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AÑOS DE LA MASACRE DE SABRA Y CHATILA Colaboración
enviada por Mujeres de Negro Hace
25 años, entre el 16 y 18 de septiembre de 1982, las fuerzas falangistas
libanesas masacraron a la población palestina en los campamentos de Sabra
y Chatila. Las tropas israelíes, que en ese momento ocupaban Beirut y
eran comandadas por Ariel Sharon como ministro de Defensa, permitieron la
entrada a los campamentos de las milicias derechistas. Publicamos a
continuación fragmentos del Informe Kahan, elaborado por una comisión
israelí que trató de encubrir la responsabilidad de Tel Aviv y de
Sharon, en esa matanza que conmovió a la Humanidad. 36
horas de muerte y silencio La
matanza comenzó a las seis de la tarde del jueves 16 de septiembre de
1982, cuando el ejército israelí facilitó el ingreso de más de 300
elementos de las milicias derechistas, Fuerzas Libanesas, al área de los
campamentos de Sabra y Chatila en una operación que, según alegara más
tarde Tel-Aviv, pretendía eliminar unos dos mil combatientes palestinos
que Arafat había dejado atrás en los campamentos de refugiados. Esos
alegatos eran totalmente infundados. La
masacre prosiguió hasta las ocho de la mañana del sábado 18 de
septiembre, o sea más de 36 horas de asesinatos en medio del total,
absoluto y hermético silencio de Israel. Después
de 25 años aún se mantiene la incógnita en torno al número exacto de víctimas
civiles de aquella matanza y lo más probable es que nunca se sepa, ya que
los estimados de los aparatos israelíes de inteligencia militar calculan
una cifra de entre 700 a 800 palestinos ultimados durante la criminal acción.
Mientras fuentes palestinas estiman la muerte de varios miles, entre ellos
niños, mujeres, incluso embarazadas, y ancianos que fueron vejados de las
peores maneras y algunos apuñalados, pasados por las bayonetas y
destrozados antes o después de ser asesinados. Según
informes de periodistas que llegaron al lugar pocas horas después también
hubo masivas y sumarias ejecuciones de jóvenes. Un
testigo directo, el periodista estadounidense Thomas Fredman, del diario
The New York Times, dijo: "He visto frecuentemente grupos de jóvenes
en la edad de entre veinte y treinta años que fueron alineados junto a
las paredes, atados de manos y pies y exterminados a posteriori con ráfagas
de ametralladoras al estilo de las bandas profesionales de
gangsters". Todas
las versiones confirman que los ejecutores de esta carnicería eran
miembros de la falange Fuerzas Libanesas, una milicia armada por Israel y
que constituyó el más fiel aliado de Tel Aviv desde el desencadenamiento
de la Guerra Civil en El Líbano, en 1975. Sin embargo, hay que señalar
que esos actos criminales fueron llevados a cabo en una zona bajo el total
control del ejército israelí, que incluso tenía establecido un puesto
de mando en la azotea de un edificio a 200 metros al sudoeste del
campamento de Chatila. La
operación de irrupción comenzó mientras el ejército israelí, que cercó
ambos campamentos, impedía la entrada y salida de ellos y lanzaba
proyectiles de iluminación nocturna para facilitar la tarea de las
milicias. Los soldados sionistas ofrecieron ayuda a las milicias maronitas
durante la matanza. Las
informaciones sobre la masacre comenzaron a filtrarse después de la huída
de varios niños y mujeres hacia el Hospital Acre en Chatila, donde
informaron a los médicos de lo ocurrido, mientras las noticias al
respecto llegaron a los periodistas extranjeros en la mañana del viernes
17. De
las 20 mil personas que se encontraban dentro de esos dos campamentos en
el momento en que comenzó la carnicería, tres mil 297 hombres, mujeres y
niños fueron asesinados en menos de dos días. De ellos, mil 800 fueron
ultimados en las calles y callejuelas, mil 097 en el Hospital Gaza y otros
400 en el Hospital Acre. Entre los cadáveres se encontraron más de 136
libaneses. (Nota del Editor.-No obstante, otras fuentes estiman que la
cifra exacta de víctimas jamás será conocida, pues otros varios cientos
de palestinos fueron masacrados sin poder registrarse oficialmente su
deceso.) Menahem
Begin, el entonces Primer Ministro israelí, en su comentario sobre la
masacre ante el Knesset expresó que los miembros de la Resistencia
palestina eran "animales que caminaban sobre sus dos patas",
mientras un oficial falangista declaró después de la noticia de los
sucesos que "las espadas y fusiles de los cristianos perseguirían a
los palestinos por donde fueran y acabarían con ellos
definitivamente". Otro
oficial declaró a un corresponsal norteamericano "hemos esperado
mucho tiempo para poder entrar en los campamentos del Oeste de Beirut, los
israelíes nos han seleccionado porque somos mejores que ellos en ese tipo
de operaciones de casa en casa" y cuando el periodista le preguntó
si se habían tomado prisioneros respondió que "en ese tipo de
operaciones no se tomado prisioneros". Radio Londres a través de su
corresponsal transmitió que mientras duraron los actos de matanza los
soldados israelíes cerraban con tanques los campamentos y disparaban
contra todo lo que se movía. La
creación de la Comisión Kahan Con
la divulgación de la noticia de la masacre y su repercusión en todas las
capitales del mundo, Israel estuvo obligado a crear la Comisión
encabezada por el presidente del Tribunal Supremo, Isaac Kahan, para
investigar los hechos. El Consejo de Ministros determinó que la Comisión
reuniera las verdades y los elementos relacionados con los actos salvajes
cometidos por una unidad de las "Fuerzas Libanesas" contra los
civiles en los campamentos de Sabra y Chatila. De
ese modo, la investigación culpaba a las Fuerzas Libanesas como único
responsable de la matanza y con lo que se descartaba la participación
directa de Israel. También
se señaló la participación de otros grupos como las fuerzas de Saad
Hadad, entonces Jefe del Ejército Libanés en el Sur, creado por Israel. Los
resultados de la investigación tenían que aparecer de modo tal que a
Israel solo se le culpara por "negligencia" o "error de
apreciación". Los demás informes sionistas e incluso libros editados en Israel no dejaron de mencionar nombres de altos dirigentes falangistas y de las Fuerzas Libanesas, como Elias Houbeika, Fady Efram y otros, culpándolos totalmente de la planificación de la matanza y de dar las órdenes de ejecuciones masivas. Sin embargo a dirigentes sionistas como Ariel Sharon, ministro de Defensa en aquel entonces, y a Amir Doury, Jefe Militar de la Región Norte, sólo se les culpó de haber participado en reuniones donde se discutió el tema del ingreso de militares falangistas a ambos campamentos para "darle participación en el control de Beirut Oeste".
Los
resultados de las investigaciones de la Comisión Kahan En
febrero de 1983, la Comisión Investigadora israelí encargada de indagar
la realidad de los hechos ocurridos en Sabra y Chatila, "una entidad
independiente" integrada por tres miembros y conocida como la Comisión
Kahan, incluyó en los resultados de su investigación el nombre del
entonces ministro, Ariel Sharon, como una de las personas que "asumen
responsabilidad personal" en los hechos ocurridos. El
informe de dicha Comisión refirió en detalles el papel directo desempeñado
por Sharon para permitir a las milicias falangistas entrar a los
campamentos de Sabra y Chatila. El
General Rafael Etan, Jefe del Estado Mayor General del Ejército Israelí
en aquel momento, en su testimonio afirmó que el ingreso de las milicias
falangistas a los campamentos se hizo sobre la base de un acuerdo entre él
y Sharon. Más tarde el ministro de Defensa se dirigió a la Sede Central
de las milicias falangistas donde se reunió con un grupo de personas,
entre ellas varios dirigentes falangistas. La oficina de Ariel Sharon, un
día antes de los acontecimientos, emitió un documento que contiene un
resumen del ministro de Defensa donde aparece un señalamiento: "Para
ejecutar la operación de los dos campamentos hay que enviar a las
milicias falangistas"; y agrega dicho documento que "las Fuerzas
de Defensa israelíes asumirán la tarea de conducirlas en la zona". En
relación con el alegato del ex ministro Sharon ante la Comisión Kahan en
el sentido de que "nadie podía imaginar que las milicias falangistas
iban a cometer una carnicería en los dos campamentos", la Comisión
concluyó que "nadie podría justificar la toma imprudente de una
decisión que permitía la posibilidad de una matanza", porque
"nadie necesita de mucho raciocinio para pronosticar la gran amenaza
de crímenes que acontecerían en caso de que entrasen milicianos
falangistas a los dos campamentos sin estar acompañados por las Fuerzas
de Defensa de Israel". La
Comisión fue aún más allá al decir: "nosotros vemos que cualquier
persona involucrada en los acontecimientos en El Líbano debe dudar y
tener presente la gran posibilidad de una matanza en estos dos
campamentos, si se conoce de que las Falanges Libanesas van a entrar allí
sin que las fuerzas israelíes asuman el control y la real supervisión...
y se le agrega a esto la realidad del odio visceral que albergan los
falangistas contra los palestinos, sobre todo por el gran choque que
representó para ellos la reciente muerte de Bachir Jemayel, presidente
libanés de aquel entonces…" La
Comisión Kahan concluyó también que "si realmente el ministro de
Defensa no dudaba, cuando decidió la entrada de las milicias falangistas
a los dos campamentos sin la participación de las Fuerzas de Defensa
israelíes, que tal decisión conduciría a tal desastre, la única
explicación entonces es que él pasó por alto todo motivo de preocupación
respecto a lo que podría ocurrir ya que los objetivos que pretendía
lograr mediante la entrada de los falangistas a los dos campamentos no lo
dejaron tomar las medidas correspondientes". La
Comisión aclaró que "si la decisión fue tomada sabiendo que existía
el peligro de que la población de ambos campamentos sufriera daños, no
habría que olvidar que existía un compromiso israelí en el sentido de
tomar las medidas adecuadas para garantizar la supervisión real, efectiva
y constante por parte del Ejército sobre las acciones de las milicias
falangistas en el lugar, para impedir tal amenaza o reducirla hasta el mínimo.
No obstante, el ministro de Defensa no tomó ninguna medida al
respecto". La
Comisión finalizó su informe diciendo: "Nosotros vemos que el
ministro de seguridad israelí ha cometido un grave error al no tomar en
cuenta el peligro de actos de revancha y derramamiento de sangre a manos
de las milicias falangistas contra la población de estos dos
campamentos". La última recomendación ofrecida por la Comisión Kahan consiste en que "el ministro de defensa israelí, Ariel Sharon, sea relevado de su cargo, y que el primer ministro analice su despido si es necesario".
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