TERRORISMO
Y LA MANIPULACION DEL MIEDO:
LA OTRA ARMA DE
EEUU Y SUS ALIADOS
por Juan C. Alfaro
La nueva amenaza de un "atentado terrorista" atemoriza al mundo.
Pero: ¿A quiénes realmente les es útil el "terrorismo
internacional?
Mientras el mundo comenzaba, paulatinamente, a cuestionar la ofensiva
israelí en el Líbano, ante tanta destrucción y muerte de civiles,
ocurrió algo que ya sobrepasa la casualidad y llega en momentos precisos,
para justificar la llamada "guerra contra el terrorismo"
implementada por Estados Unidos y sus aliados.
El 10 de agosto, fuerzas de seguridad del gobierno británico anunciaron
haber frustrado los planes de una banda que quería hacer explotar varios
aviones de pasajeros en su ruta desde Gran Bretaña a Estados Unidos.
En primera instancia, la policía británica detuvo a 24 sospechosos que
provienen, según dijeron, de "círculos islámicos
radicalizados".
En ese sentido el "terrorismo internacional" puso en alerta máxima
a todo el mundo "occidental y civilizado", trayendo consigo el
miedo en todos sus gobiernos y habitantes.
En el Reino Unido el nivel de alerta tenía una situación "crítica".
Sobre el nivel de alerta, el servicio secreto MI5 había informado en su página
de Internet sobre el mantenimiento del punto máximo en la escala. Ese
organismo pidió a la población "estar muy vigilante" ante
eventuales hechos sospechosos, y reportar de inmediato cualquier anomalía
a la Policía.
Como un virus que se expande rápidamente, emergió una paranoia en el
mundo occidental aumentando los niveles de seguridad a su máxima expresión.
Según los medios informativos mundiales, en varios aeropuertos
internacionales optaron por cancelar viajes, realizar revisiones
exhaustivas por "temores de que algunos de los terroristas
involucrados aún anden sueltos".
Hasta el momento las 24 personas detenidas serían musulmanes de
nacionalidad británica. Según la inteligencia estadounidense, al menos
50 personas estaban involucradas. Al contrario de los ataques del 7 julio
de 2005 (7J) en Londres, fuentes de inteligencia aseguran que existe un vínculo
directo entre los detenidos y altos miembros de la red Al Qaeda de Osama
Bin Laden.
Bajo este marco, a lo ancho del orbe, se registraron varias escenas de
psicosis que obligó a muchas naciones del mundo a elevar sus niveles de
alerta. Se informaron de aterrizajes de emergencia por platos y bandejas,
o mensajes escritos. Todo está bajo sospecha.
Como es algo habitual y servicial a su estrategia, minutos después de que
se diera a conocer el "frustrado plan terrorista", el presidente
de Estados Unidos, George W. Bush, aseguró que su país está "en
guerra con fascistas islamistas".
Bush además aprovechó para anunciar que la colaboración entre
Washington y Londres ha sido "excelente" y que Estados Unidos
"no está aún completamente seguro".
"Es un error creer que no existe una amenaza para Estados
Unidos", declaró el mandatario, "este país es más seguro que
antes del 11 de septiembre, pero no estamos completamente seguros".
De ese modo, emergió un nuevo capitulo en esta trágica novela escrita
por Bush y sus halcones, la cual comenzó un 11 de septiembre de 2001.
Es preciso no pecar de ingenuos y saber que resulta muy necesario
profundizar esta cuestión, para dilucidar a quienes realmente les
conviene esta situación.
Desde el 11S, la política exterior de Estados Unidos generó una serie de
cambios y llevó a implantar de manera unilateral su "guerra contra
el terrorismo". Después del atentado del 11 de marzo de 2005 (11M)
en España y del 7J en Inglaterra, Europa y gran parte del mundo
occidental se sumergieron en esta senda hasta llegar a lo sucedido de esta
semana.
Pero lo que gran parte de la comunidad mundial no se detiene a meditar, es
cuáles son los resultados y los hechos que condicen este escenario.
Son cinco años que el mundo observa y escucha sobre "complots",
"planes terroristas" y "amenazas". En momentos en que
la vista mundial se orienta hacia otros temas importantes, Bin Laden y Al
Qaeda hacen su aparición mediante videos de dudosa procedencia.
La situación es por demás propicia para Bush. Tras imponer la
"guerra contraterrorista global" que alberga a todas las
naciones del planeta, Washington reafirma su propia doctrina de "seguridad
nacional", agenda "guerras preventivas" y pretende
mostrarse como el paladín del siglo XXI, necesario para terminar con esta
amenaza.
Y no sólo a nivel planetario, sino también a nivel interno. Recordemos
que en noviembre próximo, en el país norteamericano se realizaran
elecciones parlamentarias. Según las encuestas, los republicanos pueden
perder la mayoría en ambas cámaras del Congreso.
Esto derivaría en un gran golpe a la alicaída administración Bush, que
podría derivar en un nuevo Watergate.
Entonces, al igual que en las elecciones presidenciales de 2004, una nueva
pequeña ayuda de Al Qaeda serviría de herramienta para revertir ese
panorama.
Recordemos que en ese entonces, un video de Bin Laden amenazando con
"ataque terrorista a Nuevo York", permitió que Bush logrará su
segundo mandato, ante una campaña electoral bastante reñida.
Una receta tan propia del estadounidense, en el caso de su aliado español
José María Aznar, produjo que su rival José Luis Rodríguez Zapatero -luego
de 11M, llegara a la presidencia, ante sondeos previos que daban como
ganador a Aznar.
En Italia, con Silvio Berlusconi (otro aliado de Bush), se intentó la
misma estrategia, con magros resultados. En marzo pasado, el entonces
ministro de Defensa, Antonio Martino, señaló que "no se puede
excluir" la posibilidad de que se produzca un atentado terrorista en
vísperas de los comicios del 9 y 10 de abril para influir en los
resultados. Tal atentado nunca existió y el partido de Berlusconi resulto
gran perdedor de los comicios.
Quedó demostrado entonces, que sólo los estadounidenses fueron siempre
los más beneficiados por el "síndrome del terror" y así
cumplir sus cometidos.
Un estudio realizado por IAR-Noticias refleja esta situación: El 11S, el
11M, y el 7J, tuvieron como principal beneficiario político a Bush y a su
administración.
El estudio hace notar que con el 11S Washington consiguió el consenso
para invadir Iraq y Afganistán. Con el 11M y su impacto recreado en
Estados Unidos, Bush ganó la reelección presidencial en el 2004. Y con
el 7J consiguieron renovar y ampliar la ley Patriot, instrumento esencial
de la "guerra contraterrorista".
Además, cabe destacar que en cada una de las invasiones militares de
Washington para "terminar con el terrorismo" las corporaciones
armamentistas, petroleras, tecnológicas y de servicios del Complejo
Militar Industrial estadounidense obtuvieron inmensas sumas de dinero en
ganancias.
En ese aspecto, Bin Laden y Al Qaeda, no son más que herramientas
funcionales a las necesidades de Washington que busca de un nuevo gran
enemigo que sustituya a la extinguida Unión Soviética y la amenaza del
comunismo.
Y los resultados saltan a la vista. La potencia del norte esta logrando un
consenso local e internacional para que avalen y justifiquen sus políticas
de invasión militar en base a los diseños de su Imperio.
El "terrorismo internacional" entonces justifica la nueva "doctrina
de seguridad nacional" de Estados Unidos, las "guerras
preventivas", el espionaje interno y externo y además, elaboró una
nueva "hipótesis de conflicto militar".
En un escenario internacional, donde las guerras militares convencionales
entre Estados no son frecuentes, el fantasma de Bin Laden sirve de
pretexto para la expansión militar estadounidense y la de sus aliados.
¿Somos pocos los que nos damos cuenta de esa situación? No, para gracia
de la humanidad en distintos sectores del globo las voces develadoras
resuenan cada vez más.
En Estados Unidos, según un sondeo realizado en mayo pasado por el
prestigioso instituto Zogby Internacional, sostiene que el 42 por ciento
de los estadounidenses duda de la versión oficial sobre el 11S. Además,
estiman que la comisión investigadora realizó una operación de
encubrimiento. Pero también hay un 44 por ciento que piensa que Bush
utilizó los atentados para desencadenar la guerra contra Iraq.
Desde otro punto, el general ruso Leonid Ivashov, quien era el jefe del
Estado Mayor de las fuerzas armadas rusas en el momento de los atentados
del 11S, en una nota publicada por Red Voltaire sostiene que el terrorismo
internacional "no existe" y que los atentados del 11 de
septiembre "fueron un montaje".
"Lo que estamos viendo no es más que un terrorismo manipulado por
las grandes potencias y no existiría sin ellas", escribió Ivashov.
Más allá de las teorías de "complot" o de "atentado
real" en torno al 11S, lo cierto es que presuntamente Al Qaeda
encarna una lucha islámica contra occidente. Esta apreciación es por demás
desacertada, y no sólo por lo que se dice de este lado del mundo.
A principios de agosto, en medio de la agresión israelí al Líbano,
un presunto video televisado de Ayman al-Zawahiri, presentado como el
"número 2 de Al Qaeda", llamó a las comunidades sunitas y chiítas
a unirse contra Israel.
Interrogado por la agencia rusa Ria-Novosti, un vocero del Hezbollah
declaró que el video era una falsificación preparada por los servicios
de inteligencia estadounidenses e israelíes. A su vez, subrayó que el
movimiento chiíta no ha tenido nunca, ni tendrá, relaciones con Al Qaeda
debido a las divergencias existentes entre ambos grupos, sobre todo en lo
tocante a la religión y la política.
"El Hezbollah defiende los intereses del Líbano y de todo el mundo
árabe mientras que Al Qaeda hace el juego de la administración
estadounidense y sus acciones no hacen otra cosa que perjudicar al Islam y
a todos los musulmanes", concluyó.
Terrorismo y miedo, la otra arma de Estados Unidos y sus aliados. O sino,
cabe meditar en esto. Washington va perdiendo la guerra contra el
"terrorismo islámico" en Iraq y Afganistán. Israel va
perdiendo la guerra contra el "terrorismo islámico" en Líbano
y Medio Oriente.
Ante esta situación adversa, como caído del cielo aparece un nuevo
"potencial atentado terrorista".
En consecuencia, hasta ahora nadie, ni Estados Unidos con la CIA aportan
datos precisos de la existencia o de la muerte de Bin Laden, y todavía
nadie reveló como pudo escapar del cerco militar y de los misiles en
Afganistán.
Osama, el escurridizo, desapareció sin dejar rastros, a pesar de que
oficialmente lo buscan por doquier todos los servicios de inteligencia del
mundo, mientras tanto, la "guerra contra el terrorismo" sigue su
marcha siniestra.
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