PUEBLO
Y EJÉRCITO Al
hablar de la relación entre pueblo y ejército tenemos que comenzar a
hacerlo a partir del origen popular de nuestro ejército,
de esa vinculación íntima entre estas dos realidades, que desde el punto
de vista del pensamiento nacional, son indivisibles. No
olvidemos que la partida de nacimiento del ejercito argentino es cuando el
pueblo criollo se alza en armas y se constituye en milicias contra las
invasiones inglesas de 1806 y 1807. Posteriormente en 1812 el general San
Martín es quien crea el programa político del primer ejercito patrio. De
modo tal que el ejército surgió por
imperativo de la guerra antes que como institución militar. Así
tanto los soldados, suboficiales y oficiales de los ejércitos
libertadores, como los de las milicias montoneras provincianas y hasta el
ejército ya rentado de Roca eran hombres del pueblo. Con la caída de
Rosas en 1852 pero sobre todo después de Pavón donde se extinguió el
viejo ejército de Esa
imbricación entre pueblo y ejército la podemos pintar en una anécdota
relatada por Juan Agustín García (1862-1923): En
uno de los primeros actos de egresados del Colegio Militar, fundado por
Sarmiento, un joven oficial observa a un colega mayor a quienes todos
llaman “coronel” pero que no tiene ese empaque castrense de los nuevos
egresados, por lo que lo interroga: ¿de qué arma es Ud. coronel? . A lo
que el viejo soldado responde: ¿Arma yo?. De la que raye. Hasta las
boleadoras no pare de contar. Esta
es la relación intrínseca originaria entre pueblo y ejército, y cuando
se rompió esta relación se produjeron los grandes descalabros sociales y
políticos que vivió Vemos
como los conceptos de pueblo y ejército son relativos uno al otro.
En filosofía cuando se habla de términos relativos se quiere significar
que uno depende del otro para existir, para tener sentido. Así padre e
hijo o derecha e izquierda o alto y bajo son términos relativos, pues el
padre siempre lo es de un hijo y un hijo de un padre. De igual manera pasa
con los conceptos de pueblo y ejército. De ahí que Perón con ese saber
militar y popular que lo caracterizaba sostuviera al final de su último
gran trabajo El Modelo
Argentino: “Las fuerzas armadas deben integrarse estrecha y realmente
con el pueblo del cual se nutren y a quien se deben”.
(1) Es
indudable y no podemos obviar la historia política reciente de Argentina
y la función espuria que le cupo al ejercito como opresor en la última
dictadura militar del 76 al 83, pero ello no invalida la
tesis de esta ponencia: No puede haber auténtica y duradera liberación
de los pueblos hispanoamericanos sin un ejército comprometido en la
misma. La liberación civil no alcanza sino se cuenta con el apoyo y
la participación del ejército que, a esta altura de la historia de
Iberoamérica, ha pasado a ser
un órgano del Estado. En otros palabras, la liberación política es
condición necesaria pero no suficiente para la consolidación de la
verdadera liberación nacional de nuestros pueblos de Suramérica, se
necesita el ejercito participando. Es
que la relación entre pueblo y ejercito en nuestros países dependientes
no es una relación cultural,
sobre la que se puede hablar y discutir al modo de las sociedades
satisfechas al estilo de la izquierda caviar o los campus universitarios
norteamericanos. No. Es una
relación de poder, que funda poder y que trata sobre el poder. Por
eso este tipo de temáticas son inmediatamente demonizadas por izquierda y
por derecha. ¿Y
cómo se alcanza hoy día esa liberación? ¿cuál debería ser la función
prioritaria del ejercito?. Hace
ya muchos años ese gran pensador nacional que fue Arturo Jauretche sostenía
en su libro Ejército y Política, que la misión del ejército es pensar en términos
de grandeza y no ser arrastrado por la política de las instituciones de
los doctores de unitarismo, que pone el acento en la institucionalidad, en
las formas. (Cfr. pág. 30 y 53). Cuento
un ejemplo que viví en estos últimos días. Viajé a Jujuy a dictar unas
conferencias a la juventud peronista y me llevé las pilchas de paisano
para desfilar en Bolivia el 7 de noviembre por la batalla de Suipacha. En
ese mismo acto el Comandante argentino hizo entrega de material rodante
por parte de nuestro ejército a su par boliviano. Y habló del compromiso
visceral de nuestro ejercito en la construcción de La
política de patria chica, la política institucional del ejército
argentino permitió las disgregaciones oriental, altoperuana y paraguaya.
Por el contrario, la política de patria grande, de grandeza, debe buscar
la reintegración de las mismas. Teniendo en claro que no es cuestión de
anexar sino de intentar la reintegración natural dentro de la común
Confederación de las provincias unidas de América del sur. En
un segundo momento podemos pensar al ejército en términos de grandeza
como gestor de desarrollo y progreso ante la inexistencia de una industria
nacional como sucedió con los generales Manuel Savio, Enrique Mosconi y
Alonso Baldrich, tal como lo relata José Yelpo en su libro Ejército,
política, quien citando al capitán Diego E. Perkins(1941) afirma: “El progreso y el porvenir de la patria se asientan en la perfecta
armonía de las dos grandes entidades que lo constituyen: Ejército y
Pueblo....El ejército no es otra cosa, ni representa otra cosa, que la
potencia visible de su propio pueblo” (pág. 89 y 90). Y en esta
imbricación se funda la tarea nacionalizadora que el ejército cumplió
con creces en el Chaco, Formosa, Finalmente,
en tercer lugar, en términos de grandeza el ejército se piensa como
instrumento para la liberación nacional como ocurrió durante las
presidencias de Juan Domingo Perón, y como ocurre hoy en la república
hermana de Venezuela. Esta
liberación nacional hoy no se puede pensar limitada a Está
en los ejércitos y en las fuerzas armadas suramericanas avanzar en la
consolidación de este gran espacio. En
estos días (2) Brasil, a través del El
Núcleo de Asuntos Estratégicos (NAE), que asesora al presidente brasileño
Lula da Silva, elabora una propuesta de creación de una fuerza militar única
para Suramérica, al estilo de “
Los objetivos de esta OTAN sudamericana serían tres. En primer Por
su parte el presidente Chávez en julio(2006) pasado propuso crear unas
fuerzas amadas comunes pero limitadas a los cinco miembros del Mercosur.
La diferencia con el proyecto brasileño es que habló de “fuerzas armadas comunes y fusionadas” y
no de fuerzas armadas al estilo de Esta
distinción es sumamente importante pues las fuerzas armadas fusionadas y
comunes a todos los miembros( algo imposible de lograr sino es sobre la
base de una Comunidad o Confederación de naciones) evitarían el manejo
político ideológico, desde los centros mundiales de poder, tal como
ocurrió con las fuerzas de En
cuanto a la estrategia suramericana se tornaría forzosamente común y
cada uno de nuestros diez países jugaría la función para la que geopolíticamente
está más dispuesto y donde tiene ventajas comparativas sobre el resto.
Así Venezuela jugaría su
función de “engranaje” como sostiene el presidente Chávez, Brasil
con su proyección africana, Colombia su “bioceaneidad”, Perú.
Ecuador, Bolivia y Paraguay su protección del “heartland” o corazón
continental; Argentina, Chile y Uruguay su tendencia natural tanto al Atlántico
y el Pacífico sur, como así también, a Esto es brevemente lo que quisimos decir desde acá, desde la casa de los trabajadores. Más no queremos ni podemos decir, porque estos son temas muy delicados y reservados. No olvidemos que detrás de toda gran política siempre hay un arcano y no es nuestra función revelarlo a nuestros enemigos históricos. Aquellos que aún ocupan nuestro territorio americano como en Belice, Malvinas, Aruba, Martinica y tantos otros enclaves estratégicos; que manejan nuestras instituciones políticas y financieras a través de los poderes indirectos, aquellos, en definitiva, para quienes todo lo que proviene de la ecúmene indoibérica es algo menor, mostrenco e incompleto. Nada más y muchas gracias.
(1) Perón, Juan: Modelo Argentino para el proyecto nacional, B.C.N., Buenos Aires, 2005, p. 371.- (2) Es el especialista en geopolítica suramericana y miembro del CEES, el investigador Carlos Pereyra Mele, quien nos provee de tan valiosa y actual información.
Bibliografía JAURETCHE,
Arturo: Ejercito y política, Peña Lillo, Buenos Aires, 1958 YELPO,
José: Ejercito, política, proyecto alternativo: 1920-1943, Guardia
Nacional, Buenos Aires,RAMOS, Jorge Aberardo: Historia política del ejercito argentino, SANCHEZ SORONDO, Marcelo: La argentina por dentro (cap. 29 al 33), Sudamericana, Buenos Aires, 1987
|