Salinas y Aznar Por: José Luis Ontiveros Los agentes cipayos de la tecnocracia y del entreguismo político hacia la americanósfera-sionista, el amnésico ex presidente Salinas y el hombre de paja de Washington: José María Aznar, representante de la más servil obsecuencia a Anglosajona, se han propuesto alertar a los indefensos mexicanos de los graves riesgos que acechan detrás de una izquierda, que sería demagógica, populista e irresponsable. ¿Qué mayor irresponsabilidad histórica la de Salinas que haber suscrito el TLC con Estados Unidos en claras condiciones de subordinación y coloniaje? ¿Ya no recuerda cómo abdicó de la Presidencia en función de los intereses aviesos de Joseph Marie Córdoba Montoya? López Obrador, en uno de sus arrebatos mesiánicos, se convirtió en el destinatario de la advertencia de Salinas, misma que está en el libreto de Condoleezza y de Negroponte, elevándose a sí mismo, en una maniobra globera, como indestructible muestra de la krytonita política. No López, el discurso pánico del Imperio declinante, a través de sus muñecos de ventrílocuo, el mendaz Aznar y el superratón Salinas, hacen su tarea en México, pero les preocupa el avance de una proyecto alternativo genuino como el que impulsa Hugo Chávez, López es muy poca cosa, y si bien Negroponte ha advertido de proconsulares riesgos para la hegemonía yanqui, no provienen de un político aldeano, sino de una concepción geoestratégica: si los pueblos de Iberoamérica ejercen su soberanía y rechazan el colonialismo, se presentaría una fractura interna muy grave para sus intereses, los mismos que se ven insustentables en una cada vez más fallida ocupación de Irak o el intento inútil por tratar de someter a sus designios a la República Islámica de Irán. Los efectos de Salinas y de Aznar son del todo contraproducentes, han sido de manera distinta defenestrados por sus sociedades. Los atentados de Atocha y la caída del Partido Popular han manifestado que los perros falderos de la potencia global no tienen buen destino político. En México la condición de Salinas, sumergido en la cleptocracia de las privatizaciones y en crímenes políticos que no han sido aclarados, hace que cada una de sus palabras se revierta en su contra. Aznar y Salinas juegan en el mismo equipo: el de la derechona colonialista. El objetivo es tratar a cualquier costo de diabolizar al conductor Hugo Chávez. Por cierto, la histeria condenatoria que han provocado mis artículos es música para mis oídos.
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