VUESTRA GUERRA, NUESTROS MUERTOS

 

 

Seis soldados del ejército español han muerto en el Líbano. Habían optado por la noble profesión militar, a sabiendas de que ello les podía costar la vida. Han cumplido con su deber, obedeciendo disciplinadamente a su gobierno. El Partido Nacional Republicano se conduele hoy con sus familias. Es un trozo de España el que muere con ellos. Pero mientras permanezcan en nuestro recuerdo, “la muerte no es el final”.

 

A la vez, el Partido Nacional Republicano rehusa admitir que esos jóvenes soldados hayan sido “asesinados en un atentado terrorista”. Han resultado muertos en un enfrentamiento bélico con combatientes enemigos.

 

Es mentira que el ejército constituya una ong consagrada a distribuir margaritas y talante. Sus funciones son la disuasión y la guerra. Y es a una guerra a lo que les han sido enviados. Esto es lo que ha querido ocultar Rodríguez Zapatero para seguir manteniendo un embustero discurso pacifista. Hoy pretende engañar de nuevo a los españoles hablando de atentados terroristas contra una “misión humanitaria”, como cuanto presentó como “accidente” el ataque al helicóptero en el que otros 17 soldados españoles perdieron la vida en Afganistán.

 

Se ha destacado que nuestros soldados carecían de medio de protección adecuados. El ministro de Defensa ha reconocido que los blindados de nuestras tropas en El Líbano no tenían inhibidores de frecuencia, necesarios para neutralizar la activación de explosivos a distancia. Pero lo más grave no es la ausencia de esos inhibidores. Es la omnipresencia de inhibidores de la verdad que caracteriza al gobierno de Rodríguez Zapatero. ¿Hasta cuando vamos a soportar su siniestra demagogia? A todas horas nos abruma con sus “ansias infinitas de paz”, mientras que  en el interior ha dado cobertura al rearme etarra  y, en el exterior, multiplica la presencia de nuestras tropas en Afganistán, El Líbano, Bosnia y Kosovo con el tocomocho del humanitarismo. Sin olvidar la guardia pretoriana que se ha montado, con el pretexto de las “emergencias”, temeroso de que un día el pueblo español quiera ajustar cuentas.

 

El PP, por su parte, reconoce que en El Líbano estamos en un escenario de guerra. Pero aplaude abiertamente nuestra presencia en esa guerra. Según Rajoy, España debe contribuir a “llevar la paz, la libertad y la democracia a todos los rincones del planeta”. Es decir, España debe ser una marioneta de la guerra desencadenada a escala cada vez más amplia por el imperialismo yanqui-sionista, y apoyada a trompicones por las potencias de la Unión Europea. Zapatero piensa y hace exactamente lo mismo. Pero se niega hipócritamente a reconocerlo, pues para él la única guerra en la que hemos intervenido ha sido la de Iraq que apoyó Aznar.

 

Ni las “misiones de paz” de Zapatero, ni las fiebres bélicas de Rajoy, todas ellas bendecidas por La Zarzuela, convienen a los intereses nacionales de España. ¿Para qué estamos hoy en El Líbano? Es muy claro. Como ha dicho la primera ministra alemana, “estamos para proteger a Israel". Estamos para impedir ataques de Hezbulá que, al desencadenar la correspondiente reacción hebrea, podrían provocar la intervención de Irán o Siria. ¿Se trata de una labor de “interposición humanitaria”? Es una misión inhumana, pues protege el “derecho” del “pueblo elegido” a seguir ocupando una tierra que no le pertenece, con la Biblia como único título de propiedad. ¿Significa esto un apoyo al fundamentalismo islámico que parasita la desesperación palestina? En absoluto: no tenemos porque elegir entre el racismo sionista y los matarifes de la yijad. Somos europeos racionales.  Las guerras entre delirantes y sanguinarios fanatismos brotados de los desiertos, no son nuestras guerras. 

 

Entretanto, el tirano alahuí contempla con fruición como España se deshilacha, brindándole la ocasión de nuevas “marchas verdes” sobre Ceuta, Melilla y, si cabe, Canarias. Ésta es la perspectiva real que puede imponer una justa respuesta bélica por parte de España. Una respuesta para la que debiéramos prepararnos, en lugar de cubrir de zalemas al sátrapa marroquí.  

 

  Por lo tanto

 

·         Honores y reconocimientos de soldados caídos en acción de guerra a los seis jóvenes que han perecido en El Líbano.

·         Fuera tropas españolas de Líbano, Afganistán, Bosnia y Kosovo.

  • Dignificación y nacionalización de nuestras fuerzas armadas: ¡no deben ser lastimosas ONGs, ni tropas auxiliares de intereses ajenos a España!

Secretaría General del Partido Nacional Republicano