NOTAS SOBRE EL RESENTIMIENTO Alberto Buela (*)
A
Tomás del Luca, que me pregunta desde la radio En
estos días se habla mucho desde los grandes medios de comunicación
acerca del tema del resentimiento en el accionar político. Y como a
nosotros nos han ya preguntado varias veces sobre el tema, intentaremos en
forma breve y clara fijar algunas notas sobre el concepto mencionado. El resentimiento es un fenómeno complejo, basado en la conciencia de la propia incapacidad y flaqueza, principalmente cuando esa incapacidad no permite llevar a cabo la venganza deseada. Su
importancia en la génesis de la moral es que puede dar lugar a una
inversión de la jerarquía de valores, juzgando como superiores los
valores que se pueden realizar y como despreciables los valores que son
inaccesibles para el hombre resentido. Existe una conciencia de impotencia
frente a los valores verdaderos. El resentimiento es una autointoxicación psíquica que surge al reprimir sistemáticamente los afectos y las descargas emocionales normales. Revela la conciencia de la propia impotencia pues lleva a refrenar ese impulso espontáneo de venganza que se va acumulando, y retrasando así el contraataque. El
resentimiento acumulado acaba por deshumanizar al contrincante, abriendo
así la puerta al exterminio. Como dijo un asesino de las FARC: “Yo
no he matado a una persona, he matado a un empresario”. El resentimiento se manifiesta a través del sentimiento de rencor que podemos definirlo como “odio retenido” de ahí que antiguamente se llamaba “amargos” a los resentidos porque retienen la ira por largo tiempo (Tomás de Aquino, S.T. I-IIae, cuestión 46, de las especies de iras). Se
debe a Robespierre, el gran jacobino de la Revolución Francesa, el mérito
de haber sintetizado en una frase la psicología de aquella Revolución
como del resentimiento: “Sentí, desde muy temprano, la penosa esclavitud de tener que
agradecer”. El resentido padece una ceguera moral respecto de la
gratuidad, la donación y el agradecimiento. El
resentimiento fue estudiado en profundidad por dos autores alemanes
contrapuestos en este punto: Federico Nietzsche en La
Genealogía de la Moral y Max Scheler en El
Resentimiento en la Moral. Es sabido que la forma del razonamiento de Nietzsche en todas sus obras es a través de una refinada psicología que explica las cosas ad inferiori, por lo bajo. “Esta interpretación sofística y psicologizante consiste en interpretar la genealogía del ideal desde su contrario”[1]. Así va a sostener que la santidad tiene su origen en la perversión, la verdad en el instinto de engaño, el derecho en la voluntad de aprovechamiento del otro. Piensa que la caridad, la castidad, la humildad y la paciencia son vistas como valores sólo por los débiles, por la moral de esclavos de los cristianos, que son aquellos que no tienen fuerza para superar la opresión y las situaciones de injusticia. Nietzsche como pensador anticristiano por antonomasia, va a afirmar en forma tajante: “Desde su impotencia, crece en ellos el odio hasta convertirse en algo gigantesco y siniestro, en lo más espiritual y lo más venenoso. Los más grandes odiadores de la historia mundial siempre han sido los sacerdotes” [2]. Max Scheler va a responder que este razonamiento es falso en lo que atañe a la moral cristiana pues el perdón cristiano no es: un poder no vengarse por debilidad personal sino el privarse libremente de la satisfacción de la venganza. El cristiano genuino tiene conciencia espontánea de su propio valor, lo cual le da seguridad y le permite aceptar el valor de los demás, incluso cuando son superiores a él. El resentido por el contrario en lugar de reconocer los valores superiores y resignarse, los rebaja, negando la bondad de aquello mismo que envidiaba. El
motor de la moral cristiana no es el desear lo que no se tiene sino que
consiste en el darse y donarse, por parte de quien tiene, y se siente
lleno de valor y felicidad. Es un movimiento que brota de la más íntima
seguridad en la plenitud de su propio ser. Nietzsche
para Scheler confundió y asimiló el cristianismo a la moral burguesa de
su tiempo propia de los pastores luteranos, como su padre, ignorando la
naturaleza del cristianismo católico. La moral burguesa, afirma Scheler, ha transformado el amor cristiano en pura filantropía sentimental, que lo reduce a la simpatía, la emoción o a un sentimiento de lástima. Defiende Scheler con fuerza la gran diferencia que existe entre la misericordia cristiana auténtica y la moderna lástima sensiblera A la radical desconfianza en el otro propia del mundo burgués opone la solidaridad moral característica de la comunión de los santos. A la multiplicación infinita de medios en el mundo burgués y una clara confusión en los fines, opone el mundo católico de la edad Media que con un mínimo de medios se sabía gozar en ellos mismos. Incluso el ascetismo de aquella época provocaba una mayor capacidad de goce con el mínimo de cosas agradables: Una gota de lluvia sobre una hoja. El
cristiano burgués y luterano contra el que reacciona Nietzsche no es el
mejor ejemplo de lo que sea el cristianismo. Queda finalmente por responder si puede el hombre salir o liberarse del resentimiento. Nosotros entendemos que del resentimiento se puede salir de cuatro formas o maneras: a) la primera y más expeditiva es la venganza de la ofensa, que produce la liberación del odio retenido o rencor. b) la segunda posibilidad es el perdón, que es sacrificar libremente el valor de la satisfacción que produce la venganza, pero al mismo tiempo sólo se perdona auténticamente cuando uno todavía se siente lastimado. c) la tercera actitud es a través del olvido, lo que implica el paso del tiempo y por último, d) tenemos el duelo, interpretando de otra forma la ofensa, reubicándola en el recuerdo. Vemos, pues, que lo determinante en el surgimiento del resentimiento así como su solución o superación no radica tanto en la ofensa sino en la respuesta personal a la misma. De ahí que una misma agresión u ofensa hecha por igual a varias personas en unos cause un sentimiento pasajero de dolor y en otros despierte un resentimiento perdurable. (1)
Fink, Eugen: La filosofía de Nietzsche, Madrid, Alianza, 1966, p.64. Nietzsche
ve a los judíos como el pueblo sacerdotal y genio del rencor y en
este aspecto hay coincidencia con Scheler quien afirma que el pueblo
judío es el más antiguo usuario del resentimiento (Cfr. Op.cit.
p.204) (2) Nietzsche, Federico: La Genealogía de la moral, Madrid, Tecnos, 2003, p. 74
Casilla 3198 (1000) Buenos Aires
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