GAZA SIGUE EN RUINAS
Impidiéndoseles incluso el suministro necesario de alimentos y de medicinas. Dicha Operación militar estuvo centrada en la destrucción sistemática de cualquier resistencia del pueblo, en especial de la organización Hamás que se atrevió a enfrentar los ataques del ejército sionista, representando la esperanza de miles de palestinos de lograr la soberanía plena sobre sus territorios ancestrales ilegalmente ocupados. Como siempre, el gobierno sionista de Israel desoyó los llamados de gobiernos y organismos internacionales al cese de esta ofensiva militar por aire, mar y tierra, totalmente desproporcionada y, fundamentalmente, genocida. Para justificar tal ofensiva, el gobierno de Tel Aviv expresó que su objetivo era destruir la "infraestructura terrorista”, además de la capacidad militar de Hamás, como represalia al lanzamiento de cohetes y proyectiles de mortero por parte de milicianos palestinos desde la Franja de Gaza. En el balance de muertes, los israelitas tuvieron catorce bajas, tres civiles y once soldados mientras que los palestinos sufrieron aproximadamente mil cuatrocientos, una mayoría de ellos civiles, a consecuencia del bombardeo indiscriminado e implacable. Este ataque -al igual que muchos otros ocurridos desde que se fijara la intención de desalojar a los palestinos de sus tierras, con apoyo del imperialismo combinado de Inglaterra y Estados Unidos- sigue el patrón genocida y racista que nos tiene acostumbrados los israelíes, sin que la comunidad internacional -sobre todo, la ONU- haga algo realmente serio para detener al gobierno sionista de Israel, como quedó demostrado al éste ordenar detener a la flotilla de voluntarios que se dirigía a Gaza a suministrar ayuda a sus habitantes; de manera que los palestinos tengan que optar por la migración forzosa ante lo precario de sus condiciones de sobrevivencia. Está demás decir, que el sionismo logró su meta. En la actualidad, los habitantes de Gaza carecen de las cosas más elementales para vivir, en especial sus niños y adolescentes, quienes padecen el hostigamiento constante de las Fuerzas de Defensa Israelíes, siendo gravemente afectados en su bienestar sicológico general. Todo esto no es simple casualidad. Como lo expresara Ur Shlonsky, un escritor y activista anti sionista israelí, además de ser profesor israelí en la Universidad de Ginebra, los sionistas pretenden “aterrorizar a la población civil, asegurando la máxima destrucción de propiedades y recursos culturales… La vida diaria de los palestinos debe llegar a ser insoportable: Hay que encerrarlos en ciudades y pueblos, impedir que ejerzan una vida económica normal, separarlos de sitios de trabajo, escuelas y hospitales. Esto alentará la emigración y debilitará la resistencia a futuras expulsiones.” Es lo que alguien denominara con certeza “desastre humanitario planificado” o, lo que es lo mismo, una limpieza étnica perpetrada sin disimulo alguno ante los ojos del mundo. Para conseguirlo, incentivan entre la población israelí el uso de la fuerza como mecanismo de autodefensa frente a lo que estiman una agresión irracional de los palestinos al defender su derecho a tener una patria, montando una calculada matriz de opinión que los hace ver como salvajes y fanáticos religiosos, sin respeto por sus derechos y su cultura milenaria. Por otra parte, el cinismo de las autoridades sionistas es innegable, complementado por quienes desde Washington se han plegado a sus directrices en lo que comprende el Medio Oriente. Así, entretanto hablan de conversaciones de paz que distraiga la atención de los representantes palestinos, los sionistas nunca han dejado de lado sus planes de erradicar a la población árabe del territorio que alegan les pertenece por mandato divino, justamente aquel que rigiera en su tiempo el rey David, por lo que sus ambiciones geopolíticas se extienden más allá de Palestina. Por consiguiente, el Estado de Israel es el más interesado en crear y explotar las condiciones que hagan inestable la amplia región del Medio Oriente. Con esto en mente, Israel requiere eliminar hasta su raíz cualquier pretensión reivindicativa de los palestinos, como asimismo el fortalecimiento y la independencia de alguno de los Estados circundantes. Como se podrá concluir, la Operación Plomo Fundido es un amargo recordatorio de la agenda militar, racista y genocida del Estado de Israel. A pesar de su campaña desinformativa a nivel mundial, esta es una realidad que jamás podrán ocultar. Mientras tanto, los habitantes de la Franja de Gaza esperan que la solidaridad internacional sea algo más que palabras sin efectividad y pueda contener los planes expansionistas y guerreristas del sionismo israelí, en beneficio de la paz en toda la geografía del Cercano Oriente.-
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