MITRE:
HOMBRE FUNESTO PARA TRES REPUBLICAS
por
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19 DE ENERO DE 1906 - FALLECIMIENTO DEL TENIENTE GENERAL BARTOLOMÉ
MITRE.
Si Mitre hubiera muerto sesenta años antes, nos hubiera ahorrado muchas
vidas y sacrificios…y la historia sería otra.
“Bajo ningún gobierno sudamericano corrió más sangre que bajo el
suyo: de orientales, de paraguayos, de brasileros, de porteños, de
provincianos.” (Luis Alberto Herrera, Buenos Aires, Urquiza y el
Uruguay.p.116)(A.G.Mellid.o.cit.p340)
El hombre que se inventó a si mismo.
“Solo Mitre, no reelecto, y derrotado en sus nuevas tentativas de
rebelión, fue superior a todos los fracasos. Excluido de la política,
politiqueó con la historia, exigiendo un anticipo de gloria para
hacerle coacción a la posteridad. Es el caso más notable que se conoce
de voluntad perseverante para la propia glorificación. Napoleón
falsificando la historia en Santa Elena, es un infeliz comparado con
Mitre. Napoleón disponía de una epopeya y de un Memorial. Mitre se
inventó a si mismo. Toda su vida política, militar y literaria es la
sugestión imperiosa de un megalómano”. (Carlos Pereira.
Francisco Solano López. nota al pie p.118 / AGM.t.I.p.72)
BARTOLOMÉ MITRE (El farsante general)
Mitre
era Argentino de casualidad. Hijo de modesta familia Uruguaya nació
accidentalmente en Buenos Aires.
Como militar se destacó porque aún contando con fuerzas superiores,
nunca ganó una batalla. Como político, su ascenso fue paralelo con el
que hizo en la masonería. Como historiador contó y ocultó lo que le
convino.
A los 14 años Bartolomé comienza a trabajar en una de las estancias de
Rosas, "El rincón de López", regenteada por Gervasio
Rosas, hermano del restaurador. El joven Mitre no logra adaptarse a la férrea
disciplina de la estancia y es devuelto por Rosas a su padre con estas
palabras: "Dígale a Don Ambrosio que aquí le devuelvo a este
caballerito, que no sirve ni servirá para nada, porque cuando encuentra
una sombrilla se baja del caballo y se pone a leer."
Durante la época de Rosas se dedicó a la literatura periodística
defendiendo los argumentos unitarios, desde Montevideo, sin cruzar el
charco. Participó durante la batalla de Obligado, pero no como soldado
sino como observador. Tampoco lo hizo desde las baterías de Obligado ni
de tierra firme, sino desde los buques ingleses que violaban la soberanía
nacional. (”El grumete” lo apoda Carlos Saavedra Lamas)
“Los que cometieron aquel delito de leso americanismo (apoyar la
invasión francesa), los que se echaron en brazos de la Francia para
salvar la civilización europea, sus instituciones, sus hábitos e ideas
en las orillas del Plata, fueron los jóvenes, en una palabra, ¡fuimos
nosotros! ... Somos traidores a la causa americana, española,
absolutista, bárbara... De eso se trata, de ser o no ser salvajes”
(Sarmiento)
Apareció en Buenos Aires después de Caseros
henchido de ideas liberales y patrioterismo. Su pluma hábil y sus
discursos, su pálida figura flaca y alta, (“El Tísico” lo
apoda Urquiza) su traje de gabardina inglesa, su barba y melena larga le
dieron cierto renombre de joven romántico, una especie de Don Quijote
adaptado al Buenos Aires de la época, que provocó la adhesión y
admiración de los jóvenes románticos que festejaban sus discursos
ampulosos y lo acompañaban hasta su casa vitoreándolo, creyéndolo
además un glorioso militar, sin su debida oportunidad hasta el momento.
La búsqueda de gestas heroicas como pedestal para su política de
charlatanes lo llevo buscar glorias que nunca obtuvo, y a perder a mano
de un minúsculo grupo de indios mal armados, que con la tercera parte
de las fuerzas en Sierra Chica le comieron hasta los caballos.
Coronel artillero y amante de las culturas foráneas, estudiaba las tácticas
y estrategias de guerra científicas que se aplicaban en Europa, pero no
daban resultados en estas pampas salvajes. Iluso, se veía a si mismo
como una especie de genial estratega al estilo de Napoleón o
Carlomagno.
Incapaz en el campo de batalla (“a Mitre no se le ocurre nada en el
campo de batalla” diría D`Amico, oficial porteño.) pero dotado
de un optimismo enfermizo lo hacia avanzar en el campo de batalla
“hacia ningún lado”, como cuando las tropas enemigas se le habían
esfumado en Cepeda y su terquedad no le dejaba ver que estaba totalmente
derrotado, casi solo, de noche en le medio del campo y totalmente
rodeado por el enemigo que le daba la oportunidad de escabullirse.
Escarmentado en todas las batallas que participó y más predispuesto a
salvar el pellejo que a arriesgarlo lo llevaba a disparar antes de
tiempo, como en Pavón cuando Urquiza le “regalaba” el campo de
batalla y la victoria. “No dispare general, que ha ganado”
diría el parte que lo alcanzaba en su huida furtiva, para enterarlo de
la realidad.
Incapaz de matar una gallina con un cañón, era capaz de cazar dos
leones con la charla, hacerlos pelear entre si hasta quedar extenuados y
convencer al ganador que se sometiese manso, a sus concejos. Vencido en
los campos de batalla era capas de transformar las derrotas en triunfos
o en “heroicas retiradas”, buscar chivos expiatorios (Alsina)
y volverse sobre el vencedor (Urquiza) y halagarlo hasta someterlo
enredado en su política y su palabrerío. (a Urquiza, lo llamará el
“Washington de la América del Sur”, para sobrealimentar su ego)
Falsificación de la historia
Como historiador engañó a generaciones enteras: Mitre había escrito
la historia de Belgrano. (bastante criticada por Vicente Fidel López,
en esa época) y Adolfo Saldías (Liberal, discípulo y admirador de
Mitre), le propuso a Mitre (y éste lo alentó) continuar con la
historia de la “tiranía” de Rosas y la “liberación” de Mitre
Saldías se tomó las cosas en serio y revolvió todos los documentos de
la época, y hasta el propio archivo de Rosas en Inglaterra, facilitado
por Manuelita Rosas. Cuando terminó su Historia de Rozas, luego
Historia de la Confederación Argentina, (basada en un estricto estudio
de la documentación), le mandó orgulloso un ejemplar a Mitre para
pedirle opinión sobre su investigación histórica; Mitre le mandó a
Saldías una carta con una serie de gansadas y reprochándole entre
otras cosas que no había mantenido los “nobles odios que todo
liberal debe mantener a toda tiranía” ;o sea que para Mitre, la
historia no se hace en base a “documentos”, sino a “nobles
odios”. El loco Sarmiento fue más sincero: “Jovencito, no
tome como oro de buena ley todo lo que hemos escrito contra Rosas.
Nosotros éramos sus enemigos políticos” (JMR tVVII.p.187)
“Los federalistas no solo quieren que Buenos Aires no sea la
capital sino que como perteneciente a todos los demás pueblos divida
con ellos el armamento los derechos de aduana y demás rentas generales;
en un palabra que se establezca una igualdad física entre Buenos Aires
y las demás provincias, corrigiendo la naturaleza que nos ha dado un
puerto, unos campos, un clima y otras circunstancias que le han hecho físicamente
superior a otros pueblos, y a la que por las leyes inmutables del orden
del universo está afecta cierta importancia moral de un cierto rango”
(La Gazeta de Bs.As. 15-12-1819) (AGM.p.103) ¿Cuales eran las leyes
inmutables del universo que condenaban a las provincias a pagar derechos
de aduana para su comercio? ¿Por qué se adjudicaba Buenos Aires las
rentas de un puerto y negaba el comercio a través de cualquier otro?
“...siendo Buenos Aires la única base posible de un gobierno
general, el único centro de donde podría partir un impulso vigoroso y
una inmensa masa de recursos puestos al servicio de la comunidad...”
(Mitre. Historia de Belgrano II cap.XXVII.p.364) ¿A que “inmensa
masa de recursos” se refería Mitre? La inmensa masa de recursos
de la oligarquía porteña, eran precisamente los recursos de la aduana
del puerto, cuyo beneficio debería haber pertenecido al interior. ¿al
“servicio de que comunidad” se referiría Mitre? ¿a “su”
comunidad? ¿a la comunidad británica? ¿a la comunidad masónica?
“Aquí en Buenos Aires se juega con los pueblos y se les ata como
mansas bestias al carro de la fortuna de cuatro docenas de hombres…”
(Gorriti. Papeles y Memoria, public.of. Jujuy 1936) A estos hombres
Rosas los llamó “los quebrados y agiotistas que forman esa
aristocracia mercantil” (Rosas a Estanislao López. Hacienda de
Rodríguez, 12 dic. de 1828) “…los que han querido mantener en
sus manos el monopolio del comercio exterior y en su cofre el producto
de las rentas que le produce. El puerto único habilitado por las Leyes
de Indias para el comercio exterior ha pugnado por mantener sus caducos
privilegios. Esta es la verdad histórica. Este es el punto de partida
de nuestra revoluciones.” (Benigno T. Martínez. Historia de Entre
Ríos)
Hay que aclarar sin embargo que nos referimos “cuatro docenas de
hombres” y no al pueblo de Buenos Aires o de la campaña, que tal vez
fue la primer victima de la oligarquía porteña, también explotada y
despreciada por la gente “ilustrada”. Vicente Fidel López,
historiador liberal unitario, se refiere en estos términos despectivos
hacia el pueblo; “En la provincia de Buenos Aires, excitada por el
partido de oposición (Federal)...las muchedumbres de la campaña
y la hez de los suburbios, repletos todavía de plebe desmoralizada…se
contagiaban por instantes con el ejemplo de las provincias, y era de
temer que de un momento a otro hiciesen explosión, en el seno profundo
y sombrío de las masas, aquellos instintos vagos y bárbaros que se
desatan….cuando esta clase de perturbaciones aflojan los vínculos de
orden social…”(V.F.López. Hist.de la Rep.Arg, t.X.p.230)
No toda la oligarquía porteña fue “nativa del puerto”. También
formó parte de esa oligarquía gente del interior, como el sanjuanino
Sarmiento, los cordobeses Paz y Vélez Sarsfield, los tucumanos
Avellaneda y Roca, los orientales Paunero y Flores, etc.
Por obra de Buenos Aires no somos los Estados Unidos del Sur, tan
potentes y grandes como los del Norte; a la oligarquía portuaria y a
los ideólogos del unitarismo se lo debemos. (García Mellid, Procesos a
los Falsificadores de la historia del Paraguay-t.I.p.94.100)
Mitre y la corrupción y el fraude.
Después de Caseros, Urquiza
se instaló en la casa de Rosas en Palermo. Como Lavalle, para
asegurarse el apoyo político repartió dineros públicos entre un
numeroso grupo de oficiales y allegados. El reparto fue mayor que en
1829; también lo era el tesoro en 1852. Las órdenes de pago más
modestas eran por veinte mil pesos. Don Vicente López y Planes cobró
200 mil pesos y aceptó asumir como gobernador de Buenos Aires.
He aquí una pequeña parte de la lista de los que recibieron los
"incentivos de Urquiza", claro que con dineros públicos:
- Tte. Cnel. Hilario Ascasubi, 10 mil
- Cnel. Manuel Escalada, 100 mil
- Gral. Gregorio Aráoz de La Madrid, 50 mil
- ...
- Cnel. Bartolomé Mitre, 16 mil
Con el correr del tiempo y el fraude sería gobernador de Buenos Aires,
“Encargado del Ejecutivo Nacional”, y más tarde Presidente. Adolfo
Alsina le reprochará luego haber sido “presidente de hecho con
facultades completamente dictatoriales”
"Consta de la administración del Gral. Mitre que nunca propuso,
ni sus partidarios apoyaron, ningún proyecto de ley que tendiese a
evitar, corregir y castigar los fraudes ni las violencias en las
elecciones. Consta igualmente que durante esta administración fueron
destituidos empleados superiores por no participar de la opinión del
gobierno en una elección popular." (D.F. Sarmiento, "La
Tribuna", 9 de octubre de 1874.)
"Después de la caída de Rosas, Buenos Aires fue educada en la
practicas de la libertad por demagogos. El fraude, la falsificación de
las urnas electorales vienen de 1852 por los comicios organizados por
Mitre. Después de veinte años de este sistema Mitre se ha quedado solo
en la República con sus paniaguados. En Buenos aires hay tal libertad
de sufragios que ni a palos harán que el pueblo concurra a
elecciones". (Sarmiento, siendo Presidente. Año 1872 ).
"Nuestra base de operaciones ha consistido en la audacia y el
terror que, empleados hábilmente han dado este resultado admirable e
inesperado. Establecimos en varios puntos depósitos de armas y
encarcelamos como unos veinte extranjeros complicados en una supuesta
conspiración; algunas bandas de soldados armados recorrían de noche
las calles de la ciudad, acuchillando y persiguiendo a los mazorqueros;
en fin: fue tal el terror que sembramos entre toda esta gente con estos
y otros medios, que el día 29 triunfamos sin oposición." (Sarmiento,
carta a Domingo de Oro, 17 de junio de 1857, en Peña, Milcíades,
"La era de Mitre", Bs. As., Fichas, 1973.
“Como encargado del Ejecutivo Nacional”, en 1862 regresa a Buenos
Aires al frente de la guardia nacional, declarando “¡Pueblo de Buenos
Aires! ¡Os devuelvo por segunda vez intactas las legiones que me
confiasteis en el momento de peligro!”. (por ser “guardia
nacional” no había participado ni de una refriega), y le escribe a
Gelly y Obes “La guardia nacional ha sido magníficamente recibida.
Buenos Aires no recuerdan triunfo igual (¿?) .Menos fastuosos
que los de la antigua República Romana, tal vez.”
Como presidente adopta una política liberalista de entrega al capital
inglés. Entrega también los ferrocarriles, incluidos los ya
construidos con capital nacional, como el “Oeste”, y al inaugurar la
estación del “Sud” (1862) dirá en su discurso: “¿Quien
impulsa este progreso? Señores: es el capital ingles” (Ver Los
ferrocarriles )
“… (Argentina) hace veinticinco años que sigue rodando en la
pendiente y en vez de contenerse, cada día aumenta la rapidez de su caída
(...) Así, cada crisis es dominada aumentando las causas que la
produjeron: el empréstito; la concesión de grandes negocios a
capitales extranjeros; la hipoteca de todas las tierra públicas y de
las particulares; la venta en Europa de las tierras nacionales y el
aumento de los gastos de la Nación”· (Carlos D´Damico.
exgobernador de Buenos Aires-1890).
Siendo ministro de Avellaneda, hablando de candidaturas, Roca
le escribía a Juárez Célman, en julio de 1978: “Resumiendo:
tenemos a Sarmiento, que no es una solución de paz para la República y
que ya está bastante viejo. A Rocha, Irigoyen y a mí, que no podemos
ser candidatos con probabilidades de triunfo y que seríamos muy
combatidos. Yo también soy del mismo parecer: Mitre sería la ruina
para el país. Su partido es una especie de casta o de secta que cree
tener derechos divinos para gobernar la República. Tejedor, si no es
jefe de partido y tiene el mal sentido de elegir palabras (…….), es
hombre recto, honrado, y no tan terco ni indócil como lo condenan las
exterioridades. Sobre todo creo que es la única carta que podríamos
jugar con éxito (…..)”
Poco tiempo después, Roca cambia de opinión y en mayo de 1980, le dice
a Juárez Célman: “El Congreso, avasallado como está por las
Turbas a sueldo de Tejedor, no tenemos seguramente mayoría (...) Para
vengarme de todo esto, no se me ocurre otra cosa que Sarmiento; y también,
como asegurar las situaciones y fortunas políticas de nuestros amigos.
El Loco se nos entregará de cuerpo y alma y nos dará todo lo que
pidamos, (...) porque está poseído de la ambición más desenfrenada.
Creo que con él, no evitaremos una guerra civil, pero no la haremos en
mi nombre y así sería más seguro que los elementos militares de la
Nación cayeran en nuestras manos; quitando así la sombra de
complicidad conmigo (...) Aunque lo de Sarmiento no sea una resolución,
conviene ir preparando hábilmente el terreno. Cuando nos veamos
arrinconados, le clavaremos este agudo arpón en el medio del lomo a los
señores mitristas, autores de todo esto, y seguiremos preparándonos en
silencio y con disimulo para pasar el Rubicón en mejor oportunidad”
(“Juárez Célman”. Agustín Rivera Astengo) (Extraído de “Los
heterodoxos del 80” de J. Sulé)...la verdad que no tiene desperdicio
El desierto inconquistable - Sierra Chica, 31 de mayo de 1855
Durante la época de Rosas, prácticamente se habían terminado los
malones, o se reducían a pillajes sin importancia, por los tratos que
Rosas había hecho con los indios en 1833, entregándole mercaderías,
yerba y caballos. Después de Caseros no se mantuvieron los acuerdos, y
los indios reanudaron los malones, amenazando Bahía Blanca, 25 de Mayo,
etc. Entre los caciques estaba Catriel y Payne, comandados por Calfucurá.
“Juan Manuel es mi amigo. Nunca me ha engañado. Yo y todos mis
indios moriremos por él. Si no hubiera sido por Juan Manuel no viviríamos
como vivimos en fraternidad con los cristianos y entre ellos. Mientras
viva Juan Manuel todos seremos felices y pasaremos una vida tranquila al
lado de nuestras esposas e hijos. Todos los que están aquí pueden
atestiguar que lo que Juan Manuel nos ha dicho y aconsejado ha salido
bien...” Discurso del cacique pampa CATRIEL en Tapalqué
celebrando la llegada de Rosas al poder en su segundo gobierno. Extraído
del libro “Partes detallados de la expedición al desierto de Juan
Manuel de Rosas en 1833. Recopilado por Adolfo Garretón. Edit. EUDEBA.
Bs. As. 1975.
“Nuestro hermano Juan Manuel indio rubio y gigante que vino al
desierto pasando a nado el Samborombón y el Salado y que jineteaba y
boleaba como los indios y se loncoteaba con los indios y que nos regaló
vacas, yeguas, caña y prendas de plata, mientras él fue Cacique
General nunca los indios malones invadimos, por la amistad que teníamos
por Juan Manuel. Y cuando los cristianos lo echaron y lo desterraron,
invadimos todos juntos”. Expresiones del Cacique Catriel, extraídas
del libro “Roca y Tejedor” de Julio A. Costa.
(Ver la
vacuna antivariólica durante la época de Rosas )
¿Quien mejor que Mitre para darle un escarmiento a esos indios
ignorantes que andaban maloneando en la campaña de Buenos Aires? ¿acaso
no había ido Rosas en 1833 hasta Choele Choel y Neuquén?
En Buenos Aires la juventud liberal lo despide con un banquete,(como
corresponde), donde Mitre promete “exterminar a los bárbaros”.
Allá va entonces Mitre al frente de más de 900 hombres de infantería,
caballería y dos piezas de artillería, pero al llegar a las
proximidades de Sierra Chica, se topa con Catriel y Calfucurá al frente
de 500 indios, que le aniquilan la infantería, le toman la artillería
y le desbandan la caballería. El Tisico y el resto de la tropa que le
quedaba, apenas pudo salvar el pellejo trepando a la Sierra Chica,
inaccesible para la caballería. Los salvó la policía de Tandil que
los socorrió y les abrió una vía de escape. (Se volvieron de a pie)
Es curiosa la táctica de Mitre, que sale de Buenos Aires como
“caballería” pero regresa como “infantería”.
No obstante esta derrota vergonzosa, Mitre llega a Buenos Aires donde es
agasajado por Sarmiento en un banquete, (como corresponde), donde Mitre
dice otra de sus frases célebres (como corresponde) “El desierto
es inconquistable”
Mitre disimuló públicamente esta derrota vergonzosa, aunque en los
partes no pudo disimular, (porque siempre hay algunos testigos
batilanas) y el 12 de junio le informa a Obligado: “Para ocultar la
vergüenza de nuestra armas (la vergüenza de Mitre será) he
debido decir que la fuerza de Calfucurá ascendía a 600, aun cuando
toda ella no alcanzase a 500; así como he dicho que la División del
Centro no pasaba de 600, aun cuando tuviese más de 900, dos piezas de
artillería y 30 infantes el día que tuvo lugar su encuentro en el que
Calfucurá debió quedar destruido...He dicho también que por falta de
caballos, pero debo declarar a usted confidencialmente que ese día los
tenia regulares…Hasta ahora sabíamos que era un buen partido un
cristiano contra dos indios, pero he aquí que ha habido quien haya
encontrado desventajoso entre dos cristianos contra un indio.” (Scobie.
La lucha.p.132 / JMR.t.VI.p.151)
Leyendo cuidadosamente las palabras del parte, y tomadas como de quien
vienen, podemos deducir que los indios eran 250, las tropas 1800, la
infantería 60 y las piezas de artillería cuatro. Y con jefes como ese,
un buen partido era por lo menos cuatro contra uno. Respecto a los
caballos, efectivamente ese día los tenia regulares ...¡cuando los
tenia faltantes era al día siguiente!
Ver también: "Sierra
Chica - Triunfo Grande" (versión del Pueblo MapuChe).
1859 Cepeda II o “La manera más insólita de perder una batalla”
Si no fuera por la sangre derramada por los pobres gauchos que
entregaban su vida tal vez sin saber los motivos, los próximos
episodios de la lucha de federales y porteños, en lugar de capítulos
de la historia, bien podrían formar parte de una especie de miniserie
tragicómica, apta para todo público.
Hacia tiempo que ambos bandos, divididos, se miraban con ganas, pero
ante la falta de apoyo externo, ninguno de los dos se animaban.
Urquiza mientras tanto negociaba con Solano López, de Paraguay, para
que le facilitara algunos vapores que le permitieran cruzar el Paraná,
a cambio de reconocerle la soberanía paraguaya sobre el Chaco, pero el
desconfiado Supremo quería primero “el reconocimiento” y después
“los vapores”. Para cuando Urquiza le mandó a Luis José Peña con
autorización para el reconocimiento, los porteños ya lo habían
sitiado a Urquiza en Paraná y López le negó los vapores: “Urquiza
está perdido. Se ha dejado sitiar en su propia capital y es imposible
que reaccione. Todos sus planes han fracasado. Yo no he tratado con
semejante gobierno. Los vapores que había ofrecido son ya inútiles, no
los entrego” le hace saber López a Peña.
Urquiza, enfurecido, quiso tomarse la revancha con López, y de paso
ganarse el apoyo inglés. López descubrió el complot de James Canstatt
(Oriental de origen inglés) para asesinar a Solano López, y lo mandó
preso. El cónsul Henderson de Asunción salió en defensa de “la
libertad del súbdito ingles” pero López, que no era de arriar
con el poncho, le contestó que “el ciudadano oriental Santiago
Constatt estaba sometido como todo habitante, a las leyes del país”.
Como Henderson le retrucara “por la injusticia notoria”, López
le mandó los pasaportes como para que baje el tonito de voz.
Más tarde Thornton se presentaría ante López para pedir explicaciones
pero Don Carlos lo recibe “sentado y con el sombrero puesto”
porque la Reina Victoria había recibido al representante paraguayo en
el trono con la corona puesta, y él no era menos que la reina ni
Inglaterra era más que Paraguay.
Urquiza vio entonces la oportunidad de vengarse de Solano López (su
compadre) y de paso agarrarse de alguna tabla para seguir flotando, y le
ofreció todo el apoyo a los ingleses: “si a consecuencia de la
ofensiva conducta del gobierno del Paraguay, el gobierno ingles cree
necesario enviar una expedición a la capital de esa república (Paraguay),
Su Excelencia (Urquiza) no solo consideraría favorablemente tal
procedimiento, sino que ofrecería todas las facilidades que estuviesen
en su poder, tal como abastecer las fuerzas con carne y provisiones
(¿un negocito?), permitir depósitos de carbón, etc. y hasta
proporcionaría hombres y caballos si fuera necesario”, (los
ingleses libras esterlinas y nosotros la sangre de los gauchos)
agregando “que haría un gran servicio a la causa de la civilización
obligando al presidente López a cambiar su política exclusivista por
una más liberal (...)” (¡Flor de compadre tenía López!) Es de
hacer notar que Urquiza ofrecía fácilmente “hombres y caballos”
pero nunca un peso de su incalculable fortuna personal. Como los
ingleses “ni le contestaron”, Urquiza se quedó en Paraná,
encerrado en su casa, como loco malo, y sin atender a nadie.
La Confederación estaba construyendo una flotilla en Montevideo,
financiada con fondos del barón de Mauá (el brasilero financista de
Caseros, testaferro de Rothschild y virtual dueño de Uruguay). Por su
parte Bs.As., que había artillado Martín García para cortarles el
paso a la Confederación, les mandó dos naves a bloquearles el puerto
de Paraná para que Urquiza no pudiera cruzar el río con su ejército,
acantonado en Paraná. Con los federales encerrados en Entre Ríos la
guerra estaba ganada sin pelear, y bastaba que Bs.As. mandara los
bomberos a Santa Fe y dejarlo a Urquiza que se entendiera en su
Mesopotamia.
El jefe militar natural de Bs.As., bien podría haber sido el
experimentado general Hornos, pero los mitristas preferían darle a
Mitre la oportunidad de una gloria militar (que nunca tuvo) que le
sirviera de pedestal para sus ambiciones políticas. El argumento era
que había que remplazar los militares “intuitivos” por
militares “científicos” , en este caso el coronel artillero
Mitre, que se había leído todos los libros de estrategia francesa. Al
conocer estos argumentos para darle el mando a Mitre, el general Hornos,
al mejor estilo de los geniales monólogos de Tato Bores, comentaría irónicamente:
“Si el general en jefe quiere ganarle a Urquiza a la europea,
acabaremos disparando a la criolla”. (Cárcano, JMR.t.VI. p. 267)
Los hechos, bien pronto le darían la razón Hornos.
Encerrado entonces Urquiza en Paraná sin medios para cruzar el río, el
ejercito porteño al mando del militar científico Mitre, con la orden
del ministro de guerra (Obligado) avanzó “a la mayor brevedad
posible” hasta San Nicolás, donde estableció su base. Era tal la
euforia y confianza porteña, que Vélez Sársfield le encargó a Mitre “el
caballo en que entre triunfante en Rosario para usarlo yo en esta
primavera y verano”
Mitre se demoró inexplicablemente en San Nicolás, (tal vez armando su
escritorio para redactar los partes de la próxima victoria, o repasando
sus tácticas de guerra francesas) hasta que un hecho inesperado vino a
cambiar la situación; en el vapor Pinto, una de las dos naves que
bloqueaban Paraná, se produjo el levantamiento de un sargento y un cabo
que entregó a los federales la nave con toda la oficialidad. El otro
vapor escapó a Bs.As. tiroteado desde las batería de Rosario. Urquiza
entonces rebautizó el vapor “9 de julio” y lo incorporó a la
flotilla que desde Montevideo logró forzar a duras penas el paso de
Martín García y remontar el Guazú. Tenía entonces Urquiza los medios
para cruzar el río.
En el interín aparecería también como actor de reparto el
representante norteamericano Yancey, que en agradecimiento de la mano
que le dio anteriormente Urquiza en su entredicho con Paraguay, se
ofrece como mediador. Hace varios viajes entre Rosario y Bs.As. sin
conseguir nada de los porteños que se sentían fuertes con Urquiza del
otro lado del Paraná y un militar “científico” en la orilla
opuesta.
Con la flotilla, Urquiza pasa el río con 10.000 hombres, con el
cintillo punzó de Rosas, aunque levemente cambiado el texto por
“Defendemos la ley federal jurada. Son traidores quienes la
combaten” que sonaba un poco más “civilizada” que aquella de “Viva
la Santa Federación. Mueran los Salvajes Unitarios”
Mitre, que buscaba un escenario digno de sus futuras glorias, se
traslada bordeando el arroyo del Medio hasta el campo de Cepeda, con un
ejercito que, si bien con menos caballería, doblaba al de Urquiza en
infantería, cañones y armamento. (El mayor ejército, descartando el
de Caseros) Se establece entonces en Cepeda, donde Ramírez y López
vencieron a Rondeau en 1820, que le pareció adecuado a su trayectoria
histórica futura “Aquí fue la cuna del caudillaje, aquí será su
tumba” diría Mitre pomposamente..
Mientras repasaba sus lecciones de estrategia francesas, mandó a la
caballería que “vichara” el ejército enemigo, aunque sin dar
batalla. Allá fueron Hornos y Flores con 4.000 jinetes, pero al
encontrarse sorpresivamente con el ejército federal se desbandaron
inmediatamente a los cuatro vientos. La caballería porteña “despareció
como el humo. Sin combatir” dirá el parte de batalla en palabras
del propio Mitre. Se cumplía entonces la profecía de Hornos: “Si
el general en jefe quiere ganarle a Urquiza a la europea, acabaremos
disparando a la criolla”
Mientras tanto Mitre, que ya se había decidido por la táctica francesa
del “orden oblicuo”, formó sus tropas en el campo de Cepeda en esa
formación defensiva: “ya verán esos gauchos ignorantes – habrá
pensado el tísico – lo que es enfrentarse con una técnica “científica”.
Atrás suyo puso la caballería que Hornos había alcanzado a salvar “disparando
a la criolla”.
Urquiza, que había avanzado apresuradamente sin esperar el parque de
municiones atrasado, se encontró de pronto frente al “orden
oblicuo” del ejercito porteño, sin poder atacarlo sin municiones. Se
quedaron todo el día mirándose, desorientado tal vez Urquiza (como había
previsto Mitre) ante la nueva táctica porteña, sin entender porque no
aprovechaba el momento el ejercito porteño. Es que Mitre, no podía
atacar sin romper “el orden oblicuo” ...“a Mitre no se le
ocurre nada en el campo de batalla” diría D`Amico, oficial porteño.
Cuando a media tarde llegó el parque federal, Urquiza avanzó su
ejercito, pero en vez de hacerlo de frente, (tal vez en un gesto de
caballerosidad, por no romperle las filas a Mitre) lo hizo por ambos
flancos, rodeando al ejercito porteño. Mitre, que vio el Campo
despejado, desenvainó su espada y al grito de “¡Victoria,
Victoria!” avanzó hacia donde suponía estaba el ejército
federal. Pero no tenía en frente ni el ejército federal y ni siquiera
molinos de viento con quien pelear, de manera que al llegar la noche,
decidió acampar. Estaba completamente rodeado por los federales.
Mitre no tenia idea de lo que había pasado: “recorriendo la línea
la saludé vencedora en el campo de batalla” dirá, y entre vivas
a Bs.As cantaron el Himno Nacional. Mientras tanto Urquiza, instalado en
la propia carpa que Mitre dejó en Cepeda, y tal vez desorientado todavía
por el “orden oblicuo”, se preguntaba que había hecho “el
farsante general en jefe, cuya impericia se había puesto de manifiesto
desde el primer momento” (Urquiza)
Conesa y Adolfo Alsina, mostrándole al "tísico" los fogones
federales, apenas logran convencerlo que estaban vencidos y
completamente rodeados por una fuerza sumamente superior.
En consejo de oficiales lograron convencerlo a Mitre de que al menos
dejara escabullirse en la noche a Conesa con 2.000 infantes, que
recorrieron las 16 leguas que los separaba de San Nicolás en solo 15
horas, menos de la mitad de las 36 horas que empleara Rondeau en su
disparada de 1820.
Mitre con su verborragia habitual la llamaría “la heroica
retirada”. Algo de razón tenía: recorrer esa distancia a pie, de
noche y a campo traviesa, vadeando arroyos y lodazales, arrastrando 10
cañones, y a un promedio de 5,3 km./h., era una verdadera proeza, digna
de laureles en otro tipo de competencias.
Mitre, que todavía no se convencía de la derrota, o no quería
convencerse, pidió "la lapicera de escribir partes de
victoria" y le comunicó a Obligado, en San Nicolás, que a pesar
de la “cobarde dispersión de la caballería" había “aniquilado
al enemigo” y se retiraba “con la infantería y artillería
en completo orden” (por supuesto no le decía nada de todo lo que
había dejado atrás: todo el parque casi completo en el campo de
Cepeda, incluido 5 cañones al vadear el arroyo del Medio)
El siguiente desorientado fue Obligado, que totalmente confundido con
los victoriosos partes adelantados por Mitre, lo esperaba como
triunfador en San Nicolás con las fanfarrias, pero al ver llegar las
maltratadas tropas y enterarse un poco más, se quedó “como pollo que
lo cambian de patio”.
Decidieron entonces embarcar las tropas a Bs.As. y Mitre, aun no vuelto
a la realidad, redactaba otro parte de batalla “No había
conseguido un triunfo completo” pero lograba “salvar en el
Campo de batalla el honor de nuestras armas y las legiones que el pueblo
me confió en el día del peligro devolviendo a Buenos Aires todos sus
hijos cubiertos de gloria” Nunca se supo a que honor ni a que
gloria se refería. Como para confiarle “los hijos en los días de
peligro” !!!
Lo que tampoco nunca se supo, es porque Urquiza no aprovechó la fácil
ocasión de coparle totalmente todo el ejercito, incluido a Mitre, y lo
dejó escapar. Tal vez prefería que sigan los mitristas en Bs.As. antes
que surja un federal que le hiciera sombra, o tal vez, prefería dejarlo
escapar para vencer fácilmente en la próxima batalla al “farsante
general en jefe” (soldado que huye sirve para otra batalla)
Los dispersos de la caballería de Cepeda llegaban a Bs.As. esa misma
noche con la noticia del desastre, y en la confusión hasta daban por
muerto a Mitre, desparecido a Hornos y suicidado a Conesa. Pero Mitre,
acostumbrado a las derrotas militares en el campo de batalla y a las
victorias militares en el campo literario, se encargaría de levantarle
el ánimo a los decaídos porteños.
El 25, tras 32 horas de remo por el Paraná, llega Dardo Rocha a Bs.As. “fatigado
pero lleno de patriotismo como el guerrero de Maratón” (No
faltaban entre los mitristas las comparaciones heroicas con Carlomagno,
Napoleón o “el guerrero de Maratón”) Como Rocha encontró la casa
de gobierno vacía, se fue hasta el domicilio de Alsina, que estaba con
visitas tratando de tragarse el sapo de la derrota. Como escuchara que
traían un parte del “general en jefe” pidió lámparas para leer el
parte, y levantado el ánimo imprevistamente, dio la noticia de la
victoria a la prensa, y comenzó la euforia de los festejos, equivocados
por cierto.
Luego llegaría el segundo parte de Mitre: “Si la fortuna o la
composición o número de los elementos puestos bajo mis órdenes no me
han permitido obtener un triunfo completo, tengo la satisfacción de
haberme batido uno contra cuatro, y de haber salvado casi intactas las
legiones que el pueblo me confió en el día del peligro” Lo que
no le había permitido a Mitre “obtener un triunfo completo”, no era
por deficiencias en “la composición o número de elementos puestos
bajos sus ordenes” sino más bien otras cosas que siempre le faltaron.
Considerando que el número de hombres en lucha era similar, lo que
nunca se supo es si Mitre dijo “haberme batido uno contra cuatro”
por agrandar una victoria (de la que estaba convencido equivocadamente),
por disimular la completa derrota o porque en el susto de la noche había
visto tres fantasmas que se agregaban al ejercito enemigo. Era tal el
triunfalismo de Mitre, que hasta dio a publicidad una carta a su esposa,
donde le decía que a pesar de verse reducido sus efectivos por la “deserción”
de la caballería, le bastaron los dos tercios restantes para “quedar
dueño del campo”. No se sabe quien sería el “dueño del
campo” de Cepeda, pero la derrota de Mitre fue completa, y su desempeño
lamentable y ridículo.
Pero la literatura de Mitre en sus “partes de batalla” habían
trasformado para los porteños la derrota en “un triunfo Romano” y
sin reparar en el estado de las tropas ni en su reducido número,
vivaban al nuevo héroe y su “gloriosa retirada” y hasta se acuñaron
medallas conmemorativas con la leyenda “Vencedor de Cepeda – 23 de
octubre de 1859” A la hora de diseñar el cuño, seguramente el acuñador
debe haber dudado si poner la figura de Mitre o la de Urquiza.
Sin embargo las noticias traídas por los oficiales de la escuadrilla no
eran tan alentadoras, y hablaban de un completo desastre militar. Las
tropas de Urquiza estaban a las puertas de Bs.As. y de un momento a otro
vendría Urquiza a clavar el asador frente al fuerte de Bs.As. sin
ninguna dificultad. Así y todo el optimismo liberal no disminuía, y
“Tribuna” decía que, sin infantería, “el gaucho entrerriano
podría solamente robar vacas, su ocupación favorita” Mientras
tanto en Bs.As. circulaban los partes de Urquiza, que modestamente
atribuía su triunfo a la “impericia del farsante general”,
que le dejan veinte piezas de artillería, dos mil prisioneros, todo el
parque, municiones, bagajes y hasta la propia carpa de Mitre. Mariano
Varela reclamaba: “que se termine con la farsa, y se diga si
Urquiza se viene o no se viene”
Pero el reverso de Mitre, (que lo que perdía en la batalla lo ganaba en
la literatura), era Urquiza, que lo ganado en el campo de batalla lo
perdía en los tratados y negociaciones posteriores, (que no se cumplirían)
mareado ante los argumentos de los doctores. Así es que, con
indulgencia, dice que “Ofrecí la paz antes de combatir y de
triunfar. Dos mil prisioneros tratados como hermanos, son la prueba que
os ofrezco de la sinceridad de mis buenos sentimientos y de mis leales
promesas” y tal vez tratando de ganarse el agradecimiento del
pueblo porteño (que siempre lo rechazó) agrega que “No vengo a
someteros bajo el dominio arbitrario de un hombre. Vengo a arrebatar de
vuestros mandones el poder con que os conducen por una senda extraviada.
(…..) desde el campo de batalla os saludo con el abrazo de hermano.
Integridad nacional, libertad, fusión, son mis propósitos”. De
nada le servirían esas palabras grandilocuentes tiradas al vacío,
porque los porteños comenzarían a cavar trincheras, no se sabe si para
defenderse o “desaparecer”.
Alsina pretende remplazar a Mitre por Conesa para la defensa, pero
Mitre, a excepción de las cargas de caballería, resiste cualquier
cosa, y la prensa ataca a Alsina y su “gobierno infatuado y
ciego” que no había facilitado a Mitre una “composición o número
de elementos” suficientes para “completar la victoria.”
Apareció entonces el milagro que necesitaba Bs.As. para que Urquiza no
paseara su caballería hasta el centro de la ciudad: Solano López, que
ofrecía sus oficios de mediador. Los porteños, viendo de cerca a “la
montonera”, aceptaron en principio la mediación, aunque seguía el
aire triunfalista en la prensa, que pensaba resistir con los 2000
hombres vapuleados en Cepeda, los 16.000 que Urquiza había puesto a las
puertas de Bs.As. Alsina pidió a la legislatura “los medios
necesarios para una resistencia heroica”, pero la legislatura, en
vez de “los medios necesarios” le mando “una comisión que le exigía
la renuncia”, cosa que Alsina presentó en el acto.
La cosa no fue tan fácil en el bando federal; Urquiza, que en principio
aceptaba la mediación, no quería detener su marcha mientras los porteños
cavaban trincheras apresuradamente. La discusión fue tan agria que
Urquiza y López casi se van a las manos. “Se cruzaron palabras
inspiradas en hondo descontento – relata Guido – que hubo de
degenerar en una seria desavenencia. El Doctor Delfín Huergo, que
presenciaba la escena, salió a buscarme y me halló cerca; me pidió
encarecidamente que entrase a cortar, si era posible, el progreso de
aquel disgusto…y tuve la fortuna de que, aclarados los puntos de
disidencia, los ánimos se calmaran.”. Por fin López convenció a
Urquiza para que dejase a los liberales en Bs.As. Caro le costaíra a
Solano López su gesto, sufriendo luego la por los mismos actores la guerra
del Paraguay .
Solano López recibió agradecimientos y agasajos por la mediación
lograda; Urquiza le regala la espada de Cepeda y Mitre le hace un álbum
en su honor. Pero no necesitaría López esperar hasta 1865, (con motivo
de la guerra de la
triple alianza ) para comprobar la ingratitud porteña. Le bastarían
unos pocos días, cuando terminada la mediación, se embarca en el
Tacuarí para regresar a Paraguay, y es cañoneado por un buque ingles
en la misma rada del puerto de Bs.As. tomándose la revancha por el
asunto de Canstatt. López presentó un nota de protesta: “Hollados
lo principios del derecho internacional y marítimo, pido a V.E. se
sirva aclarar si responde de la inviolabilidad de su rada”.
Tejedor contestaría despectivamente que “sus gestiones con la
escuadra inglesa no habían tenido resultado” y que el gobierno “no
conocía de las relaciones entre la república del Paraguay y el reino
de Inglaterra” Probablemente en esta respuesta se inspirarán las
generaciones futuras para acuñar la conocida frase popular del “Yo,
Argentino” López, después de salvar a los porteños, se volvería a
Paraguay por tierra.
Finalmente se llegaría al pacto del 11 de noviembre de 1859, que los
porteños no cumplirían, fieles a su tradición de que lo prometido
ayer, y firmado hoy, no debía ser necesariamente cumplido mañana.
El pacto de 11 de noviembre, en resumen establece tres cosas
principales: 1) la reincorporación de Bs.As a la Confederación 2) cedía
la aduana a Bs.As. a la Nación 3 ) se retiraría de la provincia de
Bs.As. el ejército de la Confederación 4) elegiría representantes
para examinar la constitución. Retirado el ejército de la Confederación,
Bs.As. no cumpliría con las otras.
En los quince días convenidos Urquiza embarca su ejército para Entre Ríos
con un manifiesto de despedida y disculpa a los federales porteños que
dejaba en la estacada. Hablando de “transacción honorable” y
que deben dejarse de lado “aspiraciones individuales (...) por
interés del país, por los altos principios que han armado la nación”
“ por la civilización y la humanidad” , aclarando que la guerra
había sido “para borrar las calumnias que se han lanzado contra mi
nombre” como si la guerra debiera hacerse para limpiar las
calumnias del nombre de Urquiza. Como veremos, no solo no se limpió
ningún nombre, sino que luego se ensuciaría más, y no solo de
calumnias.
Mitre diría entonces al día siguiente que “Los sucesos han hecho
del general Urquiza el hombre más expectable de la República
Argentina...” y más tarde lo llamará “El Washington de
Sudamérica” (ya lo empezó a envolver alimentando su incorregible
vanidad ) Sin embargo dirá también que “...nadie puede jactarse
de habernos impuesto la ley…” y algunos porteños inmediatamente
disgustados con “quienes transigieron con el vandalaje” querían
seguir la guerra contra el “tirano” . No pararían hasta no salirse
con la suya imponiendo al resto del país “sus hombres y sus leyes.”
DE CEPEDA A PAVÓN
Quedaría así formado un triángulo que seria fatal para el país:
Urquiza, que se había tomado en serio lo de "Washington
Sudamericano", Mitre que intrigaría de cualquier modo para dominar
“los trece ranchos” y el presidente Derqui, haciendo
equilibrio entre ambos, no sabría por quién jugarse, y desatada la
lucha terminaría aplastado entre los dos bandos. En realidad sobre este
triangulo hay otro personaje: el ingles.
Mitre invita a Urquiza y Derqui a Bs.As. a presenciar el desfile de las
tropas en la ciudad. Urquiza concurre creído de si mismo. Compra
propiedades en Bs.As. y se dispone a disfrutar del título de
"Washington". Thornton informa que Urquiza “desea
retirarse de la vida pública y asegurar su posición y sus bienes
contra cualquier contingencia futura”
El 21 de julio la masonería le confiere a Mitre y Sarmiento el grado 33
y en la tenida del 27 el mismo grado a Urquiza y Derqui que abrazándose
(quien lo hubiera creído) juraron “obligación por todos los
medios posibles a la pronta y pacífica constitución de la unidad
nacional” Sin embargo se extrañaría Guido en correspondencia a
su esposa: “Quién diría que el general Urquiza y el presidente
Derqui se sentarían juntos con el general Mitre y con Sarmiento como íntimos
amigos? ¡Mucho he visto y muy raro en cincuenta años de revolución,
pero nada ha sido tan inopinado!”
Poco duraría la efusión de estos abrazos. Los protocolos cedían a
Derqui las mejores ubicaciones en banquetes y recepciones y “Durante
la permanencia en Buenos Aires los celos del general Urquiza con el
presidente Derqui aumentaron considerablemente. Un presentimiento y una
sospecha constante agitaban al general Urquiza: el temor de que Derqui y
Mitre se pusiesen de acuerdo para destruir el prestigio y su
influencia” (Juan Coronado, secretario de Urquiza) “El
general Urquiza que posee el prestigio de una inmensa fortuna y el
prestigio militar y el poder…no se convence que ya no es el presidente
de la Confederación y se necesitará mucho tacto del señor Derqui para
prevenir que no se convierta en una brecha en cuyo caso Urquiza buscará
el apoyo de Buenos Aires” (informe de Thornton a Londres) Pero la
brecha ya se había producido, y tal vez siempre existió.
Alberdi no acepta el ministerio de hacienda y Derqui le da la cartera a
Norberto de la Riestra (empleado inglés) Los liberales, dueños de la
aduana, quedaban ahora también el frente de las finanzas de la
Confederación.
Urquiza después de Caseros, pese a todo, era el jefe de los federales
apoyado por los gobernadores de “los trece ranchos” sobre todo por
fuertes caudillos como Brizuela, Juan Pablo López y el Chacho Peñaloza.
Pero ahora se sentía por encima de eso, y quería asumir el papel que
creía le habían otorgado, “el padre de la patria”, “el
Washington de Sudamérica” “he protestado no pertenecer a partido
alguno y quiero mantener mi resolución” (carta a Mitre agosto de
1860) “yo no pertenezco a partido alguno”(5-1-1861) Creía
estar por encima de todo sin advertir que no descansarían hasta verlo
fuera del juego. Decoró su palacio con frescos de sus batallas donde
Carril alimentaba su vanidad comparando el genio militar de Urquiza con
el de Napoleón.
Mitre era una rara mezcla de poeta, periodista, historiador, romántico
y amante de las culturas extranjeras, estudioso de la tácticas
militares europeas pero incapaz de ganar una batalla, y de discursos
grandilocuentes, capas de trasformar sus derrotas militares en “heroicas
retiradas” se había ganado al admiración de los liberales que lo
llevaron a la gobernación de Buenos Aires (aunque con métodos nada
democráticos) y que lo transformaron en juez y parte de la sorda lucha
con Urquiza y Derqui. Intrigante adulaba al primero para mantenerlo bajo
su influencia y manejaba al segundo, (ex-unitario-liberal) para ponerlo
de su lado.
Urquiza, que había jugado de visitante en Buenos Aires el 9 de julio,
quiso jugar de local, invitando a Mitre y Derqui al Palacio de San José.
Los periódicos hablaban de “La trinidad gubernativa” pero
cada uno llevaba agua para su molino. Mitre le obsequiaba el bastón de
gobernador de Bs.As. a Urquiza y este lo quería convencer a Mitre que
gobernaran prescindiendo de Derqui; Derqui, haraganeaba en su cama y
recibía a Mitre en reuniones misteriosas.
Coronado, secretario de Urquiza, relata que: “En la mañana del 14
de Noviembre el General Urquiza entró en la secretaría cuando dormían
todos los huéspedes de San José, y no encontrándolos allí nos mandó
a llamar. El general se encontraba sofocado por la rabia y necesitaba
hablar para desahogarse. Ocurrimos a su llamado. Después de preguntarle
cómo había pasado la noche nos dijo: Mal. No he dormido sino una hora,
o más; tengo la cabeza preocupada con tanta picardía. Esperando una
explicación sobre el sentido de esas palabras, guardamos silencio.
Después de un pequeño intervalo, el general continuó: ¿No se ha
fijado usted en el manejo de estos pícaros? Hace cuatro días que están
en mi casa, y hasta ahora ni uno ni otro me han hablado una palabra de
política, ellos creen que no me fijo, pero se engañan. Dos veces he
entrado en el cuarto del Doctor Derqui y lo he encontrado hablando con
Mitre. Cuando me han visto han cambiado de conversación. Y he estado
tentado de hacerles saber que no soy lo que piensan. (Coronado,
Misterios de San José).
A nada bueno podría llegarse con estos personajes.
“En resumen la conferencia que tanto ha llamado la atención se ha
reducido a comer pasear y bailar. El presidente dormilón ha dormido en
efecto…el general Mitre ha tomado Campo. Si desaliento había antes de
la conferencia, si todos temían por la situación, esos temores han
aumentado considerablemente” (de la Peña a J.M. Gutierrez) “La
conferencia de San José no nos ha dejado contentos. Parece que el
general ha tenido serias y muy desagradables palabras con el presidente.
No han quedado mejor entendidos que antes, al contrario, Se ha
reconocido por el ámbito Mitre y por el presidente que el triunvirato
con el Capitán General no puede durarles” (Lucero a Pujol)
NO DISPARE GENERAL, QUE HEMOS GANADO - (PAVÓN) (17 de Septiembre de
1861)
Chocan cerca de la estancia de Palacios, junto al arroyo Pavón en la
provincia de Santa Fe, los ejércitos de Urquiza y Mitre. A Urquiza, a
pesar de Caseros, lo rodea el pueblo entero; Mitre representa la
oligarquía porteña. Aquél es un militar de experiencia, éste ha sido
derrotado hasta por los indios en Sierra Chica. El resultado no parece
dudoso, y todos suponen que pasará como en Cepeda, en octubre de 1859,
cuando el ejército federal derrotó a los libertadores.
Parece que va a ser así. La caballería de Mitre se desbanda. Ceden su
izquierda y su derecha ante las cargas federales. Apenas si el centro
mantiene una débil resistencia que no puede prolongarse, y Mitre como
Aramburu en Curuzú Cuatiá, emprende la fuga. Hasta qué le llega un
parte famoso: "¡No dispare, general, que ha ganado!".
Y Mitre vuelve a recoger los laureles de su primera – y única –
victoria militar.
(Ver Batalla
de Pavón )
El genio invisible
¿Que ha pasado? .. Inexplicablemente Urquiza cedió la victoria.
Lentamente, al tranco de sus caballos para que nadie dude que la
retirada es voluntaria, ha hecho retroceder a los invictos jinetes
entrerrianos. Inútilmente los generales Virasoro y López Jordán, en
partes que fechan "en el campo de la victoria" le demuestran
el triunfo obtenido. Creen en una equivocación de Urquiza. ¡si nunca
ha habido triunfo más completo! Pero Urquiza sigue su retirada, se
embarca en Rosario para Diamante, y ya no volverá de Entre Ríos.
¿Qué pasó en Pavón?.. Un misterioso norteamericano de apellido
Yateman fue y vino entre uno y otro campamento la noche anterior a la
batalla concertando un arreglo. Urquiza quedó montado en su caballo, “clavado
como una estaca” en un bajo, hasta que estuvo definida la batalla
a su favor, para tocar luego retirada y volverse al tranco a Entre Ríos,
en una actitud que sus generales no podían entender.
Nada tiene que ver lo que dice Urquiza en el parte de batalla, que
abandonó la lucha "enfermo y disgustado al extremo por el
encarnizado combate“. El parte de Urquiza no nombra a Yateman y un
arreglo previo, pero sin embargo confiesa: “V.E. puede apreciar en
la sinceridad de esta relación las causas independientes de mi voluntad
que han obligado mi retirada y mi presencia en Entre Ríos, que no será
inútil para asegurar le éxito de la campaña y el afianzamiento de
nuestras instituciones.”
El misterio de Pavón finalmente quedará develado el 29 de septiembre
de 1868 por boca del propio Mitre, cuando en un banquete de la masonería,
recordando la tenida del 21 de julio de 1860 (anterior a Pavón) dirá
en su discurso “Cuando nos alejamos de las puertas del templo,
nuestras espadas salieron de la vaina para cruzarse en los campos de
batalla, pero aún sobre esa desgracia y esa matanza, el genio invisible
batió de nuevo sus alas…". Fue el mismo “genio
invisible” que dirigió la matanza del gauchaje federal de las
provincias y el mismo “genio invisible” que armó el genocidio del
Paraguay.
Cabe recordar que la tenida secreta del Supremo Consejo de Masónica del
21 de julio de 1860, es la que otorga el Grado 33 a Mitre, Urquiza,
Sarmiento y Juan Gelly y Obes; El Gran Comendador era José Roque Pérez.
Nótese la actuación directa que tuvieron en la guerra del Paraguay
todos ellos, incluido Roque Pérez que representó a Sarmiento en la
ceremonia de instalación del gobierno títere en Asunción, luego de la
guerra. (JMR.Hist.Arg. / A.G.Mellid. Proceso a los falsificadores de la
Historia. t.I.p.335 y A.Lapas. La masonería en la Argentina”.)
“Esta vez también el general Urquiza supo dar la victoria a las
armas de la Confederación, en los campos de Pavón. Pero no obstante
eso, el general victorioso, en magnifico gesto de autosacrificio y
renunciamiento se retiró a Entre Ríos dejando el campo de batalla a
las fuerzas opuestas comandadas por Mitre, convencido que esa era la única
manera de terminar con las disidencias y obtener la meta ideal de la
pacificación definitiva” (A.Lappas. La Masonería
Argentina.p.384) “Magnifico gesto” el de Urquiza para obtener la
“pacificación” con la sangre de los gauchos.
TERRORISMO DE ESTADO
El gobierno centralista de Buenos Aires no se contentó con reemplazar y
aplastar los gobiernos provinciales sino que se dedicó a exterminar
sistemáticamente a opositores políticos, sospechosos y hasta a los
pobres gauchos.
Sarmiento
fue un terrosita de estado, y Mitre uso el odio de Sarmiento: "Hemos
jurado con Sarmiento que ni uno solo ha de quedar vivo" (Mitre
en 1852).
En 1856, en los campos de Villamayor, Mitre hae fusilar al ilustre
general el ejército Jerónimo Costa y todo su estado mayor, oficiales y
suboficiales en número de 126, que se habían rendido. Y después dice
representar la “civilización”
"Tengo odio a la barbarie popular... La chusma y el pueblo
gaucho nos es hostil... Mientras haya un chiripá no habrá ciudadanos,
¿son acaso las masas la única fuente de poder y legitimidad?. El
poncho, el chiripá y el rancho son de origen salvaje y forman una
división entre la ciudad culta y el pueblo, haciendo que los cristianos
se degraden... Usted tendrá la gloria de establecer en toda la República
el poder de la clase culta aniquilando el levantamiento de las
masas". (En Buenos Aires, 1853; Carta a Mitre del 24 de
Septiembre 1861)
La guerra de policía
El interior en general se revela contra el gobierno nacional, y quieren
romper la alianza con Brasil. Se levanta entre otros el Chacho
Peñaloza y Felipe
Varela . Solamente Urquiza se mantiene en San José, haciendo sus
“negocios con la guerra”. Se reúne el congreso y declara una
“guerra de policía”
“Todos los individuos que tomaran las armas o hayan tomado parte en
la ejecución de atentados cometidos por los revolucionarios de
Mendoza…y todos los que en cualquier punto del territorio sujeto a la
jurisdicción nacional contribuyan con actos deliberados a estimular,
fomentar o mantener aquel estado de anarquía, serán considerados como
rebeldes y traidores a la patria, y sometidos por la fuerza a la
justicia nacional para ser juzgados como tales con toda severidad de las
leyes” (19-01-1867)
Pero Mitre ni siquiera se conforma con esta ley, y lejos de cumplirla,
nombra a Sarmiento director de la guerra y le dice: “quiero hacer
una guerra de policía. La Rioja es una cueva de ladrones que amenaza a
todos los vecinos y donde no hay gobierno que haga la policía.
Declarando ladrones a los montoneros sin hacerles el honor de
considerarlos como partidarios políticos ni elevar sus depredaciones al
rango de reacciones, lo que hay quehacer es muy sencillo” . Tal
vez para no comprometerse, no se lo dice directamente, se lo insinúa,
pero el loco Sarmiento, que además de buen entendedor, resentido y
racista como es, siente un odio visceral hacia el gauchaje, no necesita
mucho para embalarse, comienza una masacre salvaje contra el gauchaje de
las provincias.
Siendo Sarmiento director de la guerra y gobernador de San Juan declara
la intervención de las provincias vecinas. Como no tenía atribuciones
para eso, recibe la queja del ministro Rawson y Sarmiento le contesta a
Mitre (presidente) “Todo lo que nos divide es que yo he sido
siempre hombre de gobierno y usted no. Ni quiere, ni acaso pueda
serlo”
Sarmiento declara el estado de sitio en las provincias vecinas y se
dedica a confiscar bienes y exterminar opositores y a los que supone cómplices
de los federales. Como Mitre trata de pararlo Sarmiento dice: “Yo
mande a ejecutar Baouna (estanciero de tradición federal), el
gobernador de Mendoza por mi orden ha hecho ejecutar la sentencia a un
Fonsalida (también estanciero), Sandes (uruguayo al servicio
del ejercito de línea) ejecutó a Minuel (un paisano) en las
Lagunas”; Amparado en el estado de sitio manda a matar por
abigeato a un pobre paisano “a la pena ordinaria de muerte que se
ejecutará a tiro de fusil en la plaza principal de la ciudad, debiendo
ser descuartizado su cadáver y puesta su cabeza y cuartos en los
diversos caminos públicos” (J. Victorica) y se jacta ante Mitre “Es
de admirar la pasión con que la chusma ha entrado en el movimiento,
fusilaré media docena de pícaros”
Irrazábal (del ejercito de línea) toma a siete paisanos partidarios
del Chacho Peñaloza (retirado de la lucha) “y acto seguido se les
tomó declaración” en el “cepo colombiano”, (que
consiste en poner al hombre en cuclillas y con un fusil al hombro atarlo
con cuero mojado hasta que muere descoyuntado). Seis mueren en el
tormento y el séptimo revela el paradero del Chacho, retirado de la
lucha en casa de una familia. La partida de Vera lo sorprende
desayunando con la familia: “¿Quien es el bandido del Chacho?”
preguntan. “Yo soy el general Peñaloza, pero no soy un bandido”
y entrega su cuchillo. (Peñaloza tenía el grado de general otorgado
por Urquiza) Sin mediar palabra Irrazával toma una lanza y la clava en
el vientre del Chacho que se entregaba desarmado, en presencia de la
familia y la hijastra menor. Le saca una oreja y se la manda de regalo a
Natal Luna (de La Rioja) y le corta la cabeza y la pone en una pica en
la plaza de Olta. Sarmiento premia a Irrazával y Vera con un ascenso.
Es tan alevosa la muerte que en Buenos Aires se levanta una protesta por
la forma, pero “el loco” Sarmiento, descontrolado, refiriéndose a
la muerte del Chacho le escribe a Mitre: “he aplaudido la medida
precisamente por su forma” ya que “es legal matar a lanza y
cuchillo” y “sin cortarle la cabeza a aquel inveterado pícaro
y ponerla a la expectación, no se habrían quietado las chusmas en seis
meses” (Sarmiento. Carta a Mitre, 18.11.1862.) Doña Victorica
Romero de Peñaloza es llevada encadenada a San Juan y obligada a barrer
la plaza. Luego serian confiscados todos sus bienes.
"Necesitamos entrar por la fuerza en la nación, la guerra si es
necesario" (año 1861). "Los sublevados serán todos
ahorcados, oficiales y soldados, en cualquier numero que sean"
(año 1868). "Es preciso emplear el terror para triunfar. Debe
darse muerte a todos los prisioneros y a todos los enemigos. Todos los
medios de obrar son buenos y deben emplearse sin vacilación alguna,
imitando a los jacobinos de la época de Robespierre" "A los
que no reconozcan a Paz debiera mandarlos ahorcar y no fusilar o
degollar. Este es el medio de imponer en los ánimos mayor idea de la
autoridad" (año 1865). “Sandes ha marchado a San Luis...
Si va, déjelo ir. Si mata gente, cállense la boca. Son animales bípedos
de tan perversa condición que no sé qué se obtenga con tratarlos
mejor”. (Carta de Sarmiento a Mitre, marzo de 1862.)
El prestigioso caudillo sanjuanino Nazario
Benavídez fue gobernador de San Juan. Por ley de 1855 no podía ser
reelecto y apoyó la candidatura de Manuel José Gómez, respetado
vecino quedando el con la comandancia del ejército. Su ministro liberal
Saturnino Laspiur, apoyado de través de Sarmiento por los liberales de
Buenos Aires derroca al gobernador Gómez y encarcela a Benavidez. “La
Tribuna” y “El nacional” (redactado por Sarmiento) instigan la
eliminación del “tirano” y simulando una fuga es asesinado en la cárcel.
La crónica de Victorica da cuenta que “El general Benavidez medio
muerto fue enseguida arrastrado con sus grillos y casi desnudo
precipitado desde los altos del Cabildo a la balaustrada de la plaza
donde algunos oficiales se complacieron en teñir sus espadas con su
sangre atravesando repetidas veces el cadáver, profanándolo, hasta
escupirle y pisotearlo”. Sarmiento dirá “es acción santa
sobre un notorio malvado. !Dios sea loado" (El Nacional,
23/10/1858).
"Córteles la cabeza y déjelas de muestra en el camino" (Carta
a Arredondo, 12/4/1873). "Si el coronel Sandes mata gente (en
las provincias) cállense la boca. Son animales bípedos de tan perversa
condición (esos provincianos que defienden sus autonomías) que no se
que se obtenga nada con tratarlos mejor" (Informe a Mitre, 1863).
El fusilamiento en masa de un batallón correntino: "brillante
conducta". A los sublevados entrerrianos en 1868. "Proceda
a diezmarlos, pasando por las armas a los que le toque en suerte".
El degüello de Santa Coloma : "acto de que gusté" (año
1852). Asesinato del gobernador Virasoro que él instigó desde Buenos
Aires: "San Juan tenia derecho a deshacerse de su tirano" (año
1860). Aprobó el asesinato en masa en Villamayor el 2/2/1856 y como
presidente ofreció $100.000 por la cabeza de López Jordán y entre las
cabezas valuadas a 1.000 patacones estaba la de José
Hernández, que acababa de publicar el "Martín
Fierro". (Ver el poema
completo )
"Tengo odio a la barbarie popular... La chusma y el pueblo
gaucho nos es hostil... Mientras haya un chiripá no habrá ciudadanos,
¿son acaso las masas la única fuente de poder y legitimidad?. El
poncho, el chiripá y el rancho son de origen salvaje y forman una
división entre la ciudad culta y el pueblo, haciendo que los cristianos
se degraden... Usted tendrá la gloria de establecer en toda la República
el poder de la clase culta aniquilando el levantamiento de las
masas". (En Buenos Aires, 1853; Carta a Mitre del 24 de
Septiembre 1861; en EEUU., 1865)
Expedición "pacificadora" del ejército de Buenos Aires
Mitre y Sarmiento utilizan en la matanza a un grupo de orientales:
Sandes, Arredondo, Paunero, Rivas, Conesa y Venancio Flores, que ganó
el mote de “degollador de Cañada de Gomez” donde hizo pasar por las
armas a cuatrocientos vencidos, entre oficiales, suboficiales y
soldados. Y esta matanza no era el producto del desborde o “excesos”
de horda de delincuentes, sino parte de un plan dirigido a “uniformar
el interior”, como lo demuestran los partes de batalla, como el de
Sandes después de Aguaditas (11 de marzo de 1862) donde dice
“Entre los prisioneros se encuentran el sargento Cicerón Quiroga,
capitán don Policarpo Lucero, ayudante mayor don Carmelo Rojas,
Tenientes don Ambrosio Medina, don Ignacio Bilbao, don Juan N. Vallejo y
alféreces don Ramón Gutiérrez y don Juan de Dios Videla. Todos ellos
han sido pasados por las armas, según orden de V.E.”
Tratando de disimular lo evidente, Mitre le dice a Urquiza: “Aunque
yo ni ninguno de los míos haya promovido ni aprobado de antemano la
revolución de San Juan…yo me hago un deber en proclamar justa y santa
esa revolución” pero Sarmiento lo deschaba en el Senado de la
Nación: “En el caso de Virasoro, y debo explicarlo con justicia a mis
compatriotas, estaba mezclado todo el partido liberal” (Se refería al
depuesto gobernador de San Juan, asesinado con su hijo en brazos.) El
partido liberal eran los descendientes de Rivadavia,
“el partido de los principios, de las luces, de la Gente decente”
A esto llamó Mitre “Expedición pacificadora del ejército de
Buenos Aires”, y declarará alborozado en la Legislatura “La
mayoría de las provincias hermanas han uniformado su política con la
de Buenos Aires”.
Elizalde. Ministro de R.E. de Mitre, opinara ante Lamas sobre “el
degollador de Cañada de Gómez: ”El general Flores había prestado
la República los servicios más distinguidos que le colocaban en la
altura del más notable de sus conciudadanos (…) y rodearlo de las
consideraciones que la República le debía y que el Gobierno se habría
honrado en tributarle” (Elizalde a Lamas. 13 de mayo de
1863)(AGM.t1.p47o)
“Hombre funesto para tres Repúblicas”
José Hernández en 1874 compartía el editorial de “La Patria”con
Soto desde donde anuncia:
"Redacción: La ausencia de nuestro amigo el Sr. Soto, nos
coloca por algunos días al frente de la redacción de La Patria y los
emplearemos en hacer fuego contra la sombría personalidad de Dn.
Bartolomé Mitre, que en el delirio de sus ambiciones pretende todavía
imponerse por medio de la fuerza y encadenar a su voluntad el porvenir
de los pueblos argentinos. J. H."
Desde “La Patria”, Jose Hernández publica varios artículos
referidos a Mitre: “De presidente a revolucionario, de
revolucionario a pirata”; “Males sobre males”; “Los dos
fundadores de la nacionalidad argentina”; “La administración
Mitre”. En este último describe: "Ahogó en sangre las
resistencias de la Patria, para prepararse el camino de la Alianza, que
debía dar por resultado la devastación del Paraguay.
“En esta sección americana, Mitre ha sido un cometa de sangre, un
flagelo devastador, un elemento de corrupción y de desquicio y dan
testimonio de su existencia los huérfanos, las viudas y los inválidos."
(Ver Los
"voluntarios de la guerra del Paraguay y Polémica
Mitre-Alberdi por la misma guerra.
Los negocios de a guerra
Si bien la guerra fue una calamidad económica para el Paraguay y los
Aliados, muchos hicieron ”negocios” con la guerra, sobre todo
argentinos y brasileros.
Urquiza vendió a buen precio treinta mil caballos al ejército
brasilero, y se convirtió en proveedor del ejército. (Ver Urquiza
y La
defección de Urquiza.) ...Pero no fue el único.
“Lanús, socio del Presidente Mitre, es proveedor general del
ejercito” (Natalicio Talavera. “Crónica de la guerra”.
Campamento de de Paso Pacú. 27-10.1866. El semanario N° 653.
AGM.t.II.p.281)
Lanús Hnos, regenteada por Anacarsis Lanús, fueron unos de los que
levantaron fortunas fabulosas con la guerra, bajo la protección de
Mitre.
Carlos D´Amico, gobernador de Buenos Aires, publicó en 1890 en México
un libro denunciando que durante la administración de Mitre “sus
empleados han llevado el abuso hasta la más escandalosa exageración”...”se
robaban hasta las cajas de cirugía del ejercito”, y aunque suponía
que Mitre “no participaba en manera alguna de aquella arrebatiña”,
admitió que la moral “empezó a bajar cuando los proveedores cuyas
fortunas insolentes se habían hecho a la sombra de Mitre, le regalaron
a éste la casa en que hoy está la opulenta imprenta del La Nación”.
La “donación” fue formalizada por escritura del 23 de enero de 1869
ante el escribano José Victoriano Cabral. En representación de los
“donantes” actuó el Dr. Angel María Méndez y los señores Juan
José Méndez y Mauricio Pennano, quienes adujeron como razón del
homenaje, que la actuación de Mitre en el gobierno permitió “a
los hombres industriosos dar impulso a sus trabajos y vuelo a sus
operaciones” .
El “homenaje” por cierto, no se había demorado demasiado, pues se
escrituró apenas tres meses después de que Mitre dejara el gobierno.
Su sucesor en el gobierno, el presidente Sarmiento, en carta privada a
su corresponsal en Chile, Mariano E. de Sarratea, le decía:
“...su casa fue negociada por agentes y obtenida la suscripción de
los proveedores que mediante despilfarro de la rentas han ganado
millones, como Lezica, Lanús, Galván, que al fin costearon casi en su
totalidad...” y agregaba: “Mitre sabe que con un poco de
insistencia con amaños conocidos, con muchos hombres que le deben o la
impunidad o la fortuna mal adquirida todo se puede conseguir...” (Sarmiento
a Sarratea. Buenso Aires 17 de marzo de 1869. Archivo de la familia
Sarratea Prats. Feliz nieeto del Río. “Como recordaba Sarmiento a
Chile”. El Mercurio. Artículo en la edición especial del centenario.
Valparaíso. 12 de septiembre de 1927. AGM.t-II.p.283)
Los brasileros acusaban a los argentinos por la prolongación de la
guerra para proseguir con sus “negocios”.
Durante la interpelación al gobierno en la Cámara de Diputados de la
Argentina, hecha en 1868, el diputado José Mármol expresó: “Desde
el principio de la guerra una mala inteligencia a una debilidad de parte
de nuestro gobierno ha hecho que el tratado de la Triple Alianza no se
cumpla y que por eso no se concluya la guerra. Es que hay una política
y una voluntad decidida por la prolongación de la guerra” (Sesión
del 1° de junio de 1868)
El doctor Teodosio González lo dice mas clarito: “se levantaron
durante la contienda las grandes fortunas argentinas…vendiendo a la
proveeduría brasilera sus vacas, caballos, ovejas y harina, por cinco
veces su valor...” (Teodosio Gonzáles. Infortunios del
Paraguay.p.30. AGM.t.II.p.284)
Detrás de los ejércitos llegaron al Paraguay una serie de
“comerciantes oportunistas”, (por llamarlos de alguna forma suave),
entre los que se encontraba el ex ministro de Relaciones Exteriores de
Mitre, y uno de los artífices del Tratado de la Triple Alianza: Rufino
de Elizalde. Ya no ocupaba ningún cargo durante el gobierno de
Sarmiento, y la razón de su traslado a Asunción se deduce de la
correspondencia enviada a Mitre, y reproducida en el tomo V del Archivo
del General Mitre:
“He tratado de mis asuntos y espero conseguir algo importante”
le informaba el 7 de marzo al ex jefe de los ejércitos aliados; “Está
arreglado el principal de los negocios a que vine” le informaba el
día 11, y el 16 le indicaba “aún no he arreglado mis otros
asuntos”. En las cartas del 24 y 31 de marzo repetía frases
prometedoras: “Mis negocios van muy bien”. ((Elizalde a Mitre.
Archivo Mitre, t.V.p.213-27. AGM.tII.285)
El escándalo de los negocios comenzó a levantar polvareda y fue muy
comentado en Buenos Aires. El diario “La Época”, vocero del partido
radical de Hipólito Irigoyen comentaba:
“Durante la guerra del Paraguay nuestros soldados morían de hambre
en las esteros, mientras afortunados proveedores, gentes de altas
influencias amasaban millones. Aquellos abusos llegaron a tan
escandaloso grado, que un enérgico movimiento de opinión exigió se
investigasen las turbias proveedurías. Pero un providencial incendio
consumió los archivos de cuentas de la guerra del Paraguay. Las llamas
cancelaron toda deuda y borraron los restos de todo delito. El incendio
salvo muchos nombres y muchas reputaciones, purificando muchas biografías.”
Al mismo tiempo que la opinión pública condenaba a “las turbias
proveedurías”, en Buenos Aires se constituía una Sociedad Anónima,
integrada por el general Mitre y los señores Anacarsis Lanús, Cándido
Galván, Ambrosio Lezica, Rufino de Elizalde y otros, para dedicarse a
al actividad periodística.
La sociedad se hizo cargo de “La Nación Argentina”, que el antiguo
secretario de Mitre José María Gutiérrez había fundado el 17 de
septiembre de 1962 para preparar a la opinión pública para la guerra
del Paraguay. La nueva sociedad le suprimió la palabra “Argentina”,
por lo que quedó solamente el nombre de “La Nación”. En el
Editorial, el propio mitre explicaba el cambio:
“El nombre de este diario es substitución del que lo ha precedido:
“La Nación” reemplazando a “La Nación Argentina” basta para
marcar una transición, cerrar una época y señalar los nuevos
horizontes del futuro. “La Nación Argentina” era un puesto de
combate; “La Nación” será una tribuna de doctrina...” (Editorial
de La Nación. Año 1, n°1. Buenos Aires, 4 de enero de 1879)
(AGM.t.II.p.286)
Con este cambio, y la quema de los archivos, no quedaba nada por
esconder.
Los apodos de Mitre
“Don Bartolo”: “Militar, escritor, gobernante/ larga serie de
triunfos evoca/ y por si esto no fuera bastante/ nos tradujo el poema de
Dante/ y se puso de acuerdo con Roca”. (Caras y Cretas, 1900)
“Don Basilio”: farsa satírica “peregrinación de la Luz
del Día” (de Juan
Bautista Alberdi ). “Don Basilio es poeta, historiador, y
traduce libros italianos. Se ocupa de todas las libertades de este
mundo, menos de las libertades del suyo. Es también un mazzinista, un
garibaldino acérrimo, pero vive de negrero al servicio de los dos únicos
países que mantienen la esclavitud en su territorio. Don Basilio se
sirve del odio, de la mentira, del asesinato, del robo para hacer el
bien y la felicidad de los demás; y en su boca la calumnia es calumnia
de civilización y progreso” (Alberdi 1878)
“Don Buenaventura” (En la novela “La Gran Aldea”, de
Lucio V. Mansilla) “Pocos hombres tienen más libros más que él,
los versos no son su fuerte, pero sí los discursos, las proclamas;
aquel discurso contra los ministros de Urquiza cuando les ofrecía echar
las fuerzas de los ministerios a cañonazos” “Después de dos
revoluciones chingadas, Don Buenaventura pontifica de lejos en el diario
más grande de América”
“Grumete” (Carlos Saavedra Lamas)
“Hombre funesto para tres Repúblicas” Asi lo nombra José
Hernández a Mitre cuando se dirige a Martínez Fontes. Curuzú Cuatiá
1868 El Diario de Paraná, 10 de noviembre de 1934. (AGM.t.I.p.371)
“Zonzo” Dalmacio Vélez Sársfield, al comentar la
“Historia de Belgrano” como la Historia de un zonzo contada por
otro zonzo.
“El farsante general”. Urquiza. “el farsante general en
jefe, cuya impericia se había puesto de manifiesto desde el primer
momento” (comentando la batalla de Cepeda)
“Tísico”. Urquiza, refiriéndose a Mitre: “Al Tísico
le ha salido el tiro por la culata, y después del Pocito hasta lástima
daba verlo tan pobre cosa” (Misterios de San José, Juan
Coronado).
“Divus Bartolus”: Así aludido por el Ministro de Instrucción
Pública de Roca, Osvaldo Magnasco, al cumplirse el “jubileo” de
ochenta años: “Después de la ceremonia de su deificación
tendremos que llamarlo como a los emperadores romanos “Divus
Bartolus”. La humorada fue considerada una blasfemia por los
mistristas y le costaría el puesto al ministro. (Osvaldo Magnasco al
celebrar los 80 años de Mitre).
Bibliografía:
* (JMR) Rosa, José Maria : Historia Argentina.
* (AGM) García Mellid, Atilio . Proceso a los falsificadores de la
historia del Paraguay. Teoría.
* (AGNA) Archivo general de la Nacion Argentina.
* (M.R.E.P.) Ministerio de Relaciones Exteriores del Paraguay.
* (ANA) Anchivo Nacional de Asunción.
* Julio Chiavenatto, José : “Genocidio Americano, A guerra do
Paraguai.-Sao Paulo
* Saldías, Adolfo . Historia de la Confederación Argentina.
* D´Amico. Carlos . Bs.As., sus hombres su naturaleza, sus costumbres.
México 1890
* Galasso, Norberto . De la banca Baring al FMI
* Sulé, Jorge: “Los heterodoxos del 80”
* Alcibíades Lappas: “La masonería Argentina a través de sus
hombres”.(Bs.As.1966)
Otras fuentes:
* Revista del Museo Histórico Sarmiento
* Revista de la Biblioteca Nacional
* D.F. Sarmiento, "La Tribuna", El Nacional”
* Peña, Milcíades, "La era de Mitre".
* Pandá Cológeras, J. . “Formaçao histórica do Brasil.
* Rivera Astengo, Agustín : “Juarez Celman”.
* Coronado, Misterios de San José.
* Carlos Pereira. Francisco Solano López, y la guerra del Paraguay.
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