Denunciar un hecho
presuntamente delictivo implica, para países civilizados, el acto
de responsabilidad humana más alta de un miembro de un pueblo. Es
el único modo cívico de resignar la venganza por mano propia, y
colocarla, confiadamente, en manos del Príncipe, quién decidirá
con Justicia y proveerá que la convivencia sea posible.
Es un regalo, es un aporte para que la
Comunidad se beneficie de ella.
Es la lucha ética por excelencia.
Es la condición más sublime para la
conservación del bien común.
Recibirla, es hoy la razón de ser de un
gobierno democrático y la base misma de su existencia como estado
moderno.
Cuando en la Argentina, hablamos de
denuncia, casualmente, el interesado en que no prospere, o que no
se sepa, es por motivos inconfesables ese mismo Príncipe.
Para prevenir "ataques indeseados en
el futuro" se ha encargado de colocar una suerte de concepto
automático, que la Sociedades Latinoamericanas ya lo asumió. Se
trata de que los denunciantes son una especie de villanos,
indomables, anarquistas, zafados, antisociables, cuya sola intención
es "desestabilizar los gobiernos", e "impedir la
gobernabilidad".
En la Argentina, cuando denunciamos, con una
sonrisa sarcástica nos piden que presentemos pruebas. Cuando lo
hacemos, nos dan las espaldas, hacen silencio y por debajo nos
tratan de locos.
Pero locos, bien locos...como una suerte de
Superman, de Hombre Araña, o cualquiera de esos personajes,
justicieros y valientes pero locos, pervertidos, irrazonables como
eso de andar volando y pisando las tejas de los vecinos y
pretendiendo no sé qué cosa, cuando todo el mundo sabe que el
Hombre no vuela ni se puede pegar y caminar por las paredes.
Pero veamos, de modo directo y con casos específicos,
el camino que tiene que padecer alguien cuando denuncia, una
especie de camino desde el descubrimiento hasta la impunidad.
Para ello, de modo sintético veamos el caso de
Tucumán, que presenta características realmente terroríficas,
no sólo del encubrimiento de niños muertos por desnutrición con
estadísticas similares a las del INDEC, sino impunidades de
homicidios y cientos de otros casos, como éstos:
Denunciamos penalmente la existencia de 75
casas de explotación comercial sexual de niños, niñas y
adolescentes: luego de una observación física, la Corte
Suprema de Justicia de Tucumán, nos envió Cédula Judicial diciéndonos
que no existía explotación sexual de menores en estos sitios, y
que tan sólo se podían observar bares controlados y autorizados
sus funcionamientos con aprobación municipal.
Para mostrar la mentira, en noviembre del 2003
nos metimos dentro de los burdeles y mostramos en un programa de
televisión hacia toda la Argentina, como se explotaba en cámara
a niños, niñas y adolescentes. El revuelo, generó que se
allanaran 12 de los llamados prostíbulos infantiles, con niños y
niñas y el apresamiento de tres proxenetas. Luego de ese tiempo,
fueron sobreseídos por la Cámara de Apelaciones, quién
fundamentó su libertad en que los videos de las cámaras ocultas
eran montajes hechos por nosotros. Al día de la fecha prospera un
juicio de los proxenetas, por injurias, calumnias y daño moral
contra la Provincia de Tucumán. Por supuesto, hoy continúan
abiertos, pero cambiaron la modalidad por que entendieron que era
un peligro tener las nenas en el lugar. Ahora, el cliente las pasa
a retirar del propio domicilio de los padres.
Denunciamos tres bandas de fabricación de
pornografía infantil: miembros de dos de las tres bandas
estuvieron 48 horas demorados a pesar que los mismo niños y niñas
filmados, corroboraron nuestras denuncias ante los funcionarios
Judiciales. El otro, un conocido proxeneta de Tucumán, que sacaba
fotografías a niñas y vendía dichas imágenes, prevenido por la
policía, hizo desaparecer las pruebas y nos inició un juicio por
daños y perjuicios. La condena, en mi carácter de Presidente de
la Fundación Adoptar fue de las llamadas Probation, con
trabajos comunitario. Elegí, cambiar, pañales de bebés de la
Sala Cuna durante seis meses, condena a punto de iniciarse en su
cumplimiento efectivo y que por supuesto me honra.
Detectamos 1.024 abusadores de niños,
tan sólo en el Gran San Miguel de Tucumán, con nombres,
apellidos y domicilios, datos éstos brindados por los mismos niños,
niñas y adolescentes abusados, que nos denunciaron a través de
la línea 102 que administrábamos. De todos ellos, tan sólo uno
fue citado a declarar y llevado a juicio. La sentencia final
expresó que "las excoriaciones vaginales de Ayelen de 5 años,
que certificaba la médica del Hospital de Niños, no pudieron
probarse por cuanto la niña, el día que se denuncia, anduvo
mucho tiempo en bicicleta."
Detectamos y denunciamos un antropófago:
denunciado por los propios hijos diciéndonos que les mordía y se
tragaba la carne de sus glúteos cuando se portaban mal. La
Trabajadora Social dependiente de la Dirección de Minoridad y
Familia de Tucumán en su informe expresa: "he conversado
personalmente con el agresor, quién me explicó que estaba
pasando un momento difícil por que se estaba separando de su
mujer, pero pude comprobar que ya está en tratamiento psiquiátrico.
Habiendo llegado en el momento del almuerzo probé la salsa con
albóndigas, estaba muy rica, lo que demuestra rasgos de protección
del padre denunciado". La denuncia dos días después fue
ratificada por la Directora de la Escuela donde asistían los niños.
Denunciamos que se abusaban a niñas y
adolescentes de Institutos de Recepción de la Provincia,
incluso que por ello hubo una niña con intento de suicidio:
Inmediatamente recibimos un llamado telefónico de la Directora de
Minoridad y Familia diciéndonos: "Tienen que tener cuidado
con las denuncias que hacen, por cuanto a las chicas sólo las
tocan, no las penetran."
Proyecto de Ley de Registro de Abusadores:
presentamos ante la Cámara Legislativa de Tucumán, un proyecto
para la creación de un Registro de Abusadores. Aunque la Cámara
Legislativa, por unanimidad la sancionó como Ley 7.810, el día
04.10.2006, el Poder Ejecutivo de Tucumán, jamás la Reglamentó,
razón por la cual, la ley no tiene vigencia y la decisión del
Poder Legislativo, quedó birlada en sus derechos
constitucionales.
Muerte de dos niños en el Instituto Roca:
denunciamos que en un Receptor de Menores, bajo la tutela del
Poder Ejecutivo Provincial fallecieron dos niños por aplicación
de drogas no aptas para el consumo humano. Su directora
responsable, Dra. Susana Viale, fue condenada en primera instancia
por homicidio culposo. Una vez que fue elevado su expediente a
Juicio Oral, se encuentra cajoneado hasta el día de la fecha. Por
esta denuncia, nos arrebataron salvajemente la línea de los niños
(102) que habíamos traído inéditamente a Tucumán, la cual en
la actualidad funciona para atención de ancianos.
Denunciamos la violación seguida de
fallecimiento de una niña: en el domicilio particular de la
Jueza Dra. Marta Estela Paz. Ya que el expediente estaba perdido,
pudimos reconstruirlo. Pedimos la reapertura del caso por nuevas
pruebas y nos fue denegada. Pedimos Juicio Político a la Cámara
Legislativa de Tucumán el 13.04.2009, nunca ni siquiera fue
llamada a declarar. Aunque presentamos todas las pruebas incluso
la media tipo can can con semen que la niña tenía puesta al
momento de la muerte en el domicilio de la Magistrada, todo sigue
igual y la funcionaria continúa desempeñándose como Jueza de
Familia y Sucesiones de la Cuarta Nominación de la Jurisdicción
Capital, del Poder Judicial de nuestra Provincia.
Denunciamos penalmente el tráfico de bebés en el sureste de
Santiago del Estero: A pesar de los nombres y hechos que denunciábamos,
los cuales pueden verse en nuestra página Web, con la desaparición
de un promedio de 12 bebés por semana, todos fueron sobreseídos
sin siquiera haber sido llamados a declarar.
En cambio, María Gerez, la única mujer añatuyense, que se animó
a acompañarnos en la demanda declarando que María Rita Baseotto
hace 20 años le quitó su hija recién nacida, fue encarcelada
por 188 días y violada por todos los policías de la jurisdicción.
Luego de este período fue puesta en libertad por falta de mérito.
Queríamos hacer con este relato, no completo
por cierto, una especie de síntesis y preguntarnos: ¿qué
ganamos con denunciar, presentar pruebas, iniciar acciones
judiciales, provocar leyes específicas y hacer funcionar nuestros
sistemas de roles y misiones como Organizaciones no
Gubernamentales?
Pero bueno, la esperanza es lo último que se
pierde. Debemos seguir trabajando en esto que elegimos hacer. Tan
sólo es cuestión de copiar como trabajan las Madres y Abuelas
antológicas de este país, que no sólo sirven para mostrar como
se defienden los Derechos Humanos en este país, sino también
para recibir sumas millonarias, como subsidios sin rendición de
cuentas, que a nadie interesan, a pesar que sean subvenciones
incomprensibles e irritantes y para colmo, de los que creen que
son dineros que les pertenecen a Ellos... al Príncipe.