PERROS
DE LA GUERRA DE MALVINAS
por
Oscar J. Planell Zanone / Oscar A. Turone – Patricios de Vuelta de
Obligado.
Relato
del Cbo 1º VGM Omar Liborio del GA 101, Ejército Argentino.
La
Infantería de Marina de la Armada Argentina cuenta con el honor de haber
destacado perros de guerra en la Gesta de Malvinas de 1982, contándose
con numerosas actuaciones heroicas por parte de estos "soldados".
De la
dotación de perros de guerra de la ARA Veteranos de Malvinas, el que
superó a todos en longevidad, fue Vogel, un ovejero alemán nacido en la
Base Naval de Puerto Belgrano e hijo de Tell y Nixie, también nacidos en
la BNPB. Luego de la Gesta de Malvinas presidió todas las ceremonias de
la Unidad luciendo en su capa la condecoración de Veterano de Guerra de
Malvinas, y al fallecer el 1 de diciembre de 1991, fue enterrado en la
BNPB mirando hacia las Islas Malvinas y con un monumento en honor a los
perros Veteranos de Guerra.
Xuavia
La
perra Xuavia estaba preñada cuando partió a la Gesta de Malvinas, siendo
su Guía el Soldado C/62 Carlos Silva del Batallón Seguridad ARA Agrupación
Perros de Guerra. En la noche del 13 al 14 de junio, luego de soportar un
intenso bombardeo británico sobre las posiciones argentinas, Xuavia
regresaba junto a las tropas patriotas a Puerto Argentino pero
repentinamente se separó y corrió hacia la negrura de la noche. Varias
horas después fue encontrada dándole calor con su cuerpo a un soldado
argentino herido, el cual fue llevado prontamente hacia el hospital por
los camilleros y enfermeros del Ejército. De no haber sido por Xuavia ese
soldado habría muerto congelado y desangrado. Luego del conflicto Xuavia
regresó a su base naval y dio a luz a nueve cachorros con parto normal.
El padre fue Duque.
Tom
El
camión me esperaba afuera, junto a mis soldados y los equipos. Tomé un
gran manojo de camperas y me dirigí a la carrera, pero se me cruzó un
perro de la base que habíamos criado desde cachorro y me hizo caer. Me
levanté maldiciendo, tomé otra vez las camperas y retomé mi camino,
pero a los pocos metros otra vez el perro me hizo caer. De la bronca, lo
tomé y le dije "Estás jodiendo, entonces venís con nosotros a
Malvinas" y lo subí al camión.
Al ver
el perro, el soldado Cepeda me preguntó asombrado "¿Y eso mi Cabo
Primero? ¿Como se llama el perro?"
Entre
risas le contesté "Desde hoy se llama Tom, porque vamos al Teatro
de Operaciones Malvinas".
Al
poco tiempo se transformó en el ser mas mimado y querido entre todos,
pero debíamos ocultarlo de los superiores, por eso en las inspecciones
siempre estaba dentro de algún bolso, campera o saco de dónde solo salía
su hocico para respirar. Luego de unos días de espera en Santa Cruz
partimos en un Hércules hacia las Islas Malvinas transportando a nuestro
personal, dos cañones Sofma, un Unimog y desde luego a Tom, que para esa
altura ya era otro soldado movilizado del Grupo de Artillería 101.
En
Malvinas Tom se comportó como un bravo artillero. Cuando tirábamos con
la máxima cadencia de fuego hacia los británicos, él se paraba delante
del cañón como el mejor de los combatientes; siempre ladraba y jugaba
con aquél que estaba bajoneado en los momentos de calma para darle ánimo;
cuando había "alerta roja de bombardeo naval" era el
primero en salir del refugio para buscar a los más alejados y el último
en entrar a cubrirse; y muchas veces su instinto canino presintió los
bombardeos aéreos antes que se gritara la alarma, lo cual manifestaba con
ladridos que ya conocíamos. Compartía con nosotros la comida y los
soldados le fabricaron un abrigo con los gorros de lana y bufandas.
El 11
de junio, a las 11:15 hs, un avión pirata se lanzó frenéticamente sobre
nuestra posición bombardeando nuestro cañón y haciéndolo estallar,
nosotros corrimos a cubrirnos y Tom, como siempre, parado sobre una roca
ladraba dando la señal de alerta. El avión efectuó otra pasada, esta
vez ametrallando con furia nuestra tropa que repelía el ataque con
fusiles, en ésta oportunidad varios fueron heridos (yo entre ellos), y
Tom, que corría avisándoles a los más distantes fue alcanzado por las
esquirlas. El humo y el olor a pólvora cubrieron el lugar. Como pudimos,
heridos, buscamos a Tom y lo encontramos tendido sobre una piedra inmóvil,
con sus grandes ojos negros mirándonos y despidiéndose lentamente de sus
camaradas.
Allí
quedó para siempre nuestro cañón y el mejor testigo de esta Gesta,
nuestro querido Tom. Allá en la fría turba malvinera él es otro bastión
argentino, que junto a los héroes que dieron su vida por la Patria,
significan soberanía y un especial estilo de vida. Cuando volví al
continente, en honor a él, todos los perros que tuve se llamaron Tom y
mientras yo viva así lo haré.
Tom en
Malvinas fue mi mejor amigo. ¡Y yo... jamás olvido a mis amigos!
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