Con fondos públicos arma un grupo de diarios, radios, revistas y programas de TV.

EL GOBIERNO FINANCIA UNA GIGANTESCA RED DE PRENSA ADICTA

 

El kirchnerismo no cree en la prensa. Cree en la prensa kirchnerista, que no es lo mismo. Y lo que no esté encuadrado en el estrecho límite de esa definición política, merece el desprecio y, de ser posible, el ataque y la condena. 

El Gobierno, que no reconoce realidades que le disgustan, trata de construir una realidad virtual para la gente.

Y lo hace usufructuando recursos públicos: utiliza los medios del Estado como si fueran propios y el dinero de los ciudadanos para financiar diarios, revistas, programas de radio y de TV, productoras de contenidos y sitios de Internet y blogs adictos. El mensaje se articula en forma permanente con las necesidades del Gobierno y con los discursos de sus principales dirigentes, que parecen fijar un libreto previo respetado con rigurosa fidelidad por la prensa obediente.

Jamás se había usado toda la potencia del aparato estatal y paraestatal operando en conjunto como propaganda y para acallar a la vez voces disidentes. Es una estructura gigantesca de medios que se ensancha y dispersa difamaciones para opositores y periodistas críticos.

El pasado 7 de junio, en lo que se pensaba eran las vísperas del fallo de la Corte sobre la Ley de Medios que se dictó una semana después, la agencia oficial Télam despachó un cable en el que el titular de la Autoridad Federal de Medios, Gabriel Mariotto, presionó al Tribunal para que adelantara su sentencia: “Estamos esperando con mucha ansiedad el fallo”, dijo desde Mendoza. Al día siguiente, el diario “Tiempo Argentino”, propiedad del empresario Sergio Szpolski, volvió a presionar a los jueces : “La Corte tiene todo listo para liberar la aplicación de la Ley de Medios”, se leía en la página 3. Y a modo de descarada insinuación hacia la Corte, el articulista afirmaba: “Dentro del máximo tribunal se especuló con la posibilidad de anunciar el fallo esta misma tarde (…)”. Ese mismo día el ex presidente Néstor Kirchner reiteraba casi con las mismas palabras de Mariotto que “esperamos con ansiedad” el fallo.

La presión sobre la Corte se había desatado días antes . En mayo, un semanario kirchnerista celebró su segundo aniversario con “Una mesa debate por la Ley de Medios”, según tituló el diario gratuito “El Argentino”, perteneciente también a Szpolski. La nota estaba ilustrada por una foto del panel: Eduardo Anguita, director del semanario homenajeado, “Miradas al Sur”; la directora de Radio Nacional, María Seoane; el diputado Martín Sabatella, que trabaja para el kirchnerismo y, extrañamente, el juez de la Corte Eugenio Zaffaroni, quien se supone estaba analizando por esos días su fallo sobre la ley que era motivo de debate. Luego, el 1 de junio, el flamante diario kirchnerista “Tiempo Argentino” anunció, casi palabra por palabra, el dictamen del Procurador General de la Nación, Esteban Righi, favorable a la apelación a la ley de medios.

Operaciones de prensa así son cosa de todos los días. En el programa “6, 7, 8”, que se emite por la emisora oficial Canal 7, sus panelistas hilvanaron a su antojo las críticas a la Presidente por su falta de decisión en poner fin al corte del puente internacional en Gualeguaychú, con “un deseo de los grandes medios de que el Gobierno reprima”. No vacilaron en caer en el disparate de señalar que “buena parte del periodismo necesita una hecatombe para ver si se cae otro gobierno democrático y la Ley de Medios no se sanciona”.

El terrorismo verbal con el que el kirchnerismo necesita reescribir la historia que no alcanza a protagonizar, lleva a que la prensa oficial adopte los mismos métodos y lenguaje que, afirma, emplean los medios a los que critica.

Para condenar a lo que llama “monopolios mediáticos”, el kirchnerismo armó otro monopolio con el que usa y premia a empresarios y periodistas adictos, que renuncian al mandato de informar objetivamente. Y pese a todo el dinero que recibe, mantiene un nivel bajísimo de aceptación ciudadana. En 2009, el grupo de medios de Szpolski concentró, con 42 millones de pesos, el 20 por ciento de toda la pauta que el Estado distribuyó entre los medios gráficos. No se cuenta en ese porcentaje los avisos pautados en “Tiempo Argentino”, una especie de “6, 7, 8” gráfico que al momento del análisis no había salido a la calle.

Canal 7 fue la plataforma de lanzamiento de “Tiempo” con varios spots publicitarios al día, seguidos, a otras horas, por otra publicidad del grupo Szpolski, la revista XXIII. A principios de 2007, Szpolski compró el diario “Infobae” a Daniel Hadad, de quien era socio minoritario desde 2004. Lo rebautizó “BAE -Buenos Aires Económico”. En 2006, “BAE”, que tenía un promedio de tirada diaria de 2.000 ejemplares, recibió más de un millón de pesos en pauta publicitaria estatal, que se incrementó a 4 millones en 2007, a 5 millones al año siguiente y a 6 millones en 2009. 

El diario “Página 12”, que asumió un kirchnerismo explícito, recibió en 2009 como pauta publicitaria estatal 42 millones de pesos , para una tirada de 12 mil  ejemplares diarios. 

En los programas de televisión de militancia kirchnerista también se aplican los mismos métodos que, según afirman sus conductores, emplean otros medios y que el kirchnerismo critica con fervor . En especial en “6, 7, 8”, “Duro de domar” y “TVR”, producidos por el empresario Diego Gvirtz. En los tres programas se hace gala de un “pluralismo” y una multiplicidad de pensamientos que cuesta ver plasmados en las emisiones de los tres programas: en ninguno de ellos se ha visto o escuchado nunca la voz de un verdadero opositor al Gobierno o una crítica a la gestión de la Presidenta.

“El programa se orientó hacia una radicalización que no comparto. Yo tengo una manera de analizar la realidad que integra e involucra dudas. Y en ‘6, 7, 8’ no había mucho lugar para dudar”, reveló a la revista “Noticias” María Julia Oliván, conductora del programa hasta que decidió abandonar el mismo.

Al menos cuatro panelistas del programa “Duro de domar” tuvieron problemas por no enfocar al pie de la letra los deseos de la producción, que los invita a decir “lo que piensan”, pero adopta medidas drásticas cuando eso sucede. “Siempre cumplí con la productora. Cuando me contrataron, me dijeron que no iba a tener una bajada de línea editorial. Gvirtz me incentivaba a opinar y ahora no entiendo por qué me saca ”, dijo a la revista “Noticias” Jazmín de Grazia, que sospecha fue expulsada del programa que conduce Daniel Tognetti por haberse enfrentado al jefe del Gabinete, Aníbal Fernández, a cargo ahora del reparto de los millones de la publicidad oficial.

En los programas de la prensa adicta la oposición es ridiculizada, humillada, agredida bajo la pátina de un humor dudoso y sin que tengan una mínima posibilidad de ejercer su defensa.

En vísperas del Mundial de Fútbol de Sudáfrica, la particular visión del periodismo que tiene el kirchnerismo quedó patentizada en los programas de televisión afines al Gobierno. En “6, 7, 8” se dijo que había dos sectores del periodismo: uno era el que estaba “junto a Fútbol para todos”; el otro, el resto de la prensa argentina. Los miembros del panel teorizaron sobre la idea de que hay un sector de la prensa que aspira a que el seleccionado argentino pierda en Sudáfrica, “porque si gana la selección, gana Kirchner” . La posta fue rápidamente recogida por Tognetti, que cargó contra algunas críticas de la prensa hacia los jugadores de Maradona.

El escándalo desatado por los “barrabravas” en Sudáfrica, incluidos los violentos enviados por el kirchnerismo y que fueron deportados de ese país, desató en la prensa adicta una visión piadosa sobre el drama de la violencia en el fútbol. En un país en el que, a causa de la violencia, el público común casi no puede ir a las canchas, el papelón de los “barrabravas” en Sudáfrica fue minimizado por la prensa kirchnerista .

La segunda banalización del drama quedó en manos del relator deportivo Víctor Hugo Morales, devenido en locutor oficial, que afirmó que siempre hubo barras bravas y que si ahora se denuncia es “porque mafiosos periodistas” habían dejado de “proteger” al titular de la AFA, Julio Grondona.

El pasado domingo, la conducción de “6, 7, 8” cerró el programa con un untuoso elogio mutuo entre los tres programas de la productora de Gvirtz. Dijo el conductor, en referencia a “6, 7, 8”, a “Duro de domar” y a “TVR”: “El tanque saluda a los tanquecitos”. Toda una alegoría militarista que define a quienes la emplean.

Tan grave como esta concentración de medios oficiales es la metodología del escrache contra la prensa. Y la inacción oficial ante esos ataques, cuando no la justificación indirecta: el propio Mariotto los asoció a la “libertad de expresión”. No hace falta explicar que es exactamente al revés: si hay algo que buscan es bloquear la palabra de los periodistas.

Son todos actos inadmisibles, como el simulacro de enjuiciamiento público en la plaza de Mayo. La falta de condena del Gobierno a las agresiones dice mucho sobre lo que piensa. A fines de marzo fue atacada en Caleta Olivia la periodista Adela Gómez, a quien le incendiaron su auto como advertencia . Todavía el Gobierno no se enteró.