PALESTINA, SESENTA AÑOS DE HUMILLACIONESpor Pedro Marset, Presidente de la Asociación Solidaridad con el Pueblo Palestino (La Opinión de Murcia - España) La conmemoración del sesentas aniversario de la creación por parte de la ONU del Estado de Israel pone en evidencia la injusta conducta del pueblo europeo hacia los palestinos. La confluencia de la mala conciencia alemana por el Holocausto, el interés británico y estadounidense por el control de la zona del petróleo, y la presión del sionismo militante exigiendo una patria étnica y religiosa llevan a esa creación dividiendo la patria palestina, sin consultar con sus dueños. Patria palestina en la que desde miles de años convivían de forma pacífica las distintas religiones y etnias. Esa presión belicosa sionista conduce a la Nakba, la noche de la tragedia que conmemora también este año su sexagésimo aniversario, por la que miles de palestinos fueron aterrorizados y expulsados violentamente de sus hogares, más allá de lo decidido por la ONU, por el afán expansionista. De esta forma si la decisión originaria fue mitad y mitad del territorio palestino para dos Estados, uno israelí y otro palestino, hoy Palestina no llega al 23% de esa superficie. Hay que añadir a ello su ulterior división en dos zonas, Cisjordania y Gaza, la existencia de cientos de miles de asentamientos, colonias israelíes, dentro de Cisjordania, ilegales, la anexión de Jerusalén Este, la construcción del Muro del apartheid en territorio palestino y la ocupación humillante de Palestina por el ejército de Israel, igualmente ilegal. Tenía razón Albert Einstein cuando renunció a la oferta de ser presidente del Estado de Israel al advertir que era contrario a un Estado confesional y no democrático, que no respetase los derechos humanos para todos. Nosotros, los europeos, hemos vivido estos sesenta años la tragedia del pueblo palestino mirando hacia otro lado. Más aún, colaborando con el país agresor, Israel, en sus pretensiones expansionistas. Hay que admitir que no puede haber paz en el Mediterráneo sin una solución justa al conflicto entre Israel y Palestina. Solución que pasa por el estricto cumplimiento de la legislación internacional y de las resoluciones de la ONU. Es decir, el derecho al retorno de los miles y miles de palestinos expulsados de sus hogares o la compensación correspondiente, la eliminación de los asentamientos ilegales en Palestina, con sus compensaciones correspondientes por el robo cometido tanto de las tierras, las cosechas, el agua, etc., la demolición del Muro del apartheid, la devolución de Jerusalén Este, el retorno a las fronteras de 1967, la garantía de no agresión, con respeto a las resoluciones de la ONU. En este cometido está claro que Europa debe tener la voz cantante puesto que Estados Unidos no puede intervenir de forma positiva al estar su política en la zona dictada por los intereses de Israel, como se vio en la guerra de Iraq, y Rusia ha dejado de tener influencia. Hay que recordar que el 80% del comercio de Israel va dirigido a Europa, de ahí la capacidad de influencia de ésta. La intervención de Europa pasa por la presión de sus pueblos, puesto que sus Gobiernos en general, obedecen los dictados de Estados Unidos. La solución, como no puede ser de otra forma, ha de ser negociada y pacífica, dentro del marco de la ONU, no de forma bilateral entre israelíes y palestinos, puesto que esa bilateralidad es asimétrica, del opresor frente al oprimido. Por esa razón la presión de la sociedad europea, española y murciana es determinante para conseguir tal solución.
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