Hace
        más de 25 años que vine por primera vez a España. El gobierno
        socialista estaba a punto de cambiar las leyes españolas sobre
        inmigración y abrir España a la inmigración del Tercer Mundo. Por
        diversos motivos, el famoso programa televisivo de actualidad “La
        Clave” me invitó a hablar sobre el tema de la inmigración.
        
        Todos los otros invitados en el programa estaban allí para condenar
        "el racismo”, para charlar sobre "tolerancia” y prometer a
        los espectadores que la inmigración enriquecería  España
        sin tener ningún tipo de impacto negativo en la cultura, la ocupación,
        los servicios públicos o los niveles de delincuencia.
        
        Más de 25 años atrás, les estaban mintiendo. Les advertí que, una
        vez las compuertas se abrieran, el goteo inicial se convertiría
        finalmente en una inundación de inmigrantes. Les advertí también que
        el verdadero problema no eran los derechos de los inmigrantes, sino los
        derechos de los pueblos indígenas de España.
        
        Les avisé que si los políticos se salían con la suya, la gente del
        pueblo pagaría el precio, con una presión insoportable sobre la
        ocupación, los salarios, las casas, la salud pública, la educación,
        el crimen en las calles y una marea creciente de discriminación
        antiblanca y violencia.
        
        Todos los otros invitados lo negaron, y ya podéis ver la España de hoy.
        Áreas enteras de vuestras ciudades son ahora barrios marginales del
        Tercer Mundo y  casi el 20% de vuestra población es
        ya población inmigrante no europea. Todo esto en menos de 30 años.
        Entonces, ¿quién tenía razón, el ministro del Interior socialista, o
        aquel joven de Inglaterra?
        
        Hoy, traigo una nueva advertencia. Todavía hay tiempo para parar y
        revertir el flujo migratorio. Pero los viejos partidos que gobiernan,
        tanto en Cataluña como toda España, no lo pararán. Así que se
        necesita una nueva plataforma . Una plataforma para Cataluña, una nueva
        plataforma para la libertad española.
        
        Si no conseguís deshaceros de la vieja élite política, ellos se
        desharán de vosotros. Los pueblos orgullosos españoles acabarán como
        una minoría oprimida y reducida en su propia tierra. ¿Dejaréis que
        esto pase? ¿Dejaréis que esto pase?
        
        ¿No? Bien. Entonces, vamos a hacer un último esfuerzo para conseguir
        los primeros asientos parlamentarios que son los primeros pasos de un
        largo camino para salvar a toda España.
        
        Es más, España se erige como un faro para todas las otras naciones de
        Europa. España es la única parte de nuestro continente que, después
        de haber caído bajo el yugo musulmán, se liberó, sin ninguna ayuda
        exterior.
        
        En toda la Europa de hoy, los nacionalistas se esfuerzan para mantener a
        nuestros pueblos libres del último asalto de la interminable guerra
        islamista contra nuestra civilización. Pero si por culpa de la traición
        de las élites, fracasáramos, todavía tenemos el ejemplo heroico de
        España. A pesar de todo, la derrota y la ocupación no sería el fin,
        sino sólo el comienzo de la resistencia, el renacimiento y la
        reconquista.
        
        Pero más que salvar nuestra Europa de una nueva era de tinieblas islámica,
        tenemos que entender que la inmigración masiva es sólo un síntoma de
        una enfermedad más profunda. Por detrás de la inmigración encontramos
        el capitalismo, que quiere mano de obra barata, la destrucción de las
        barreras al lucro, y el debilitamiento del Estado, puesto que éste,
        correctamente ejecutado, una de sus principales funciones es la protección
        de la clase obrera contra la explotación por el capitalismo.
        
        Esta es la razón por la cual el nacionalismo tiene que ser económicamente
        radical. En los temas sociales, somos esencialmente un movimiento por la
        tradición. Pero en cuestiones económicas, somos esencialmente un
        movimiento revolucionario, un movimiento de los trabajadores, un
        movimiento de la izquierda no marxista.
        
        El nacionalismo trae un mensaje de esperanza para millones de personas
        desesperadas que trabajan en España. Traemos una alternativa real a la
        brutal y contraproducente austeridad impuesta por los que no viven la
        vida real, es decir, la élite codiciosa.
        
        Mientras que los marxistas estrangulan la industria productiva con la
        burocracia y los impuestos, el nacionalismo ve el problema real y la
        respuesta real. El problema son los banqueros y tener bancos privados
        creando crédito de la nada para dejárnoslo a nosotros con interés. La
        respuesta es que el crédito necesario para construir una economía
        saludable para nuestros pueblos tiene que ser creado por los gobiernos
        democráticamente responsables de los Estados nacionales soberanos, no
        por los bancos privados.
        
        Esta es la única manera de salir de la crisis bancaria que está
        crucificando a nuestro pueblo en una cruz de deuda impagable. Este es el
        corazón de la llamada nacionalista: Para derrocar la esclavitud de la
        deuda actual y construir en su lugar un sistema financiero honesto,
        donde los bancos sirvan a la economía productiva, y la economía sirva
        a la nación y al pueblo.
        
        Así como rechazamos las estafas de la élite bancaria, también
        rechazamos sus guerras neo-conservadoras. Nos oponemos a la islamización
        progresiva de Europa, pero tampoco queremos una guerra sin fin
        contra el Islam. No queremos un choque de civilizaciones, no queremos
        sangre y fuego en nuestras calles, y no queremos enviar nuestra fuerza aérea
        y a nuestros soldados a manchar de sangre y fuego las calles de Irak, 
        Afganistán, Siria ni tampoco Irán.
        
        Por eso decimos a Bush, Cheney, Romney y los otros neo-conservadores, y
        a los multimillonarios sionistas que financian la propaganda de guerra:
        luchad por vuestras propias guerras. Nosostros tenemos que gastar
        nuestros impuestos por la reconstrucción de nuestros países, ¡no
        sometiendo otros pueblos! No necesitamos a nuestros ejércitos
        protegiendo los intereses de las gigantescas compañías petroleras en
        el extranjero, los necesitamos aquí en el país para la protección de
        nuestras fronteras.
        
        No queremos desislamizar el Oriente Medio, para que sea seguro para las
        compañías petroleras, los bancos internacionales, Halliburton o para
        un Israel agresivo y expansionista. África del norte y Oriente Medio no
        son para nosotros ni para las corporaciones norteamericanas, son
        para los árabes.
        
        Y tampoco queremos que las grandes ciudades de España, Francia,
        Dinamarca y Gran Bretaña estén llenas de mezquitas y las calles
        controladas por las bandas de musulmanes. Europa no es para los
        musulmanes o africanos, es para los hijos de las naciones libres de
        Europa. ¡Europa para los europeos!
        
        ¡Cataluña para los catalanes. España para los españoles. Gran Bretaña
        para los británicos y nuestra Europa para los europeos!