inicial en una financiera que
ahogaba con préstamos incobrables a numerosos pobladores para luego
quitarles sus bienes, lo cual continuó haciendo posteriormente
desde su propio estudio jurídico-inmobiliario al amparo de la
tristemente célebre Circular 1050, al tiempo que mantenía
excelentes relaciones con las autoridades militares. Todo lo cual
habla de forma no precisamente favorable acerca de su lucha por los
"derechos humanos".
En definitiva, Néstor, tu vida es una mentira...
Candidata "trucha" I
A la larga lista de
impresentables que conforman el gabinete del que se rodeó
Kirchner,-en realidad lo de "gabinete" también es
un eufemismo ya que sólo es un coro de "sí, Néstor"
que jamás estuvieron en una reunión presidida por el presidente y
sólo obedecen sus órdenes- se agregaron los candidatos
"dedocráticos" impuestos por éste, donde se destacan,
obviamente, los máximos referentes a gobernar el país y el crucial
distrito de la provincia de Buenos Aires.
Cristina Fernández de Kirchner nació en Tolosa,
localidad suburbana de La Plata. Según quienes conocen su niñez y
adolescencia, era una muchacha muy retraída y dominada por su
madre, prácticamente una "barrabrava" por su fanatismo
por el club de fútbol Gimnasia y Esgrima de la Plata, que la hacía
prácticamente colgarse del alambrado y gritar un vocabulario de
todo calibre en los domingos futboleros. Del padre no se sabe casi
nada, sólo que fue un chofer de colectivo, tarea no por eso menos
digna aunque la hija prefiere olvidarlo. Precisamente una de las
"enseñanzas" de la madre fue que menospreciara al padre,
mientras luchaba a brazo partido para que su hija tuviera la
suficiente instrucción como para que no fuera considerada "una
negrita de Tolosa".
Ya en la Universidad de La Plata para estudiar
abogacía, Cristina se "soltó" más y mostró un fuerte
carácter, actitud favorecida porque la generalidad de los
estudiantes provenía del interior del país, y ella era allí más
"local". Se dice que "militó" en la Juventud
Universitaria Peronista (JUP), ligada a los Montoneros, pero que en
los hechos no tiró ni un cascotazo. Esa "militancia" se
acabó con la huida hacia Santa Cruz junto a Néstor Kirchner, recién
casada y prontamente embarazada de su hijo Máximo.
Lo que sigue es su desempeño junto a su esposo
en el estudio jurídico-inmobiliario montado por éste y sus
primeras incursiones en la política, lo que la llevaron
progresivamente a ser diputada provincial y luego nacional, para
finalizar como senadora nacional, primero por Santa Cruz y por último,
tras un esfuerzo apoyado por el "aparatchik"
gubernamental por conseguirlo -aunque jamás se ocupó de ese
distrito-, representando a la provincia de Buenos Aires a partir de
2005.
Paralelamente, Néstor había escalado posiciones
políticas en su provincia, desde concejal municipal en Río
Gallegos hasta intendente, luego gobernador durante varios períodos
hasta su lanzamiento en paracaídas -con el auspicio de Eduardo
Duhalde- para ocupar la presidencia de la Nación con un magro 22%
de los votos y bajo las circunstancias conocidas.
En el medio hay una nebulosa en cuanto a la
relación matrimonial de ambos. Consignan algunas malas lenguas que
esa relación estuvo enturbiada por algunas "travesuras"
de Cristina, o de ambos, lo que justificaría la brecha de quince años
de diferencia entre los nacimientos de sus hijos Máximo y
Florencia, fruto este último de una reconciliación que,
finalmente, habría sido bastante breve. De todas maneras no es algo
que nos competa calificar aquí, por más que algunos aspectos no
sean, precisamente, un secreto.
El desempeño de Cristina en el Senado de la Nación
durante la gestión de Néstor no pudo ser más anodino. Pasaron
varios meses sin que concurriera, por ejemplo, a ocupar su lugar en
la Comisión de Asuntos Constitucionales, cuya labor se vio, gracias
a ello, paralizada. Ni hablar de cuando comenzó a ser enviada por
su esposo al exterior para que allí empezaran a verla como a una
"estadista". Como si ser "estadista" significara
solamente registrar varias horas de vuelo.
El caso es que Cristina "se borró"
definitivamente de su banca en el Senado -de todas maneras el
Congreso sólo había quedado desde hacía tiempo como mera figura
decorativa- y diciendo: "Esta es la mía", arremetió
contra cuanto shópping y spa regenerativo hubiera en los países
visitados. Una forma de desquitarse, probablemente, de antiguas épocas
de carestía. Sobre su desempeño en los encuentros que
sostuvo con gobernantes y empresarios también ya dimos suficiente
cuenta en este espacio, y no alcanzó la sobredimensión que
pretendieron hacer, para tapar la realidad del fiasco, el gobierno y
sus adulones sobre el supuesto "éxito" alcanzado.
Y ahora, como candidata del oficialismo a la
presidencia, por obra y gracia del dedo presidencial y no, como
correspondía, de un congreso partidario -que en los hechos no
existe- o de una elección interna, a la dama se le han subido más
los humos y, dentro de sus conocidas limitaciones intelectuales, la
emprende con discursos parecidos en uno u otro ámbito, vacíos de
contenido y agregando a algunos cierto toque filosófico, muy
probablemente aportado por quien se los escribe, quizás un
habitante de la secretaría de Medios y Comunicación.
Además hay algo que llama la atención y que
seguramente algunos han descubierto: ya no se dirigen a ella tan
seguido, como hace un tiempo atrás, llamándola "doctora".
Ni en su entorno, ni en los medios y noticieros obsecuentes. ¿Se
deberá al revuelo causado por la extraña ausencia de su título de
abogada, tan comentada últimamente e investigada, por éste y otros
medios, con denuncia judicial incluida?.
El caso es que Cristina, en medio de su conocido
problema de bipolaridad, mientras asegura que su eventual gobierno
traerá aparejado el "cambio" que en los hechos nada
cambiará y espera subirse al carro triunfal el 28 de octubre sin
pensar hasta entonces cómo hará para sacar al país del marasmo de
la inflación desenfrenada, la falta de inversión, la corrupción
generalizada y otras graves piedras en su camino, no ha mostrado
hasta el momento algo concreto que ratifique su título de abogada.
Por todo lo hasta aquí expuesto y otros aspectos
que sería largo enumerar, Cristina, tu vida también es una
mentira...
Candidato "trucho" II
El candidato del oficialismo a gobernador de la provincia de Buenos
Aires, por su parte, también ha logrado acumular un frondoso
centimil de irregularidades.
Daniel Osvaldo Scioli es quizás uno de los
ejemplos más claros de camaleonismo político. Transitó, desde un
buen pasar como empresario y campeón de motonáutica durante los
gobiernos militares, a sus fuertes relaciones con el menemismo, su
sobrevivencia como funcionario en el gobierno de Fernando de la Rúa
y su actual profesión de fe kirchnerista en la administración homónima,
que lo elevó de una oscura función en la secretaría de Deportes y
Turismo a la vicepresidencia de la Nación, y ahora a su candidatura
a gobernador bonaerense.
Aunque las cuestiones más tortuosas de su pasado
han sido borradas, obviamente, por los aplicados alcahuetes
oficiales, es válido recordarlas.
En una ocasión construyó, de manera ilegal, un
quincho en el sector destinado a "aire y luz" en el
edificio capitalino de Callao y Posadas donde ocupaba un inmueble.
Allí se produjo un incendio que acabó con el departamento del piso
superior donde residía un vecino de origen suizo y con la vida del
encargado del edificio que intentaba rescatar a una muchacha cercada
por el fuego.
Daniel jamás le pagó a su vecino los 200.000 dólares
por el resarcimiento de ese daño, declarándose
"insolvente", mientras su esposa, la ex modelo Karina
Rabollini, tiraba el dinero en negocios de dudoso éxito y quedaba
debiendo al Banco de la Provincia de Buenos Aires -el mismo al que
Scioli controlará en caso de llegar a la gobernación bonaerense-
unos dos millones de dólares solicitados en préstamo que
terminaron pasando al fideicomiso de la provincia, es decir a la
sección de "incobrables".
Por supuesto, el expediente de la causa por aquel
infausto suceso quedó convenientemente "cajoneado" y
olvidado.
En otra demostración de "hombría",
Daniel había tenido una hija extramatrimonial a la que no reconoció
durante 19 años, hasta que finalmente lo hizo a instancias de
Karina Rabollini, cuando la madre de la joven había iniciado un
juicio por filiación y el escándalo había alcanzado las tapas de
la revista "Gente".
Sus vinculaciones políticas durante el gobierno
de Carlos Menem le habían permitido, en su momento, obtener un
jugoso contrato millonario con la empresa YPF, entonces estatal,
como sponsor de su lancha. Muchos habrán recordado, poco
después, la fama de "mufa" de Menem cuando la lancha de
Scioli chocó en el Delta con un tronco flotante, accidente que le
causó la pérdida de su brazo derecho.
Para más ejemplos de la deshonestidad de Scioli,
el entonces famoso comercio familiar de electrodomésticos conocido
como "Casa Scioli" -creado por su padre- quebró tras ser
"fundido" por la administración de Daniel y sus novedosas
ideas de renovación y crecimiento a través de la importación de "novedosos
elementos electrónicos". Ello finalmente derivó en
la iniciación de dos procesos por contrabando contra quien hoy hace
apología de la industria nacional, pero el deshonesto de Daniel
terminó por culpar a su propio padre de la quiebra del negocio y
del contrabando, evitando así dar explicaciones ante la Justicia.
En cuanto a los acreedores que esperaban cobrar
algo tras decretarse la quiebra del comercio de Scioli, bien
gracias.
Y será muy difícil que a esta altura de las
circunstancias se atrevan a aparecer y a hacerle un juicio político
al vicepresidente de la Nación y candidato a gobernador bonaerense.
Evidentemente, Daniel, también tu vida es una
mentira...
Conclusión
En suma, la mentira es lo que rige
ancestralmente a los políticos. A todos los políticos. Claro que
sucede no sólo aquí sino en cualquier lugar del mundo. Pero lógicamente
nos ocupamos hasta aquí de lo que nos afecta a los argentinos.
Lo anteriormente expuesto son ejemplos que rodean
a dos de las principales figuras que competirán por los más altos
cargos a que se puede aspirar en el tablero político nacional.
Estos son los candidatos a los que se les asignan
las mayores probabilidades de alcanzar el máximo poder, tanto en la
más alta magistratura de la Nación como en la sede gubernamental
de la capital bonaerense.
Por lo tanto cabe aguardar que, si triunfan en
las elecciones del próximo 28 de octubre, "que Dios nos
agarre confesados", como dicen en algunos lugares del
Caribe.
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