QUÉ
ES METAPOLÍTICA?
por
Alberto Buela
Hace exactamente setenta años, en la Escuela Superior Alemana de Política,
el filósofo Max Scheler. La mente más fértil de aquella hora, al decir
de Ortega y Gasset, sostenía en su conferencia titulada El hombre en la
etapa de la nivelación que: "Y aunque pasen muchos años aún
hasta que esta elite incipiente, hoy todavía demasiado restringida a la
crítica de la cultura, esté madura para la realidad de la vida, de
manera que sea capaz también de aparecer en el espíritu de nuestra política,
a fin de suplantar a los gobernantes y mantenedores de la presente
conducción alemana". (l)
La
idea que se desprende de esta cita es que el trabajo intensivo en el orden
cultural es condición previa y necesaria para la toma del poder político.
He aquí la primera acepción de metapolítica, como mera actividad
cultural que precede a la acción política.
Pocos
son los que saben que este es el antecedente más lejano de la noción de
metapolítica que comenzó a manejarse a partir de 1968 por un grupo
cultural francés conocido como nouvelle droite.
Su
animador principal va a atribuir, no a Scheler sino, al marxista italiano
Antonio Gramsci la paternidad de la idea al sostener esplícitamente que: "Gramsci
ha mostrado que la conquista del poder político pasa por aquella del
poder cultural" (2).
Así
pues la metapolítica en una primera acepción significa la tarea de
desmitificación de la cultura dominante cuya consecuencia natural es
quitarle sustento al poder político, para finalmente reemplazarlo, y para
esto último hay que hacer política.
Y acá
surge la paradoja de la Nouvelle Droite, desde este punto de vista, y es
que adoptando esta primera acepción ha querido desarrollar metapolítica
sin política. Así lo afirma enfáticamente su fundador cuando sostiene: "Donde
nosotros hemos siempre situado nuestra acción es sobre un plano metapolítico
o transpolítico, a la vez cultural y teórico, y es esta una vocación
que no sabríamos cambiar" (3). Sobre este tema el politólogo
Marco Tarchi de la Nuova Destra italiana observa que la ND no lleva a cabo
ninguna acción política partidaria pues considera que los partidos políticos
han sido superados en poder e iniciativa por los mega aparatos massmediáticos
y que, es all´, donde esta corriente de pensamiento intenta llevar
adelante la lucha. No obstante, esta acertada observación, el hecho de
autolimitarse y limitar la metapolítica a una tarea cultural sin proyección
política reduce a esta corriente a una especie de torre de cristal
cartesiana en donde la competencia por sutilesas teóricas reemplaza, en
sus cultores, al compromiso con la realidad política de su genius loci.
Una
segunda significación del concepto de metapolítica la encontramos en la
convergencia, sobre este tema específico, de las corrientes hermenéuticas
y analíticas. La filosofía hermenéutica al tener la preocupación por
la historia de los conceptos que lleva a cabo a través de la reflexión
sobre el lenguaje con el rescate del "contexto" de los
conceptos políticos en tanto condición indispensable para comprender,
converge con la crítica analítica de los conceptos, con la diferencia
que esta última tiende a la adopción de un lenguaje conceptual unívoco
como el de las ciencias duras.
Manfred
Ridel, discípulo y continuador de Leo Strauss, afirma esta coincidencia
explícitamente al sostener que: "La metapolítica exige una analítica
de los conceptos en el sentido de una reflexión hermenéutica y analítica
de las actuales opiniones políticas preconcebidas, que es la que ha de
abrir el acceso a una política sin metafísica política" (4).
Vemos
pues, claramente, como la intención de esta línea interpretativa
consiste en intentar la disección de las opiniones políticas
preconcebidas a través del análisis del lenguaje político pero sin
predicación de existencia, presupuesto metafísico de la filosofía analítica.
Esto es, una filosofía sin metafísica.
Se
observa en esta segunda acepción de metapolítica una paradoja
irresoluta, pues en tanto que hermenéutica sabe que toda interpretación
presupone una valoración y en tanto que analítica, se autolimita al
terreno exclusivamente neutral-descriptivo, con el agravante de la
suspensión del juicio de valor, como consecuencia de la no predicación
de existencia.
Esta
concepción de la metapolítica tendiente a eliminar toda metafísica política
de la política no deviene otra cosa que la justificación del statu quo
reinante.
Una
tercera acepción de la metapolítica esta dada por lo que se denomina
tradicionalismo, corriente filosófica que se ocupa del estudio de un
supuesto saber primordial común a todas las civilizaciones. Este
tradicionalismo que por definición es suprahistórico, en la medida en
que el mito constituye el elemento primario a partir del cual se parte
hacia el conocimiento de la tradición única, se diferencia de la tradición
de particular de los diferentes pueblos como historia de valores a
conservar y realizar. Esta última tradición hace presente el pasado para
proyectarlo hacia el futuro. Mira más bien al futuro que al pasado.
Tradición en el sentido usual es proyección del pasado valioso en el
presente. En cambio para el tradicionalismo filosófico, cuyas figuras
emblematicas son Guenón, Schuon, Julius Evola, Capra, Coomaraswamy,
etc.la tradición es entendida en un sentido ahistórico o metahistórico.
El máximo
representante de esta corriente, en este tema, es el italiano Silvano
Panuncio quien en su obra "Metapolítica: La Roma eterna e la
nuova Gerusalemme" (Roma l979) se ocupa detalladamente de los
fundamentos de la metapolítica y su funcionalidad en nuestro tiempo.
Sin
embargo es, su continuador, el agudo pensador italo-chileno Primo Siena,
quien mejor define esta significación de metapolitica cuando sostiene: "Trascendencia
y metapolítica son conceptos correlativos, por ser la metapolitica veraz
expresión de una ciencia no profana y más bien sagrada: ciencia que
por lo tanto se eleva a la altura de arte regia y profética que penetra
en el misterio escatológico de la historia entendido como proyecto
providencial que abarca la vida de los hombres y de las naciones. Por
consiguiente, la metapolítica expresa un proyecto que -por la mediación
de los Cielos- los hombres rectos se esfuerzan de realizar en la tierra,
oponiéndose a las fuerzas infernales que intentan resistirles" (5).
Se
desprende de la larga cita precedente que para esta interpretación, la
metapolítica es el fundamento último de la política y a la vez
establece el paradigma en función del cual la política debe actuar. En
definitiva, para esta linea interpretativa la metapolitica es la
metafisica de la política.
Hemos
visto tres claras acepciones de la noción de metapolitica, en primer
lugar aquella de la Nouvelle Droite que pretende hacer metapolítica a
secas; esto es, sin política. En segundo término tenemos la postura analítico-hermenéutica
que aspira a realizar metapolitica sin metafísica política. Y por último
tenemos la posición del tradicionalismo esotérico que intenta hacer
metapolítica como metafísica politica.
Ante
este cuadro, forzosamente sucinto, de la polémica en torno al medular
concepto de metapolítica cabe preguntarse si las posturas son
contradictorias, complementarias o si, en todo caso, existe la posibilidad
de ofrecer otra acepción.
Existe
una cierta coincidencia entre las dos primeras corrientes en cuanto a que
la metapolitica es una reflexion critica acerca de los preconceptos de la
politica. En tanto que la diferencia entre ambas se encuentra en la relación
entre metapolitica y política. Así, mientras la nouvelle doitre niega
toda relación, la analítica-hermenéutica afirma que "abre el
acceso a la politica". Se da en esta comparación una
coincidencia metodológica y una disidencia de carácter funcional.
Si
comparamos ahora, estas dos corrientes con la tercera, no existen ni
siquiera una coincidencia de carácter metodológico, dado que el
tradicionalismo no se propone un acceso metódico al saber metapolitico,
sino que se limita a proponer un paradigma metapolítico -la ciudad
primigenia como ciudad espiritual o civitas dei- a la actividad politica.Y
si bien hay una cierta coincidencia con la corriente analítico-hermeneutica
en cuanto a que las dos otorgan funcionalidad politica a la metapolitica,
ambas entran en flagrante contradicción puesto que una propugna una política
sin metafisica en tanto que el tradicionalismo alienta una metafísica política.
Conclusión
Sin
pretender agotar el tema y al mismo tiempo evitar caer en un sincretismo
acomodaticio nosotros proponemos la siguiente acepción de metapolítica.
Como su nombre lo indica en griego thá methá politiká, la
metapolítica es la disciplina que va más allá de la política, que la
trasciende, en el sentido que busca su última razón de ser. Es una
disciplina bifronte pues es filosófica y política al mismo tiempo. Es
filosófica en tanto que estudia en sus razones últimas las categorías
que condicionan la acción política de los gobiernos de turno, pues "entiende
la política desde las grandes ideas, la cultura de los pueblos, los mitos
movilizadores de la historia" (6). Y es política, en cuanto
busca con su saber, crear las condiciones "para suplantar a los
gobernantes y mantenedores de la presente conducción", según
palabras de Max Scheler.
Esta
pluridisciplina exige un método y este puede ser el fenomenológico-hermenéutico,
realizando la epojé (puesta entre paréntesis) de las opiniones pretéritas,
preconcepturales o ideológicas, pare intentar una descripción eidética(de
los rasgos esenciales) lo más objetiva posible de los "hechos
mismos". Para, en un segundo momento, pasar a la interpretación
del lenguaje político. Hasta aquí coincidiríamos en parte con la
segunda corriente, pero metapolítica para nosotros "a contrario
sensu" que para ésta, no puede quedarse en el mero juicio
descriptivo, sino que por su doble carácter de filosófica y política
está obligada a emitir juicios de valor intentados. Y esto último, la
emisión de juicio de valores, en la crítica cultural, no conformista y
contra corriente al discurso massmediático del establhisment, es el mérito
más significativo de la Nouvelle Droite.
En
cuanto a la tercera acepción, la tradicionalista, creemos que la misma se
vincula mucho más estrechamente, tanto por su saber iniciático y esotérico
como por su propuesta paradigmática, a una teología política que a una
disciplina reflexiva y exotérica como la metapolítica. Además la
metapolítica en cuanto disciplina, al menos bivalente, no es un
pensamiento simplemente teorético sino que exige abrirse a la acción política
como productora de sentido dentro del marco de pertenencia o ecúmene
cultural desde donde se sitúa el metapolítico.
Resumiendo
nuestra propuesta tenemos, una disciplina filosófica y política, que
puede utilizar con provecho el método fenomenológico-hermenéutico, pero
que por su carácter plurivalente está obligada a emitir juicios de valor
y no solamente juicios descriptivos. Al tiempo que por su propia índole
exige el acceso a la política.
Notas
-
1.-Scheler,
Max: Metafísica de la libertad, Ed.Nova, Bs.As.1960, p.189
-
2.-Benoist,
Alain de: Orientations pour des années décisives, Ed. La Labyrinthe,
Paris, 1982, p-12
-
4.-Riedel,
Manfred: Metafísica y metapolítica, Ed.Alfa, Bs.As.1976, p.8
-
5.-Siena,
Primo: La metapolítica y el destino superior de nuestra América románica,
conferencia en III Encuentro Iberoamericano de metapolítica, Viña
del Mar, agosto 1995, p.2
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6.-Vásquez
Márquez, José A.: Encuentro de la América románica, en revista
CdeC.44, Santiago, 1996, p.33
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