QUIÉNES
HACEN POLÍTICA HOY (aquellos que han dejado de tomar riesgos por los otros) Desde
la filosofía estamos acostumbrados a poner títulos rimbombantes a las
cosas y así para caracterizar a los políticos de hoy hablamos de políticos
postmodernos como si los que hacen política hoy día hayan leído algo
sobre la polémica modernidad-postmodernidad. Craso error, nuestros políticos
hoy no leen y menos aún estudian. El
rasgo distintivo de los que hoy hacen política es que no se destacan en nada. Ya
no más un de Gaulle, un De Gasperi, un Adenauer, un Franco, un Sukarno,
un Nasser o un Perón, hoy tenemos a Sarkozy, Berlusconi, Merkel,
R.Zapatero, Bambang, Mubarak y Kirchner que no se destacan en nada, ni
sobre nadie. Estamos en plena etapa de la nivelación como gustaba decir
Max Scheler. La chatura política parece ser la ley de oro de nuestros
dirigentes. Ni hablar de las segundas líneas como ministros, secretarios
de Estado o directores nacionales. Hace
unos días leímos un excelente artículo de una socióloga española,
Blanca Muñoz, titulado sobre el
cinismo y su partido postmoderno en donde con mucho tino y agudo
sentido de la realidad, pinta a nuestros actuales políticos (1) Los
cínicos formaron en Grecia una escuela de filosofía fundada por Antístenes
(444 Hoy
un cínico no es como en la antigua Grecia un hombre alejado de los
placeres materiales sino un desvergonzado o un descarado que miente
expresamente, sin movérsele un pelo, en defensa de prácticas y actitudes
reprochables. Un cínico es aquel que no teme perder su dignidad porque no
la tiene. La dignidad no es un valor para un cínico. Esto es lo que son
quienes hacen política hoy cotidianamente. Y que ni decir de los
funcionarios de nuestros gobiernos posmodernos. El
cuerpo directivo del Estado se encuentra ocupado por hombres jóvenes,
(los viejos son una rémora que mejor archivar y, además son riesgosos,
pues nos pueden recordar de dónde provenimos y a dónde vamos) y así
ministros, secretarios, subsecretarios, directores nacionales “no se destacan en nada ni sobre nadie”, carecen en la mayoría de
los casos de profesión u oficio ejercido, es la dorada medianía del
Horacio pero entendida por lo bajo: dorada porque cobran suculentos
sueldos y viáticos (viatican en lugar de beaticar), sin ninguna
responsabilidad como contrapartida. Claro
está, la excusa es que los gobiernos de los que forman parte hoy no
solucionan los conflictos sino que solo los administran y así esperan que
por una suerte de fuerza mágica los problemas se desinflen y se arreglen
por sí solos. (en estos días
asesinaron públicamente a un militante trotskista en las calles de Buenos
Aires en una pelea sindical que viene desde hace años –no
resuelta por el ministerio público- y
el gobierno se desentendió porque la policía no fue. Como si la
inoperancia del ministerio de trabajo no formara parte del poder ejecutivo). Hoy
quienes hacen política no leen ni estudian, lo que quieren es estar al día
en una avidez de novedades infinita (twitter, email, radio, celular, tv)
en una sucesión de imágenes truncas que hacen de su vida un zapping. Un
permanente saltar de información a información si detenerse en ninguna.
La interpretación, la hermenéutica política ha sido desplazada por
“el fragote”. Esto es, el hilván cotidiano de alianzas y desalianzas
de unos con otros en pactos que duran la luz de un fósforo. El desgaste,
la pérdida de tiempo y energías laborales en “el fragote” cotidiano
por parte de los funcionarios del Estado, que son siempre políticos
reciclados en distintos puestos, hace que la solución de los problemas
sufran una postergación permanente. Esto
los lleva necesariamente a una actitud servil y aduladora ante quienes
ellos vislumbran con un poco de poder más que ellos y, por contrapartida,
a tornarse autoritarios con los que consideran más débiles. El perfil
autoritario es aquello que más se destaca en estos políticos de formación
progresista e ideológicamente light
que padecemos hoy en Nuestra América (Correa en Ecuador, Ortega en
Nicaragua, Kirchner en Argentina, Lugo en Paraguay). (2) Nosotros
hemos sufrido en carne propia esta actitud cuando hace un año ya un
subsecretario de Estado, un pequeño hombre ruin Marcio Barbosa, quien al
escucharme por radio caracterizar a Kirchner “como un necio que cree que sabe y no sabe y que solo aprende con la
pedagogía de la catástrofe”, y el pequeño hombre ruin salió
corriendo para pedir que me echaran del ministerio, cosa que hicieron. ¿Y
quién es Marcio Barbosa?. Es un abogado de la universidad católica que
no es ni peronista, ni socialista ni nacionalista ni nada, pero eso sí,
siempre ocupando cargos políticos. Unas veces con Solá y hoy con su
enemigo Kirchner. Será por eso que cuando muera le cantarán: “Si
vais por el cementerio y veis un cirio encendido, es Barbosa, que de
muerto sigue prendido”. Estos
nuevos políticos han producido el giro copernicano de dejar de vivir para
la política, como se hacía hace solo unos años atrás ( Frondizi,
Alfonsín, González, Lagos, Ovando Candia, Mitterrand, Fanfani) para
vivir de la política y tomarla y ejercerla como una salida laboral de
enriquecimiento personal rápido. El
mandato o norma mental y moral de quienes hoy hacen política es “estar
en la vanguardia siempre” como sea y a cualquier precio. Su avidez de
novedades es, como dijimos, ilimitada. Pero novedades que se agotan en sí
mismas y sólo para ser comunicadas en un sistema de humillación
vergonzosa y agradecida a sus superiores. Vestirse siempre a la moda,(las
corbatas celestes de Zapatero son las mismas de Rajoy y las mismas de
Kirchner , de Correa, de Piñeira) y hablar con los términos y taras
idiomáticas propias de esta subclase social: el político postmoderno,
para quien el pueblo pasó a ser “la gente”, los pobres los
“excluidos”, el imperialismo por “grupos concentrados”, liberación
por “bienestar”. Lo
paradójico es que cuando este tipo de hombre llega al grado más alto del
poder en un Estado, se transforma inmediatamente en una personalidad
autoritaria. Esto es, se hacen fuertes con los débiles y se humillan con
los fuertes. Quienes
hoy hacen política tienen dos temores fundamentales: 1) el resultado
negativo de las encuestas y 2) la opinión de los medios masivos de
comunicación. Así
las encuestas y las estadísticas son para ellos el único método posible
para la captura y manejo de la realidad, en tanto que la opinión que vale
no es tanto la opinión pública, la de la plaza pública, sino la opinión
publicada. Así,
la frivolidad y la banalidad se expresan en esta falta casi absoluta de
formación profesional del político postmoderno, quien en su orfandad
intelectual y espiritual confunde “la
estadística con una nueva metafísica”
como nota el gran filósofo americano Wagner de Reyna (3),
cuantificando lo no cuantitativo y otorgando más crédito a los lobbies
mediáticos que a la voz del pueblo en la acclamatio
popular. La
cuestión está en saber si esta forma de hacer y de vivir de la política
tiene algún límite o si la decadencia política, que comienza cuando se
deja de tomar riesgos por el otro, seguirá in
crescendo. Difícil saberlo en este “sálvese quien pueda” de la
política entendida como el mejor y más fácil modo de enriquecimiento
personal (la fortuna de los Kirchner creció diez veces en cinco años, la
de Berlusconi es inconmensurable, al igual que la de Sarkozy y Mubarak. Más
moderados aparecen Merkel, Zapatero y Bambang, para solo seguir con los
ejemplos puestos al principio de este artículo, pero ellos también se
han enriquecido sobremanera). Es
muy difícil vislumbrar un cambio en esta manera de hacer política porque
hoy más que nunca “por la plata
baila el mono” y hoy se hace política con “el poderoso caballero
don dinero” y mucha política con mucho dinero. Además, las relaciones
económicas y jurídicas entre los diferentes Estados se han
interconectado entre sí en un amasijo tal que no lo puede desatar la sola
voluntad política heroica de un santo varón. Todo indica que nos sumamos
día a día y cada vez más a un mecanismo de poder paulatinamente más
injusto que va dejando de lado masas enormes de “parias sin destino”
como dice el tango. ¿No será acaso que esta visión cínica de la política
“tiene por objetivo dar un
terrible paso atrás en la evolución de las sociedades y las
conciencias”? (4) El
cinismo mostrado en el simulacro del discurso político hoy, lleva siempre
adelante como la liebre al galgo en las carreras de perros la bandera de
los derechos humanos de tercera generación pero el galgo nunca alcanza a
la liebre y en la dura práctica
de la vida cotidiana no logran satisfacer los viejos derechos humanos,
aquellos de 1948 como el derecho a la vida y al trabajo. Además el
reemplazo de los derechos humanos de segunda generación, los denominados
derechos sociales: al salario justo, al descanso, a la recreación, a la
jubilación, a la libre afiliación, por los derechos humanos de tercera
generación, los denominados derechos de las minorías o lobbies: gays,
abortistas, multiculturalistas, feministas, van indicando la involución
de la política observada en la cita. En
el fondo la falaz actitud de los que hacen política hoy es la de aquellos
que no pudiendo realizar lo mínimo proponen lo más. (1) Muñoz, Blanca: Sobre el cinismo y su partido postmoderno, en Altar Mayor Nº 137, Madrid, sep-oct. 2010 (2) Casos distintos son los de Morales, Chávez y Mujica en Uruguay, hombres de convicciones profundas, que estemos o no de acuerdo con ellas, que quieren llevar adelante una revolución. La austeridad personal y política del uruguayo es proverbial y lo transforma en una rara avis en este nuevo mundo de la política como medio para ganar mucho dinero en forma fácil y rápida. (3) Reyna, Wagner de: Crisis de la aldea global, Córdoba, El Copista, 2000, p. 25 (4) Muñoz, Blanca: artículo citado.
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