Este Centro anticipa que en el próximo nº de su publicación El Fortín, en su tradicional columna de La Clava, efectuará un análisis crítico de las dos obras de Walter Graziano, reciente best seller que funge como pensador alternativo al sistema, aunque a pesar de ello sea publicado por empresas multinacionales de capital norteamericano tales como Editorial Sudamericana y Planeta. Como una introducción al tema aludido y a fin de preparar al lector respecto de los principios sobre los que versará tal crítica, volvemos a difundir un texto sobre el tema del año 2006 que oficiará de introducción. Centro de Estudios Evolianos NAPOLEÓN BONAPARTE Y LOS ATENTADOS Tiempo atrás se escribió una obra muy voluminosa en la que se trataba de demostrar que Napoleón Bonaparte había efectuado todas sus campañas militares para impresionar a su mujer Josefina. Tras una muy minuciosa investigación efectuada a lo largo de todo el siglo pasado, de la que participaron principalmente los judíos, se ha logrado demostrar también que la obra Los Protocolos de los Ancianos Sabios de Sión era un plagio de un panfleto escrito por un francés de apellido Joly publicado al menos cincuenta años antes de que dicho texto se editara por primera vez. Sin embargo, aun aceptándose que todo ello sea cierto, los hechos que no pueden rebatirse son los siguientes. Que Napoleón, gracias o a pesar de sus inconvenientes sexuales, fundó un gran imperio y de tal forma expandió por el mundo entero los principios de la Revolución Francesa y que Los Protocolos, con independencia de que hayan sido un plagio, se han venido cumpliendo de manera asombrosamente cierta en todos estos años. Éstas, que son circunstancias históricas irrebatibles, por supuesto que no niegan ni rechazan los resultados que pueda recabar la ciencia psicológica cuando quiera demostrar los alcances a que puede llevar un trauma o una patología. Pero, como aquí nos encontramos ante una esfera humana en donde rige el principio de la libertad y no el de la necesidad, resulta irrebatible también constatar que no todo enfermo se convierte en un emperador, ni tampoco que todo plagio literario traiga aparejado necesariamente un plan de operaciones exitoso. Todo esto que decimos viene a colación respecto de una polémica de antigua data que un miembro de este Centro de Estudios viene sobrellevando con un muy empeñoso ingeniero de nombre Petrosino, radicado en la ciudad de Luján, el cual desde hace cerca de 12 años sostiene, mediante la exhibición de pruebas que así lo acreditarían, que el atentado de la AMIA fue hecho por los mismos judíos, demostrando con ello un tesón muy parecido al que éstos tuvieron en su momento cuando finalmente lograron demostrar que los Protocolos fueron redactados y copiados por miembros de la policía secreta del zar. A su vez él además nos viene manifestando desde hace cinco años, y basándose esta vez en otras “investigaciones”, que los atentados de las Torres Gemelas, del Pentágono, de Atocha, de Londres y muchos más también habrían sido inducidos por los mismos norteamericanos y judíos. Digamos al respecto que a Petrosino como ingeniero, esto es como hombre perteneciente al campo de las ciencias fácticas, más que interesarle conocer las causas finales por las que se producen los hechos, le preocupan principalmente las causas eficientes: ¿Quién fue, cómo se hizo? Esto es lo que a él le interesa fundamentalmente, no tanto el por qué, las razones por las que el hecho se produjo y a quién es que en última instancia favorece lo acontecido. Por supuesto que él siempre acudirá a algún tipo de explicación, por ejemplo nos dará la notoria respuesta de que todo ha sido realizado para sembrar el terror entre las naciones y producir un justificativo a fin de generar determinadas invasiones (Irak, Afganistán, principalmente). Pero cuando se le hace notar que si ello podría por ejemplo pensarse respecto de las Torres (aunque también aquí habría objeciones por hacer), de ninguna manera se lo puede hacer respecto de Atocha (1), pues el resultado a recabar sería justamente el contrario en tanto que con tal atentado se obtuvo la salida de un país de una guerra y no su entrada como podría haber sido el verdadero justificativo si se hubiese aceptado su hipótesis, todo esto no resulta sin embargo para él suficiente para modificársela. Nada de tal tenor es lo que lo preocupa a Petrosino y a personas parecidas a él (que las hay y numerosas), sino simplemente las “pruebas” y si de éstas no se recaba un fin que sea coherente con las mismas, él de ninguna manera suspende su juicio, sino que simplemente manifiesta que quizás se le escapen las razones de lo acontecido, pero que ello ha igualmente sucedido como él dice. Es decir que si extrapoláramos la lógica de Petrosino al campo opuesto de los judíos, al tema relativo a los Protocolos, para él lo principal serían siempre las “pruebas” que han demostrado que son un plagio y no que se vienen cumpliendo puntualmente, de la misma manera que también lo sería el hecho de que Napoleón era un macho frustrado y no un conquistador de Imperios. La analogía establecida es perfectamente aplicable a su tema predilecto. Supongamos que él tiene razón y que fueron los norteamericanos los que se hicieron estallar las Torres y el Pentágono, que Bin Laden sea un agente de la CIA o una invención de ellos. ¿El resultado de todo esto ha sido acorde en cuanto a sus fines con la acción efectuada? Todo lo contrario. Si bien ha habido países que fueron invadidos y ocupados, inmediatamente a ello le ha sobrevenido una guerra interminable y poco exitosa que en manera alguna justificó la acción realizada. Es decir, el resultado obtenido (la causa final) contradijo al que supuestamente lo realizó (la causa eficiente). Del mismo modo, si es cierto que fueron los judíos los que se hicieron estallar voluntariamente la Embajada y la AMIA. ¿El resultado obtenido ha sido favorable a sus intereses? De ninguna manera tampoco lo es en este caso. Si la razón del atentado fue fortalecer la causa israelí en la sociedad argentina, justamente la reciente negativa de este país a participar de una acción “pacificadora” en el Líbano alegando el gran trauma producido por los atentados ratifica lo contrario y que, más que haberlos beneficiado a ellos, lo ha hecho en cambio con los árabes pues les han sacado del medio a un Estado enemigo y beligerante. Por lo cual, en tanto las “pruebas” que se han presentado son, como todas las pertenecientes al campo fáctico, dudosas y no concluyentes, desde el punto de vista de los resultados sería mucho más posible pensar, a la inversa de Petrosino y semejantes, que ha sido el fundamentalismo islámico el que ha hecho todos los atentados. Pero si a pesar de ello se quisiera insistir en la veracidad de las hipótesis de tales “investigadores”, le correspondería entonces a aquel agradecer a los norteamericanos y judíos por haberles trabajado gratuitamente a su favor (2). Buenos Aires, 18-08-06
(1) Tal como veremos en nuestra crítica a Graziano, tal autor encuentra una inverosímil razón por la que EEUU habría efectuado el atentado de Atocha. (2) Acá como veremos también Graziano agrega un nuevo condimento ante los evidentes fracasos de EEUU en Irak y en Afganistán. En realidad tal país no haría las guerras para ganarlas (?).
|