PAKISTÁN: LA GUERRA NECESARIA por la Agencia Kali-Yuga
El 11 de septiembre de 2001 ha marcado un verdadero punto de inflexión en la historia pues ha significado el comienzo del declive del poder norteamericano en el mundo. Y ello puede verse diáfanamente ahora analizando ciertos efectos. Antes de esa fecha EEUU era la potencia económica principal del planeta. El dólar se cotizaba a 0,70 centavos de euro, el petróleo se vendía a 35 dólares el barril y el oro a 250 la onza. Hoy, como una prueba ostensible de tal decadencia, la situación se invertido trágicamente para dicho país: el euro se compra casi a un dólar con cincuenta, el barril de petróleo a 100 dólares y el oro a 830. Esto se explica por el hecho de que es el poder político norteamericano el que determina el valor de su moneda, que como sabemos es de carácter fiduciario; por lo que la razón principal del declive de la misma se debe a la caída en el prestigio de Norteamérica como potencia universal e invencible. Ello ha sido justamente porque el 11 S puso en duda tal carácter y por tal razón ha resultado plenamente comprensible que el presidente Bush haya querido emprender una guerra punitiva en contra de quienes pusieron en el tapete la convicción respecto de su poder ilimitado y omnicomprensivo. La única manera de recuperar el prestigio perdido era la derrota y aniquilamiento de quienes lo habían cuestionado. Ésta es la razón última que explica la invasión a Afganistán, en tanto que era en dicho país donde se encontraba la plana mayor de aquella organización que había realizado el 11S, así como la alianza simultánea con el presidente pakistaní Musharraf quien, en aras de mantenerse en el poder, no hesitó en traicionar a su anterior aliado talibán. El primer año de dicha guerra, gracias principalmente a tal colaboración, significó un duro golpe para dicho movimiento quien vio caer uno tras uno a sus principales cuadros dirigentes. Y todo habría podido llegar a un punto final de disolución y recuperación consecuente del prestigio perdido a no ser que, de manera por demás genial, Bin Laden que es un gran estratega, pergeñó una habilísima maniobra, la que ahora se ha podido conocer plenamente, consistente en engañar a los servicios de inteligencia norteamericanos respecto de una alianza secreta que habría existido ente el líder de Al Qaeda y el jefe de gobierno iraquí, Saddam Hussein, quien se habría sentido sumamente defraudado por el abandono que le prodigara EEUU en su fallida invasión a Kuwait. La cadena noticiosa CBS ha informado recientemente que un refugiado iraquí, de nombre Rafid Ahmed Alwan, haciéndose pasar como ingeniero químico exiliado, le hizo creer a la CIA que Saddam tenía arsenales de armas químicas y biológicas listas para ser utilizadas en contra de occidente utilizando para ello a miembros de Al Qaeda dispuestos a inmolarse. Basados en este informe falso producido por la red de Bin Laden, EEUU creyó oportuno invadir Irak, alentado además como estaba por la rápida victoria obtenida en Afganistán y la manera efectiva con la que había podido dar en poco tiempo con un importante número de miembros de aquella organización. Sin embargo ése fue el gran error de Bush y el comienzo irreversible de su fracaso. Invadiendo Irak descuidó la retaguardia en Afganistán, cuya guerra estaba lejos de haber terminado. De este modo le permitió a Al Qaeda y a los talibanes reorganizarse e incluso crecer en el mismo Irak, una vez que Saddam ya no estaba más en el poder; y a partir de allí como una bola de fuego extenderse hacia otras partes como el Cuerno de África, el Magreb y el mismo Pakistán. Luego de cuatro años de haber cometido ese grueso error, determinado por el genial engaño de Bin Laden, la situación es la siguiente. En vez de recuperarse del sacudón del 11S, el prestigio norteamericano ha ido vertiginosamente en picada. En Irak Saddam no está más en el poder pero en su lugar se encuentran operando Al Qaeda en la Mesopotamia, organización inexistente antes de la guerra y las milicias radicales chiítas de Al Sadr. Cada día que pasa se suma una nueva derrota para los EEUU. En Afganistán los talibanes han recuperado gran parte del territorio perdido y el presidente puesto por EEUU en tal país es apenas el intendente de Kabul. A su vez Al Qaeda ya tiene un territorio propio en Pakistán. El recientemente constituido sultanato de Swat actúa aplicando las principales consignas de Bin Laden, tales como la sharia y el califato. Del mismo modo que las dos provincias de Waziristán hoy en absoluta autonomía gobernadas por talibanes. Pero el problema de Pakistán es más grave que los demás pues dicho país tiene 80 armas nucleares disponibles, las cuales representan un verdadero peligro para los EEUU en caso de extenderse el dominio de Al Qaeda en tal región debido a lo endeble que resulta el gobierno de Musharraf. Es por tal razón que Bush ha comprendido que es en tal país en donde se deberá resolver el conflicto con Al Qaeda en tanto que también ha entendido que solamente eliminando a tal organización su nación recuperará el prestigio perdido. La captura o muerte de Bin Laden y de la plana mayor de Al Qaeda es en estos momentos la meta principal de su política internacional. Para ello ha comenzado a aplicar el siguiente plan. Primeramente ha estimulado la llegada de Benazir Bhutto a tal país pues consideró que de este modo crearía un conflicto interno de gran envergadura al tratarse de una persona odiada por los fundamentalistas en tanto la asocian estrechamente al occidente. Efectivamente, el mismo día de su llegada un feroz atentado causó unos 150 muertos. Su presencia aceleró así el estado de guerra interna que hoy vive el país y una situación de caos que justificaría una intervención norteamericana para restablecer los derechos humanos y la democracia. Esto explica también que se haya aligerado el conflicto con Irán, del cual ya se sabe que carece de capacidad tecnológica suficiente como para tener una bomba atómica en un plazo breve de tiempo. Por tal razón en el día de la fecha EEUU ha liberado a los nueve guardias revolucionarios iraníes que tenía prisioneros en Irak acusados de colaborar con la insurgencia. Por supuesto que habrá sectores fanáticos, especialmente en Israel, que consideran que Irán es el verdadero enemigo. Pero Bush y la clase política norteamericana saben perfectamente que el problema está en Pakistán y que es allí hacia donde hay que dirigirse si se quiere terminar con Al Qaeda y la insurrección talibán en Afganistán. Los próximos días serán fundamentales para perfilar los nuevos acontecimientos. Las cartas están echadas. Norteamérica se juega su supervivencia como gran potencia. AGENCIA KALI-YUGA Buenos Aires, 9-11-07
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