Un
usuario envió una nota de Cuba Debate que denuncia los lazos entre una
red de rabinos mafiosos en Nueva Jersey, USA, y el ejército israelí para
la comercializació
n de órganos de activistas palestinos muertos.
EL
EJÉRCITO ISRAELÍ TRAFICA CON LOS ÓRGANOS DE SUS ENEMIGOS
“Soy lo que podríais llamar un ‘casamentero’ dijo Levy Izhak
Rosenbaum de Brooklyn, EE.UU., en una grabación secreta con un agente del
FBI, que pretendió ser un cliente. Diez días después, a fines de julio
de este año, Rosenbaum fue arrestado en conexión con una amplia red de
corrupción descubierta en Nueva Jersey: rabinos, funcionarios elegidos y
de confianza se habían involucrado durante años en el lavado de dinero y
en tráfico ilegal de órganos, que operaba como una red al estilo
Soprano. Según su propia declaración compraba órganos de gente
necesitada en Israel por 10.000 dólares y los vendía a pacientes
desesperados en EE.UU. por 160.000 dólares. El tiempo de espera para riñones
es de un promedio de nueve años.
Las acusaciones han estremecido la industria estadounidense de los
trasplantes. Si es verdad, es el primer tráfico de órganos documentado
en EE.UU., dijeron expertos en el New Jersey Real-Time News.
Cuando le preguntaron cuántos órganos ha vendido, Rosenbaum respondió:
“Bastantes. Muchos. Hasta ahora nunca he fracasado,” alardeaba. Su
negocio ha funcionado desde hace mucho tiempo.
Francis Delmonici, profesor en Harvard de Cirugía de Trasplantació
n, y miembro del consejo de directores de la Fundación Nacional del Riñón,
dijo en el mismo periódico que un tráfico similar de órganos en Israel
tiene lugar en otros sitios del mundo. Aproximadamente un 10% de los
63.000 trasplantes de riñones en el mundo son hechos ilegalmente, dice
Delmonici.
Países muy conocidos por esta actividad ilegal son Pakistán, las
Filipinas y China, donde se cree que órganos han sido tomados de
prisioneros ejecutados. Pero los palestinos tienen fuertes sospechas de
que sus jóvenes han sido capturados y, como en China y Pakistán,
sirvieron de reservas de repuestos antes de ser asesinados. Una sospecha
muy seria que plantea suficientes dudas como para que el TPI, Tribunal
Penal Internacional, debiera definitivamente abrir una investigación de
si se trata de un caso de crímenes de guerra israelíes.
Israel ha estado repetidamente en dificultades por su manera poco ética
de ocuparse de órganos y trasplantes. Países que incluyen a Francia ya
interrumpieron la cooperación al respecto con Israel en los años
noventa, y el Jerusalem Post escribió que “se espera que otros países
en Europa sigan pronto el ejemplo de Francia.”
La mitad de los nuevos riñones que los israelíes han implantado desde
comienzos de la década del 2000 han sido comprados ilegalmente de Turquía,
Europa Oriental o Latinoamérica. Las autoridades sanitarias israelíes
están perfectamente informadas del negocio, pero no hacen nada por
detenerlo. En 2003 se reveló en una conferencia que Israel es el único
país occidental en el que la profesión médica no condena el tráfico
ilegal de órganos o emprende alguna acción contra los doctores
involucrados en ese comercio criminal. Al contrario, importantes médicos
en los principales hospitales participan en la mayoría de los trasplantes
ilegales, según Dagens Nyheter (5 de diciembre de 2003).
En un intento por superar la escasez de órganos en el país, el entonces
ministro de salud, Ehud Olmert, realizó una importante campaña en el
verano de 1992 para lograr que la población israelí se ofreciera como
donantes de órganos. Se distribuyó medio millón de panfletos en periódicos
locales en los que se invitaba a los ciudadanos a inscribirse para donar
sus órganos después de su muerte. Ehud Olmert fue el primero en firmar.
Dos semanas después, el Jerusalem Post escribió que la campaña había
tenido un resultado exitoso. No menos de 35.000 personas habían firmado;
usualmente son 500 por mes. En el mismo artículo, la periodista Judy
Siegel escribió que la brecha entre oferta y demanda seguía siendo
grande. La fila de espera para trasplantes de riñones era de 500
personas, pero sólo 124 pudieron someterse a la cirugía. De las 45
personas que necesitan un nuevo hígado, sólo tres tuvieron la
oportunidad de recibir un nuevo órgano en Israel.
Durante esa campaña por órganos, desaparecieron jóvenes palestinos y
fueron devueltos de noche a sus aldeas cinco días después, muertos y
hendidos.
Las noticias sobre los cuerpos mutilados aterrorizaron a la población en
Cisjordania y Gaza. Se habló de un aumento dramático en la cantidad de jóvenes
desaparecidos con los subsiguientes funerales nocturnos de cuerpos
autopsiados.
Bilal
Achmed Ghanan, de 19 años, fue muerto a tiros y retirado por soldados
israelíes. Su cuerpo fue devuelto, cosido desde el estómago hasta el
mentón.
Bilal Achmed Ghanan, de 19 años, fue muerto a tiros y retirado por
soldados israelíes. Su cuerpo fue devuelto, cosido desde el estómago
hasta el mentón. Foto: Donald Boström
Yo estaba en el área trabajando en la preparación de un libro cuando
personal de la ONU, preocupado por los acontecimientos, se puso varias
veces en contacto conmigo. Los que lo hicieron pensaban que realmente había
tenido lugar el robo de órganos, pero no estaban en condiciones de hacer
algo. Por cuenta de una compañía de televisión, anduve por ahí y hablé
con una gran cantidad de familias palestinas en Cisjordania y Gaza, que
dijeron que a sus hijos les habían robado órganos antes de ser
asesinados. Uno de los ejemplos que vi en ese espeluznante viaje fue el de
un joven lanzador de piedras, Bilal Achmed Ghanan.
Era casi medianoche cuando se escuchó el ruido de motores de una columna
militar israelí en los alrededores de la aldea Imatin en el norte de
Cisjordania. Los dos mil habitantes de la aldea permanecieron despiertos y
se quedaron como sombras silenciosas en la oscuridad. Algunos estaban
sobre los techos, otros detrás de cortinas, casas o árboles, que los
protegían en las tinieblas durante el toque de queda, pero les permitían
ver claramente lo que se convertiría en un cementerio para el primer mártir
de la aldea. Los militares habían cortado toda la electricidad alrededor
de la aldea y el lugar fue convertido en un área de exclusión militar -
ni un gato podía moverse al aire libre sin arriesgar su vida. El
ensordecedor silencio de la oscuridad sólo era interrumpido por sollozos
quedos y no puedo recordar si lo que nos hacía estremecer era el frío o
la excitación. Cinco días antes, el 13 de mayo de 1992, una fuerza
especial israelí había organizado una emboscada en la carpintería de la
aldea. Su objetivo era Bilal Achmed Ghanan, de 19 años, uno de los
activos jóvenes palestinos que lanzaban piedras y dificultaban la vida de
la potencia ocupante.
Bilal Ghanan era uno de los principales lanzadores de piedras, y los
israelíes lo habían buscado durante un par de años. Eso significó que
él, junto con otros chicos que lanzaban piedras, vivía al aire libre en
los cerros de Nablus. Ser capturado significaba la muerte, y las historias
sobre la tortura no mejoraban las cosas. Por lo tanto se quedaban en los
cerros. Pero por algún motivo, Bilal bajó un día de las montañas y se
paseó sin protección por la aldea frente a la casa del carpintero en ese
día desafortunado a mediados de mayo. Ni siquiera Talal, su hermano
mayor, pudo decir por qué bajó precisamente ese día; tal vez se les había
acabado la comida y necesitaban reabastecerse.
Jóvenes
palestinos lanzan piedras y botellas de vidrio a soldados israelíes en el
norte de la Franja de Gaza. En esta área Bilal Achmed Ghanan fue muerto a
tiros y abierto en el hospital. “Nuestros
hijos son utilizados como suministro de órganos”,
dicen los palestinos.
Todo anduvo bien para las fuerzas especiales israelíes. Apagaron sus
cigarrillos, dejaron a un lado sus latas de Coca-Cola y apuntaron
tranquilamente a través de la ventana rota. Cuando Bilal estuvo
suficientemente cerca, sólo tuvieron que apretar el gatillo. El primer
tiro dio en su pecho. Según aldeanos que presenciaron el incidente, luego
le dispararon en cada pierna. Entonces dos soldados salieron corriendo de
la carpintería y le dispararon una vez más en el estómago. Finalmente,
lo tomaron por los pies y lo arrastraron por los 20 peldaños de la
escalera de piedra de la carpintería. Los aldeanos dicen que personal de
la ONU y de la Media Luna Roja que estaba cerca y oyó los tiros llegó
para atender a los heridos. La discusión sobre quién se ocuparía de la
víctima terminó cuando la fuerza israelí cargó al gravemente herido
Bilal en un jeep y lo condujo hacia el exterior de la aldea. Allí los
esperaba un helicóptero militar que se llevó a Bilal con destino
desconocido.
Cinco días después lo devolvieron en la oscuridad, muerto y envuelto en
tejido verde del hospital. Cuando la columna militar que había recogido a
Bilal del centro de autopsia Abu Kabir en las afueras de Tel Aviv se
detuvo en el lugar de su sepultura, alguien reconoció al jefe militar
israelí como capitán Yahya. “El más difícil de todos ellos,”
murmuró en mi oído la persona en la oscuridad. Cuando los hombres del
capitán Yahya cargaron el cuerpo y cambiaron el tejido verde por uno de
algodón ligero, unos pocos parientes varones fueron escogidos para hacer
el trabajo: excavar el suelo y mezclar cemento.
Junto al ruido de palas se escuchaban las risas ocasionales de los
soldados, que bromeaban mientras esperaban para volver. Cuando bajaron a
Bilal a la tumba, se descubrió su pecho y los pocos presentes
repentinamente vieron el abuso al que había sido sometido. Bilal
no era el primero en ser enterrado con un corte desde el abdomen hasta el
mentón y la
especulación sobre la intención había sido incontrolada.
Las familias palestinas afectadas en Cisjordania y Gaza estaban seguras de
lo que había ocurrido a sus hijos. “Nuestros
hijos fueron utilizados como donantes forzados de órganos,”
me dijeron parientes de Khaled de Nablus, así como la madre de Raed de
Jenin y los tíos de Mahmod y Nafes de Gaza, todos los cuales
desaparecieron durante varios días y volvieron tarde de noche, muertos y
hendidos.
¿Por qué tuvieron los cuerpos hasta cinco días antes de que los pudiéramos
enterrar? ¿Qué sucedió con los cuerpos mientras tanto? ¿Y para qué la
autopsia si la causa de muerte es obvia, y en todos los casos contra
nuestra voluntad? ¿Y por qué devuelven los cuerpos durante la noche? ¿Y
por qué con una escolta militar? ¿Y por qué clausuran el área para el
funeral? ¿Y por qué cortan la electricidad? Las preguntas del tío de
Nafes son muchas e indignadas.
Las familias de los palestinos asesinados ya no tenían preguntas al
respecto.
El portavoz del ejército israelí, por su parte, dijo que las
afirmaciones sobre robos de órganos eran inventos de los palestinos.
Todos los palestinos que fueron muertos fueron sometidos rutinariamente a
autopsias, dijo.
Bilal Achmed Ghanem fue uno de 133 palestinos muertos de diversas maneras
ese año. Según estadísticas palestinas, las causas de las muertes
fueron: tiroteos callejeros, explosiones, golpizas, gas lacrimógeno,
atropellos intencionales, ahorcamientos en prisión, disparos en escuelas,
muertos en casa, etc. De las 133 personas muertas desde cuatro meses hasta
88 años, 69 fueron autopsiadas, es decir sólo la mitad de los muertos.
La autopsia rutinaria de los palestinos muertos mencionada por el vocero
del ejército no es la realidad en los Territorios Ocupados. Las preguntas
siguen existiendo.
Sabemos que la necesidad de órganos en Israel es grande, que desde hace
tiempo existe un amplio tráfico ilegal de órganos; que es realizado con
el beneplácito de las autoridades, que hay doctores importantes
involucrados en los principales hospitales, así como funcionarios a
diferentes niveles. Y sabemos que los jóvenes palestinos desaparecieron,
y que fueron devueltos cinco días después en secreto, durante la noche,
hendidos y vueltos a coser.
Es hora de hacer la luz sobre esta macabra actividad y de lo que sucede y
ha estado sucediendo en los territorios ocupados por Israel desde que
comenzó la Intifada. |