RECORDAR
EL PASADO GLORIOSO, PARA NO PERDER LA ESPERANZA El
20 de noviembre pasado, recordamos el
combate de La Vuelta de Obligado, que se ha fijado como símbolo de
la Soberanía Argentina. En este boletín queremos relatar lo que sucedió
después de dicha gesta, resumiendo lo publicado en la bibliografía
citada. El
enemigo sufrió averías en los buques San Martín, Fulton, Dolphin y
Pandour, especialmente, y la escuadra debió quedarse cuarenta días en
Obligado para efectuar reparaciones. El jefe francés, capitán de navío
Trehouart, reconoció en el parte de guerra: Siento vivamente que esta
gallarda proeza se haya logrado a costa de tal pérdida de vidas [las
propias], pero considerando la fuerte posición del enemigo y la obstinación
con que fue defendida, debemos agradecer a la Divina Providencia que no
haya sido mayor. Los
extranjeros no habían previsto que se trabara un combate, y tampoco lo
esperaban los argentinos unitarios. Valentín Alsina le escribe a Félix
Frías: Rosas
ha tenido la locura de querer impedir el paso con batería y buque
acorazado; locura digo, porque lo es querer competir tan luego en agua con
aquellas naciones que además de la enorme ventaja de los vapores, tienen
la de su tremenda artillería a lo Peysar que Rosas y su gente no conocen
todavía. Hasta
esa fecha, los periódicos de otros países habían comentado, más que
nada, los infundios de Las Tablas de Sangre; pero luego, como
sostiene Aníbal Riú, al tronar glorias nativas el cañón de
Obligado, su eco se escucharía en el mundo entero. San Martín le escribe
a Guido: Ya sabía la acción de Obligado; ¡que iniquidad! De todos modos
los interventores habrán visto por este échantillon que los
argentinos no son empanadas que se comen sin más trabajo que abrir la
boca. Comienza
entonces, un lento trabajo diplomático de Rosas que culmina exitosamente.
El representante inglés Southern aceptó el 6 de abril de 1849 el
proyecto de convención: 1)
Inglaterra evacuaba Martín García, devolvía los buques argentinos de
guerra “en tanto le fuera posible en el mismo estado en que fueron
tomados” y desagraviaba la bandera con 21 cañonazos. 2)
Devolverá las presas del bloqueo. 3)
Las divisiones argentinas en la República Oriental quedarían hasta
“que el gobierno francés desarme a la legión extranjera, y a todos los
demás extranjeros que se hallan en las armas y forman la guarnición de
la ciudad de Montevideo, evacue el territorio de las dos repúblicas del
Plata, abandone su posición hostil y celebre un tratado de paz”.
Inglaterra “emplearía sus buenos oficios” para ese tratado. 4)
Se reconoce que la navegación del Paraná “era interior de la República
Argentina sujeta solamente a sus leyes y reglamentos, lo mismo que la del
Uruguay en común con la República Oriental”. 5)
Se reconoce la plena soberanía argentina “y si en el curso de los
sucesos de la República Oriental ha hecho que las potencias aliadas
interrumpan por cierto tiempo el ejercicio de los derechos beligerantes de
la República Argentina, queda plenamente admitido que los principios bajo
los cuales han obrado, en iguales circunstancias habrían sido aplicables
ya a la Gran Bretaña y a la Francia. Queda convenido que el gobierno
argentino, en cuanto a esta declaración, reserva su derecho para
discutirlo oportunamente con la Gran Bretaña, en la parte relativa a la
ampliación del principio”. 6)
Oribe, como “Presidente de la República Oriental y aliado de la
Confederación Argentina”, daría su conformidad”. Dos
días antes, el 4 de abril, el ministro argentino Arana y el representante
francés, contralmirante Lepredour, concluyen el proyecto respectivo: 1)
Suspensión de hostilidades. 2)
El representante francés exigirá a las “autoridades” de Montevideo
el desarme de la Legión extranjera “y de todos los demás extranjeros
que se hallen bajo las armas y forman la guarnición de la ciudad o que
estén en armas en cualquier otro punto del territorio oriental”,
debiendo hacerse ante un veedor argentino y otro francés. 3)
“Efectuado el desarme, el gobierno argentino hará evacuar del
territorio oriental las divisiones argentinas que existan en su
territorio”. 4)
Simultáneamente con la suspensión de hostilidades, Francia evacuará a
Martín García, devolverá los buques argentinos “tanto como sea
posible en el estado en que fueron tomados” y desagraviará la bandera
con 21 cañonazos. 5)
Devolverá las presas del bloqueo. 6)
El Paraná era navegación interior argentina “sujeta a sus leyes y
reglamentos, lo mismo que la del Uruguay en común con el Estado
Oriental”. 7)
Se reconoce la soberanía argentina en la misma forma que en el tratado
inglés. 8)
Si Montevideo se negaba a cumplir las estipulaciones “o retardase si
necesidad la ejecución de las medidas”, el representante francés
declarará “que cesa su intervención y se retirará”. 9)
Oribe debería dar su aquiescencia como aliado de la Confederación. 10)
Se someterían a Oribe “los puntos relativos a los asuntos domésticos
de la República Oriental”. 11)
Oribe era llamado “Presidente de la República Oriental” en el texto
español y brigadier general en el francés; las autoridades de la Defensa
gobierno de Montevideo en el francés, y autoridades de hecho en
Montevideo en el español. 12)
Quedaba restablecida la paz “y su anterior estado de buena inteligencia
y cordialidad”. Otorgada
la plenipotencia real, el tratado con Inglaterra es firmado por Arana y
Southern el 24 de noviembre de 1949, y ratificado por Rosas el 24 de enero
de 1850. El contralmirante Barrington Reynolds, jefe de la estación naval
en Sudamérica, el día 27 de febrero hace izar a proa de la fragata
Southampton la bandera argentina, y ordena que sea solemnemente
desagraviada con 21 cañonazos, como estaba convenido. Las ceremonias
finalizan cuando la batería Libertad efectúa una salva “en
reconocimiento a Dios Nuestro Señor” por la victoria argentina. Al
conocerse en Francia que la reina Victoria había autorizado el tratado
con la Confederación, la prensa francesa criticó la derrota de
Inglaterra frente a Rosas. Como desquite, el London Times del 1 de agosto
publica el texto del convenio Lepredour, lo que origina duros debates en
el parlamento, siendo obligado el gobierno a nombrar un negociador armado
que debería presionar a Rosas para ponerle condiciones. Es designado
nuevamente Lepredour, que sólo consigue leves modificaciones al texto
original, firmando el tratado el 31 de agosto de 1851 y enviándolo a
Francia. Pero, Rosas exige el desagravio a la bandera, sin esperar la
confirmación francesa, y ello se produce -con similar protocolo al
realizado por los ingleses-, en la fragata Astrolabe. Recién en junio de
1852, se pronuncia la comisión respectiva del parlamento, aconsejando la
aprobación del tratado: “En fait de folies, les plus courtes sont les
meilleurs” (tratándose de locuras, las más cortas son las mejores). No
hay constancia de que el emperador haya ratificado el tratado, y el
gobierno de la Confederación había caído. “Menos mal que Rosas, como
si presumiera su caída, se había adelantado a exigir a Lepredour que los
cañones franceses del Astrolabe desagraviasen la bandera argentina”
(Rosas, p. 353). Ambos
tratados, con Inglaterra y Francia, forman parte de una misma estrategia
que culmina con un éxito sin precedentes en disputas con las dos grandes
potencias de la época: “…la agresión conjunta anglo-francesa, no
resistida en ningún punto del globo y que permitió a las potencias
coaligadas abrir el África, la China, el Japón y crear dos de los
mayores imperios conocidos, fracasó en el Plata” (Irazusta, p. 135). Córdoba,
enero 19 de 2011.- Fuentes: Fernández
Cistac, Roberto. “Sesquicentenario del glorioso Tratado
Arana-Lepredour”; en: Revista del Instituto Nacional de Investigaciones
Históricas Juan Manuel de Rosas, Nº 59, abril/junio 2000. Irazusta,
Julio. “Breve historia de la Argentina”; Buenos Aires, Editorial
Independencia, 1981. Rosa,
José María. “Historia Argentina”; Buenos Aires, Editor Juan Granda,
1965, tomo 5.
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