Hay una virtud que no se pude negar de quien fuera el político más
influyente del siglo XX en la Argentina, Juan Domingo Perón, y es
su capacidad de oratoria, acompañada por un carisma que poseen sólo
los grandes líderes y una dialéctica equilibrada que le permitía
llegar al corazón de quienes eran, directa o indirectamente, los
destinatarios de sus discursos: los más humildes.
Era, además, poseedor indiscutible de una capacidad intelectual
prodigiosa, junto a una verba equilibrada que podía amoldar según
el auditorio, ya sean políticos, sindicalistas, militares,
periodistas y, especialmente, la masa de trabajadores.
Producto de esta cualidad, fueron sus memorables frases, que aún
hoy perduran en el tiempo, como: "Para un argentino no hay
nada mejor que otro argentino", "La única verdad es la
realidad" o una de las más célebres, "Mejor que decir
es hacer, y mejor que prometer es realizar".
Incluso en las definiciones era fantástico; al ser consultado
sobre que era el justicialismo, respondía, palabras más,
palabras menos: "Socialmente justo, económicamente
independiente, y políticamente soberano". ¿Quién podría
estar en contra de estas premisas?
Lógicamente, como en muchos órdenes de la vida, una cosa es la
teoría y otra la realidad, y ya que estamos citando frases célebres,
podríamos decir: "Del dicho al hecho, hay un largo
trecho"... un claro ejemplo de ello es el discurso que
pronunciara el general con motivo de asunción a su tercera
presidencia.
Un discurso impecable, pragmático, conciliador y, curiosamente
hoy más actual que nunca, por lo que podemos pensar dos cosas:
Que Perón era un visionario, un adelantado a su época o que
quienes lo sucedieron, especialmente los que invocan al
justicialismo, son unos perfectos inútiles. Aunque, para hacer
honor a la verdad, las dos cosas son ciertas.
Veamos pues, algunos pasajes de dicho discurso:
-"Llego casi desencarnado. Nada puede
perturbar mi espíritu porque retorno sin rencores ni pasiones,
como no sea la pasión que animó toda mi vida: servir lealmente a
la Patria."
-"La situación del país es de tal
gravedad que nadie puede pensar en una reconstrucción en la que
no debe participar y colaborar. Este problema, como ya lo he dicho
muchas veces, o lo arreglamos, entre todos los argentinos o no lo
arregla nadie. Por eso, deseo hacer un llamado a todos, al fin y
al cabo hermanos, para que comencemos a ponernos de acuerdo."
-"Nadie ha de ser unilateralmente
perjudicado, pero tampoco ninguno ha de pretender medrar con el
perjuicio o la desgracia ajena. No son estos días para
enriquecerse desaprensivamente, sino para reconstruir la riqueza
común, realizando a una comunidad en la que cada uno tenga la
posibilidad de realizarse."
-"No estamos en condiciones de seguir
destruyendo frente a un destino preñado de acechanzas y peligros.
Es preciso volver a lo que en su hora fue el apotegma de nuestra
creación: de casa al trabajo y del trabajo a casa."
-"...tenemos que corresponder a un pueblo
que ha demostrado ser maravilloso. Para ello elijamos los mejores
hombres, provengan de donde provinieren, acopiemos la
mayor cantidad de materia gris, todo juzgado por sus genuinos
valores en plenitud y no por subalternos intereses políticos,
influencias personales o bastardas concupiscencias."
-"Si en las Fuerzas Armadas de la República,
cada ciudadano, de general a soldado, está dispuesto a morir
tanto en defensa de la soberanía nacional como del orden
constitucional establecido, tarde o temprano han de integrarse al
pueblo que ha de esperarlas con los brazos abiertos como se espera
a un hermano que retorna al hogar solidario de los
argentinos."
-"Hay que volver al orden legal y
constitucional como única garantía de libertad y justicia. En la
función pública no ha de haber cotos cerrados de ninguna clase y
el que acepte la responsabilidad ha de exigir la autoridad que
necesita para defenderla dignamente. Cuando el deber está por
medio los hombres no cuentan sino, en la medida en que sirvan
mejor a ese deber. La responsabilidad no puede ser patrimonio de
los amanuenses."
-"Cada argentino, piense como piense y
sienta como sienta, tiene el inalienable derecho a vivir en
seguridad y pacíficamente. El Gobierno tiene la insoslayable
obligación de asegurarlo. Quien altere este principio de la
convivencia, sea de un lado o de otro, será el enemigo común que
debemos combatir sin tregua, porque no ha de poderse hacer nada en
la anarquía que la debilidad provoca o en la lucha que la
intolerancia desata."
-"Conozco perfectamente lo que está
ocurriendo el país. Los que crean lo contrario se equivocan.
Estamos viviendo las consecuencias de una postguerra civil que,
aunque desarrollada embozadamente, no por eso ha dejado de
existir. A ello se le suma las perversas intenciones de los
factores ocultos que, desde la sombra, trabajan sin cesar tras
designios no por inconfesables menos reales."
-"Deseo advertir a los que tratan de
infiltrarse en los estamentos populares o estatales, que por ese
camino van mal.
Así, aconsejo a todos ellos tomar el único camino genuinamente
nacional: cumplir con nuestro deber de argentinos sin dobleces ni
designios inconfesables. Nadie puede ya escapar a la tremenda
experiencia que los años, el dolor y los sacrificios han grabado
a fuego en nuestras almas y para siempre."
-"En el final de este camino está la
Argentina potencia, plena de prosperidad, con habitantes que
puedan gozar del más alto standard de vida, que la tenemos
en germen y que sólo debemos realizar. Yo quiero ofrecer mis últimos
años de vida a un logro que es toda mi ambición. Sólo necesito
que los argentinos nos crean y nos ayuden a cumplirla."
-"La inoperancia, en los momentos que
tenemos que vivir, es un crimen de lesa patria. Los que
estamos en el país tenemos el deber de producir, por lo menos, lo
que consumimos. Esta no es hora de vagos ni de inoperantes. Los
científicos, los técnicos, los artesanos y los obreros que estén
fuera del país deben retornar a él a fin de ayudarnos en la
reconstrucción que estamos planificando y que hemos de poner en
ejecución en el menor plazo."
-"A los enemigos, embozados, encubiertos o
disimulados, les aconsejo que cesen en sus intentos, porque cuando
los pueblos agotan su paciencia suelen hacer tronar el
escarmiento."
Indudablemente, si cualquier político que hoy
asuma la Presidencia de la Nación pronunciara este discurso, haría
bramar al pueblo y lo aplaudirían hasta enrojecer sus manos.
Pero como dijimos, una cosa es la teoría y otra la realidad, y
lamentablemente la muerte del viejo líder convirtió a este
discurso en "historia no comprobable".
Lo que sí es comprobable es que, si esta era la filosofía
Justicialista, ninguno de los gobiernos peronistas que lo
sucedieron hizo lo que proponía Perón, ya que hoy, a más de 30
años, seguimos teniendo esos mismos temas para solucionar y más.
Esto determina que ninguno de sus discípulos siguió su doctrina,
ya sea por incapacidad, negligencia, o intereses personales.
Otra cosa indiscutible es que si se aplicaran las ideas que Perón
planteaba en este discurso, hoy, la situación argentina sería
muy distinta. Será por eso que el ex presidente Kirchner y su
esposa tratan de no pronunciar la palabra Justicialismo, y se
identifiquen con el Frente Para la Victoria, que a pesar de
estar en el poder gracias al aparato y los votos justicialistas
hacen todo lo contrario; por eso... ¿no sería mejor volver al
peronismo?