El Grial es un augusto y misterioso tema
pleno de resonancias infinitas. ¿Como abordarlo sin caer en la presunción?
Primero deberíamos establecer con que tipo de
ciencia, con que categoría de “escalpelo intelectual” afrontaremos la
disección del misterio…(Pero tal vez no deberíamos diseccionar sino
venerar, tal vez el problema no es intelectual sino vital y
espiritual, tal vez no haya que emplear un “escalpelo”sino una espada,
tal vez el sitio de tal indagación no es el gabinete del estudioso sino
el castillo secreto donde silenciosos guerreros custodian el Santo Grial
con quien sabe que oculto fin….)
Pero será mejor dejar de lado el paréntesis (aunque
escrito queda y no lo retracto) para volver al primer enfoque. Por
supuesto que es posible hablar del Grial desde múltiples perspectivas.
Probablemente todas aportan algo, todas son válidas. La primera, desde
luego, es la Literatura o, más en general, el Arte. El Grial ha inspirado
multitud de poemas épicos y místicos, óperas, novelas, sagas, películas,
fraudes (“Código Da Vinci” de Brown), estudios eruditos (“El misterio del
Grial” de Évola) y, tal vez, hasta cruzadas (y no me refiero a la “Ultima
Cruzada” de Indiana Jones). Hay, de hecho, una “materia del Grial”
entrelazada con la “materia de Bretaña” (Arturo es un monarca griálico)
que conserva su poder de atracción y sugestión desde el Siglo Trece a
nuestros días. Esta materia llena bibliotecas enteras. Podríamos hablar
de Wagner y Parsifal, de Wolfram von Eschenbach, de Kiot (que
probablemente no existió), de Chrétien de Troyes, etc, etc. Podemos
rastrear influencias, fuentes y derivaciones, etc, todo en el campo de la
Literatura.
También podemos hablar del Grial desde la Teología,
probablemente católica. También podemos estudiarlo desde la Metafísica,
probablemente en el sentido guenoniano de la palabra. ¿Y el celtismo?
Parece ser que los druidas mucho tenían que decir acerca del Grial, parece
ser que hubo un Grial precristiano y se dice que fué buscado por los nazis
en Montsegur. Pero los druidas han desaparecido y su doctrina se ha
perdido como se ha perdido la poción mágica de Panoramix (la de la
superfuerza). Ahora bien, ¿realmente han desaparecido? ¿Y si se hubieran
prolongado hasta nuestros días quizá bajo la forma de sociedad secreta? De
semejante manera hay quien afirma que el Grial está actualmente en un
búnker antiatómico bajo la Patagonia protegido por misteriosos guerreros,
tal vez templarios supervivientes. Pero el Grial es un tema poético y tal
vez lo mejor fuera poetizar sobre él. Pero para ello habría que ser poeta
y tal vez fuera trivializarlo (aunque mucho depende del poeta). Y todavía
hay mas caminos, tal vez divergentes, tal vez opuestos. Pero también los
rayos de una rueda son divergentes y algunos opuestos pese a lo cual
todos convergen en el cubo; punto central que da sentido a la rueda. ¿Cuál
sería, entonces, el enfoque central, “cúbico”, holístico y totalizador
que integrase todas las visiones parciales y las fundiera en una sola
visión total, como los colores del iris se funden en la rueda de Newton,
para formar un disco blanco y fulgente que nos recuerda la Hostia lo cual
tal vez nos remite a que el Grial fue el primer cáliz?... El programa
esbozado en tal pregunta es demasiado exigente y no dudo en confesar que
me supera por completo. Pero tal vez no supere al lector y por ello no
lo borro: el guante queda arrojado y esperemos que, muy pronto, algún
lector lo recoja. Mientras tanto haremos algo más humilde pero, tal vez,
más práctico: en un campo tan inmenso y vario ¿Cuáles son los hechos
claros e indubitables, aquellos que nadie puede negar? Busquemos tales
hechos como un fundamento sólido sobre lo cual, tal vez, podamos edificar…
Nuestro primer hecho será que existe una
“historia” del Grial en el sentido de una narración. “El cuento del Grial”
como se decía en la Edad Media. Y no es difícil resumir tal historia. Es
cierto que parece que existió una versión precristiana pero casi no ha
dejado huellas.
La versión tradicional dice que el Grial fue la copa
empleada por Jesús en la Última Cena, o sea, el primer cáliz, el primer
recipiente inanimado que contuvo la Sangre del Señor (y digo inanimado
porque, mucho antes, ya María fue un cáliz viviente durante nueve meses y
luego Cristo lo fue durante toda su vida terrena y lo es ahora junto al
Padre y lo será cuando vuelva en gloria para beber del Grial por segunda
vez, como se profetiza en Lucas 22 17). Después José de Arimatea (o bien
María como se muestra en la Cruz de Schoenstatt) habría recogido, en ese
mismo cáliz, la sangre que manaba del costado del Señor. Luego el cáliz
habría sido llevado a las Islas Británicas (concretamente a Glastonbury)
para, finalmente, esfumarse en el misterio como lo hizo el Arca de la
Alianza. Actualmente está en “algún lugar” (¿quizá en una caverna secreta
bajo una meseta de la Patagonia argentina?) y siempre ha habido quienes lo
han buscado. Pero tal búsqueda (“QUEST” en inglés, “QUESTE” en francés,
“DEMANDA” en castellano) sería ardua, difícil y, además, muy peligrosa
aunque no se aclara bien el porqué del peligro….
Tal sería en su versión tradicional el “cuento del
Grial”. La existencia de esta historia en la Literatura es nuestro primer
hecho indubitable: se podrá tacharla de patraña absurda y hasta peligrosa
pero no se puede negar su existencia.
Estas últimas palabras aluden a nuestro segundo
hecho indubitable; del mismo modo que, en la cristiandad, siempre hubo
buscadores del Grial (aunque mas no sea soñando con él y escribiendo sobre
él) siempre hubo y hay quienes condenan tal búsqueda tachándola de inútil
y peligrosa. Digamos de inmediato que tal posición abunda ente prelados y
clérigos. Ahora bien: ¿cuales serían los argumentos de estos negadores?
Porque poseen argumentos y son poderosos, al menos en apariencia, y tal
vez no solo en apariencia. Veamos por tanto esos argumentos.
Estos negadores no discuten la existencia del
primer cáliz sino la importancia que nosotros le asignamos a la que
clasifican de exagerada e indemostrable. ¿Es el Grial el gran mito
salvífico del Occidente o es una especulación ociosa que aleja las mentes
de lo realmente importante que es la Sangre del Señor, o sea, la
Eucaristía? Un místico chino ha dicho: “cuando el dedo señala la Luna
el sabio contempla la Luna, no analiza el dedo”. Si un medicamento cura mi
enfermedad debo tomar el medicamento y no venerar la caja que lo contuvo.
Y si esa caja se ha perdido debo conseguir otra caja y no iniciar una
dramática búsqueda de una caja vacía. Y esto sigue siendo cierto aunque
esa caja sea la primer caja de tal medicamento que produjo la compañía
farmacéutica. Si creemos que la Última Cena tuvo lugar y que en ella el
Señor consagró pan y vino por primera vez, entonces es forzoso que haya
empleado una copa para contener ese vino. Y esa copa fue el primer cáliz
y si deseo llamarla el Santo Grial ¿quién me lo va a prohibir y porqué?
Pero además de ser el primero fue el único en el cual consagró el mismo
Cristo y no su representante (el sacerdote legítimamente consagrado por
un apóstol o por su sucesor). Y fue el único tocado por los labios del
Señor. Todo esto sumado a su gran antigüedad transforma al Grial en una
valiosísima reliquia al nivel de la Santa Síndone o la Verdadera Cruz
hallada por Elena y ahora dispersa por el mundo en multitud de venerados
fragmentos. Será una reliquia valiosísima pero no es mas que eso. La
diferencia con la Santa Síndone y la Vera Cruz es que éstas no se han
perdido y el Grial sí. Pero también se ha perdido la lámpara de aceite que
alumbraba el Cenáculo. Y la alcuza que contenía el aceite con la que se
cargó la lámpara. Y la almazara que prensó las olivas que produjeron ese
aceite. Y el pesebre donde comía el burro que propulsaba la almazara. Y el
martillo que usó el carpintero cuando fabricó el pesebre en donde comía
el burro que propulsaba la almazara que prensó las olivas que lanzaron el
aceite que llenó la alcuza que cargó la lámpara que alumbró a Cristo.
¿Vamos a decir por ello que ese martillo es un talismán prodigioso dotado
de poderes taumatúrgicos cuya búsqueda (quest) es la gran tarea de la
Cristiandad? ¡Es una broma pesada!. Tales podrían ser los argumentos de
los que niegan tanta importancia al Grial y tratan de peligrosa leyenda su
búsqueda milenaria; peligrosa porque aleja la atención de lo realmente
importante que es la Santa Misa.
Nuestro tercer hecho indubitable es que casi todos
los que sostienen esta posición son sacerdotes o prelados. Eclesiásticos,
en una palabra. Hombres de Iglesia. Uno de ellos fué quien le dijo al
fundador de Delphos “me daría lo mismo consagrar en un vasito de vidrio
que en el Santo Grial” ¡Formulación extrema de una posición muy común
entre los clérigos!
Pero maticemos esto con nuestro cuarto hecho
indubitable: en la Catedral de Valencia se custodia una antiquísima copa
que sería el Santo Grial. Y ahora bien; cuando hablamos de clérigos ¿quién
mas clérigo que el Papa? Pero Juan Pablo Segundo viajó a Valencia solo
para celebrar Misa con el Grial valenciano (que no sería el autentico
primer cáliz según el grupo Delphos). Y recientemente Benedicto, nuestro
actual pontífice, hizo lo mismo. O sea que esta posición antigrial (pero
no antigripal, no confundamos) será común ente los clérigos pero la
cabeza se ha alejado de ella; corresponde asentar el hecho aunque resta
dilucidar su significado.
Prosigamos; nuestro quinto hecho indubitable es que
“el cuento del Grial” tiene un inmenso atractivo. De alguna manera resuena
con fuerza en nuestras entrañas, inflama nuestra imaginación y nos impele
a soñar con grandes hazañas, augustos misterios y expediciones a
tierras lejanas mas la extraña convicción de que todo esto (que es el
tema del tesoro perdido, base de tantas novelas de aventuras) es algo
más que una historia de capa y espada, que tiene un inmenso peso
espiritual y encierra un camino hacia la santidad definida como virtud
heroica (definición católica de santidad) pero un camino que es el del
caballero y el del guerrero, no el del monje o el del cura. Y quizás por
ello el Grial despierta la animadversión de los clérigos. Y quizás
también por ello el ciclo arturiano de Camelot, o sea, la materia de
Bretaña, está íntimamente enlazado con el ciclo del Grial. Quizá también
por ello lo Orden del Temple, en cierto sentido la realización histórica
de la Tabla Redonda, despierta resonancias semejantes. Y hasta parece ser
que el Temple tuvo que ver con el Grial. Sea como fuere es indudable ese
extraño atractivo del gran tema del Grial. Y ahora bien, si esto es verdad
(¡y es verdad!) significa que el el Grial incide fuertemente en nuestro
psiquismo, que entra en resonancia con algún recóndito arquetipo
junguiano; no me extraña en lo más mínimo que la mujer de Jung dedicara
toda su vida a estudiar el Santo Grial. Pero eso tuvo una mala
consecuencia: que Jung, también muy atraído por el tema, renunciara a
trabajar sobre él “para no invadir terreno de mi mujer”. Pero que el
tema lo trabajaba es indudable; recordemos el extraño “sueño griálico”
que narra en “Recuerdos, sueños, pensamientos”, su autobiografía
intelectual. En resumen; si el tema del Grial nos impacta de tal manera
ello solo puede ser posible si hay algo en nuestra alma que puede ser
impactado con tal fuerza. Y si esto es así (¡y es así!) entonces
deberíamos hacer el trabajo que Jung no hizo y determinar porque el Grial
nos impacta como lo hace. ¿Qué hay en nuestra alma acorde con el Grial?
¡Este es el tema de nuestra indagación! Y desde luego, es muy
difícil….Pero la clave no está en alguna lejana caverna inaccesible y
secreta sino oculta en nuestro propio pecho. Por lo tanto…¡No hay excusa!
¡Manos a la obra, caballeros del Grial! ( aquí llamo”caballeros del Grial”
a todos los que sueñan con el Protocáliz Perdido). O sea, en pocas
palabras; algo hay en nuestra alma que es como un altar preparado para el
Grial. Ahora bien: ¿Que es ello?.....este es o debiera ser (a mi juicio)
el primer tema de nuestra indagación y la respuesta debiera ser tan clara
que se constituya en nuestro sexto hecho indubitable.
(continuará)