TORSCHLUSSPANIK. ENTRE EL PÁNICO Y LA HISTERIA

por Denes Martos   -   http://www.denesmartos.com.ar



Perdón por el germanismo algo estrafalario, pero en alemán existe un término muy gráfico para describir la angustia que se apodera de quienes sienten que están perdiendo su última oportunidad. El término es el título de esta nota: Torschlusspanik. Con esa facilidad que tienen los germanos para "armar" palabras casi a placer, ésta se compone de tres términos: Tor que significa "puerta", "portón", "portal"; Schluss, que significa "fin"; "cierre"; "término"; y Panik, que – como cualquiera puede adivinar – significa "pánico". Torschlusspanik significa, pues, algo así como "Pánico ante el cierre de las puertas".

La palabra remite a la Edad Media. A la puesta del sol en ciertos centros urbanos se cerraban las puertas de la ciudad por motivos de seguridad. Las personas que no habían conseguido entrar a la ciudad hasta esa hora debían pernoctar fuera de sus muros y quedaban por consiguiente expuestas a los ladrones, a los lobos y a las inclemencias del tiempo. La puesta del sol significaba, así, la última oportunidad para ingresar al perímetro de seguridad que brindaban los muros y las fortificaciones que normalmente rodeaban a las concentraciones urbanas.

La cuestión viene a cuento porque últimamente estamos asistiendo a una versión actualizada de esta clase de pánico en lo referente a la, en apariencia interminable, crisis de Medio Oriente. Frente a quienes intentan explicar esta crisis de un modo objetivo, la propaganda oficial insiste en sostener que las teorías conspirativas son pura fantasía, y que los EE.UU. y sus aliados luchan por permitir el desarrollo de la democracia y por la eliminación de las armas de destrucción masiva. Y por supuesto, también por la vigencia de los derechos humanos. Adicionalmente, para los algo más suspicaces, se sugiere tímidamente que todo es una cuestión de petróleo.

Por de pronto, es cierto que existen teorías conspirativas realmente descabelladas, o por lo menos increíblemente fantasiosas; aunque ello no implique necesariamente que no existen las conspiraciones. También es cierto que la implantación de la democracia liberal resulta ventajosa para la plutocracia financiera internacional por la facilidad con que los regímenes democráticos son manipulables debido a su dependencia del dinero. No menos cierto es que, mientras más desarmadas e inermes estén estas democracias, más fácilmente cederán ante las presiones de las potencias que ni en sueños piensan deshacerse de sus propias armas de destrucción masiva. Y, por último, no es un secreto para nadie que el petróleo sigue siendo todavía un tremendo negocio al cual sus operadores no piensan abandonar de un día para el otro.

Pero, así y todo, el análisis en profundidad de lo que está ocurriendo en Medio Oriente y su zona de influencia revela que, además de estos factores, hay otra cosa en juego. Lo revela, más que nada, el nerviosismo, la insistencia – uno casi estaría tentado a decir la histeria – de los principales actores participantes en hacer estallar una nueva guerra. Si recurrimos un poco a los antecedentes, este notorio nerviosismo y este apuro empiezan a tener explicación.

Los vaticinios de Ariel Sharon

Apenas algunas semanas antes de la guerra de Irak, en febrero de 2003, una delegación de legisladores norteamericanos y el entonces embajador de los EE.UU. ante la ONU John Bolton, se reunieron con los dirigentes israelíes Benjamín Netanyahu y el entonces primer ministro Ariel Sharon, oficialmente para discutir las estrategias tendientes a "prevenir la proliferación de armas de destrucción masiva". Poco después de esa visita, Bolton declaró que, una vez completado el cambio de régimen en Irak, "será necesario tratar las amenazas provenientes de Siria, Irán y Corea del Norte". [[1]]

Dejando de lado lo de Corea del Norte que no fue sino una expresión de deseos entremezclada por el propio Bolton, esas palabras no hacían más que reflejar y repetir las declaraciones de Sharon. "Después de Irak, hay que despojar a Irán, Libia y Siria de las armas de destrucción masiva" – había dicho Sharon agregando que – "Israel está preocupado por la amenaza a su seguridad que representa Irán". Más aun: insistió en que había que ocuparse de Irán incluso mientras la atención norteamericana estuviese enfocada sobre Irak. Es que, según la visión estratégica de los israelíes, en ese momento y en las palabras del propio Sharon, "una acción exitosa de los norteamericanos en Irak como modelo hará que ello (la neutralización de Irán, Libia y Siria) será más fácil de lograr". [[2]]

Pues bien, como suele suceder muchas veces en política y especialmente en política internacional, las cosas no resultaron exactamente tan fáciles como se creyó en aquél momento. En sí misma, la operación militar contra Irak no representó demasiadas dificultades para los norteamericanos. Pero la consolidación política de esa operación militar terminó en una pesadilla que casi resulta inmanejable.

El papelón de Irak

Por de pronto, las supuestas "armas de destrucción masiva" de Saddam Hussein no aparecieron jamás, lo cual significó un descrédito muy difícil de disimular para la política exterior norteamericana. Pero, aparte de ello, aunque menos difundido, también está el hecho que la "democracia" falló estrepitosamente en concitar el entusiasmo, o siquiera la adhesión, de los iraquíes. Con ello, quedaron invalidados objetivamente los dos grandes argumentos esgrimidos por el Departamento de Estado y sus aliados para tratar de justificar el ataque a Irak. Al final, los anglo-norteamericanos se retiraron de Irak sin haber hallado las armas de destrucción masiva y sin haber conseguido implantar una democracia ni siquiera remotamente coherente en dicho país.

La pregunta es: si en realidad no consiguieron presentar como trofeo ninguno de los objetivos esgrimidos para justificar la guerra, ¿por qué se retiraron?

Lo de las armas de destrucción masiva puede ser dejado de lado. Todo el mundo sabía que Saddam no las tenía, y la CIA, el MI5 y el Mossad lo sabían mejor que nadie. Quizás alguien en su momento especuló con "plantarlas" pero nadie consiguió imaginar una manera creíble de hacerlo. Sucede sencillamente que no es suficiente poner un artefacto nuclear en alguna parte y luego proclamar muy suelto de cuerpo: "¡Aquí está!". Cualquiera con dos dedos de frente se preguntará inmediatamente con qué y cómo llegó a fabricarse ese artefacto. Y, si no hay instalaciones ni estructura técnico-científica para mostrar, toda la historieta se vuelve automáticamente increíble. Dicho sea de paso: ése es el error que ahora, en función de la experiencia iraquí, se corrigió en el caso de Irán. En esta oportunidad lo primero que se hizo fue acusar a los iraníes de querer utilizar con fines militares su programa de desarrollo nuclear. De esta manera ha quedado fijada en las conciencias de la población mundial que Irán realmente tiene instalaciones y estructuras tecno-científicas nucleares; algo que permitiría el día de mañana hacer creíble el "hallazgo" de algún artefacto nuclear bélico sobre suelo iraní – y esto en la medida en que la constante amenaza internacional no empuje a los iraníes a cometer el error de desarrollar efectivamente algún arma nuclear por iniciativa propia.

Lo de "llevar la democracia a Irak" ya es algo más escurridizo. Por de pronto el concepto de "democracia" es tan elástico que, a los efectos prácticos, abarca desde monarquías más o menos constitucionales hasta republiquetas meramente formales, casi totalmente carentes de soberanía. En consecuencia, discutir si el actual Irak es – o no – una "democracia" implica entrar en vericuetos semánticos y argumentos bizantinos de los cuales no hay salida coherente posible. Lo concreto en el caso de Irak es que los norteamericanos, después de muchas idas y vueltas, finalmente consiguieron imponer allí un régimen débil, virtualmente paralizado por sus propios conflictos internos, sin poder político propio, con una economía fuertemente dependiente y sin ninguna capacidad de maniobra real a nivel internacional. Lo cual, con casi total certeza, fue el objetivo estratégico principal a lograr desde el principio. Con ello, el negocio petrolífero está asegurado, así como lo está también el control financiero. Entre ambos el control económico del país es, de este modo, completo. A lo cual se agrega que, si bien Irak nunca tuvo armas de destrucción masiva, la situación actual garantiza que tampoco las tendrá en el futuro. En resumen: la actual política iraquí tiene claramente marcados sus límites y ya no representa un factor relevante para la estrategia norteamericana e israelí en Medio Oriente.

Ésa es una parte de la realidad que explica en buena medida la retirada de los norteamericanos de Irak en Diciembre 2011. La otra parte se explica por la necesidad de un empleo racional de los recursos. A la pregunta de: "¿Por qué se retiraron los norteamericanos de Irak?" podría responderse sencillamente con: "Porque se estima que pueden llegar a hacer falta en otra parte".

Esa "otra parte" se desprende claramente de los últimos acontecimientos de la llamada "primavera árabe". Si recordamos las palabras de Sharon de 2003, después de Irak tenían que venir Libia, Siria e Irán. No vinieron tan rápidamente como se especulaba hace nueve años atrás. Pero vinieron. Después del interregno egipcio como disparador y catalizador, Libia terminó siendo liquidada. Las operaciones en Siria se hallan en pleno desarrollo. Solo faltaría Irán, el tercer objetivo, anunciado por Sharon en su momento e insistentemente proclamado desde entonces por todos los canales de difusión del sistema.

Líneas que no se deberían cruzar

El enorme nerviosismo que se percibe últimamente entre los promotores de esta escalada de violencia se debe, en último análisis, a dos probables motivos.

Por un lado, la operación en Siria se está complicando. Bashar el Asad está resultando ser un hueso algo más difícil de roer que Gaddafi. En parte porque quienes se le oponen no consiguen ponerse de acuerdo en el reparto del posible botín. Ni Burhan Ghalioun, ni los Hermanos Musulmanes, ni Haytham Manna, ni Rial al Asad, ni Mustafá Ahmad al Sheikh consiguen ponerse de acuerdo en quién debería liderar a la oposición y convertirse eventualmente en el sucesor de Asad. Pero en buena medida también porque – a diferencia de Libia en donde la OTAN hizo prácticamente lo que le vino en gana – en Siria la cosa es un poco más compleja.

Hacia fines de noviembre 2011 Rusia decidió enviar tres destructores acompañados por el portaaviones lanzamisiles "Almirante Kuznetsov" al puerto sirio de Tartus, donde ya trabajaban unos seiscientos militares rusos. [[3]] A esto se agrega que hace algunos días Irán también envió dos de sus buques de guerra a la misma región y al mismo puerto. [[4]] Si tenemos presente, además, que Rusia ha estado suministrando armas y pertrechos al gobierno sirio en forma regular [[5]] la pregunta surge casi por si sola: ¿representa Siria la línea que Rusia decidió no permitir cruzar?

Por el otro lado, el embargo petrolero que se le ha querido imponer a Irán no funciona demasiado bien con China que depende fuertemente del petróleo de Medio Oriente. Tampoco funciona demasiado bien con la India que se halla en una situación similar. Sea como fuere, en Beijing no están para nada entusiasmados con la idea de abandonar Irán a su suerte aunque, pragmáticos como son los chinos, si los saudíes compensaran a China por la pérdida del petróleo iraní quizás las posiciones chinas se vuelvan algo más flexibles. [[6]] De todos modos, la reticencia china de depender de un solo proveedor hace surgir otra pregunta: ¿será Irán la línea que China, y quizás también la India, decidieron que las potencias occidentales no deben cruzar?

Con todo lo anterior, lo único indudable es que el conflicto amenaza con estirarse – o, peor todavía, quedar fuera de control – y ello necesariamente repercute negativamente en la estrategia de Israel contra Irán. Una estrategia que desde el punto de vista militar y político, si bien ya está adecuadamente instalada en los medios masivos de difusión, resulta incomparablemente más difícil de llevar a cabo que la oportunamente decidida contra Irak. Poniéndolo en términos simples: si el operativo iniciado con la "primavera árabe" llegara a terminar en un completo e incontrolable caos en Medio Oriente, el proyectado ataque a Irán se hará más difícil todavía de lo que ya es, al punto que hasta puede llegar a resultar imposible.

Las presiones de un tiempo que se acaba

Pero, más allá de las complicaciones en Siria, el segundo – y en mi modesta opinión principal – motivo que explica el Torschlusspanik de norteamericanos e israelíes es que se les está acabando el tiempo.

La configuración del poder en el mundo se está reacomodando. Después de la desaparición de la Unión Soviética el sistema bipolar de la guerra fría fue reemplazado por un sistema de hegemonía norteamericano-israelí. Si recordamos los discursos acerca de "el fin de la Historia" y el "Nuevo Orden Mundial", es evidente que muchos creyeron poder mantener esta hegemonía de un modo indefinido. Sin embargo, el sistema financiero internacional – que es el talón de Aquiles del capitalismo plutocrático – les ha jugado una mala pasada a quienes veían el futuro en términos de una globalización capitalista y demoliberal. Porque la codicia y la usura – que constituyen el talón de Aquiles del sistema financiero internacional – provocaron una sucesión de crisis después de 1989.

Solo para mencionar algunas: la crisis financiera asiática de 1997, la burbuja financiera e inmobiliaria del Japón de 1980/1990; la crisis bancaria de Venezuela de 1994 y el "tequila" mexicano del mismo año, la crisis financiera rusa de 1998; la crisis financiera dominicana de 2003/2004, el colapso de la burbuja inmobiliaria norteamericana en 2006 con la crisis de las hipotecas de 2007; la crisis bursátil norteamericana de enero 2008 y la mundial de octubre del mismo año que se extiende hasta nuestros días; todas ellas erosionaron el prestigio, la credibilidad – y, por lo tanto, el poder – de quienes se creían depositarios de una hegemonía inconmovible.

Tanto las crisis financieras brevemente apuntadas como las tendencias del mundo en general indican un retroceso progresivo de la hegemonía norteamericano-israelí. Y ya que hemos citado a Ariel Sharon más arriba quizás convenga recordar lo que éste le dijo a Shimon Peres el 3 de octubre de 2001. Cuando Peres sugirió que Israel podría perder el apoyo estadounidense si no detenía las incursiones israelíes en los territorios ocupados, Sharon le respondió: "Cada vez que hacemos algo, me dices que América hará esto o lo otro. Quiero decirte algo muy claro: No te preocupes por la presión norteamericana sobre Israel. Nosotros controlamos América y los americanos lo saben". [[7]]

Sucede, sin embargo, que por más control que tenga el lobby israelí sobre la política exterior norteamericana, el mismo peso internacional de los norteamericanos se está debilitando progresivamente. Y las sucesivas crisis financieras han erosionado el poder real no solo de los EE.UU. sino el de toda la plutocracia internacional.

Las tendencias que se observan en el mundo actual indican claramente que, dentro de 10 o 20 años – como máximo – el tándem Israel- EE.UU. ya no dispondrá de una hegemonía tan incontestable como el que tuvo hacia fines del Siglo XX y durante los primeros años del XXI. De hecho, hoy mismo ya no la tiene. A pesar de toda la ofensiva mediática dirigida a presentar a Irán como "el malo de la película", los hechos objetivos demuestran que ya no es posible atacar a Irán con la misma facilidad y con los mismos argumentos infantiles que otrora se utilizaron para invadir a Irak.

Dentro de una década o dos, China, Rusia, India y otros países que vienen avanzando con fuerza podrán desafiar con éxito la hegemonía norteamericano-israelí y una nueva configuración del poder internacional amenaza con hacer imposible tanto el expansionismo israelí como la continuación de las aventuras bélicas en Medio Oriente. Hay, realmente, un "Nuevo Orden Mundial" gestándose. Pero no es el que imaginaron los norteamericanos y quienes los controlan.

Con ello, norteamericanos e israelíes – pero especialmente estos últimos – habrán perdido su última oportunidad para expandirse y lograr el control de la región. Porque esa oportunidad es ahora. Para los israelíes, la partida que se jugará en los próximos meses será una partida contra reloj. No les queda mucho tiempo, les toca a ellos mover una pieza en el tablero, y no se ve demasiado bien cual podría ser una jugada seguramente ganadora.

Según Bobby Fischer – el eximio ajedrecista judío que, por una de esas curiosas ironías de la Historia, también fue virulentamente antisionista – solía decir: “Todo lo que importa ante el tablero de ajedrez son las buenas jugadas”.

El gran problema está en que las jugadas forzadas, en medio del Torschlusspanik de un tiempo que se acaba, no suelen ser las más brillantes.

Y, en materia de ajedrez, los iraníes algo deberían saber.

Sus antepasados persas fueron los que inventaron el juego.

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Notas

[1] )- Ian Williams, “John Bolton in Jerusalem: The New Age of Disarmament Wars,” Foreign Policy In Focus, February 20, 2003.; cita en:
http://rightweb.irc-online.org/profile/bolton_john Consultado el 17/02/2012

[2] )-
http://www.haaretzdaily.com/hasen/pages/ShArt.jhtml?itemNo=263941 - citado en: http://www.rense.com/general34/nesxt.htm Consultado el 17/02/2012

[3] )- Cf.
http://www.abc.es/20111128/internacional/abci-rusia-barcos-guerra-siria-201111281750.html - Consultado el 21/02/2012

[4] )-
http://america.infobae.com/notas/44582-Buques-iranies-que-se-desplazaban-por-el-mar-Mediterraneo-llegaron-a-Siria - Consultado el 21/02/2012

[5] )-
http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2012/02/120201_siria_rusia_armas.shtml - Consultado el 21/02/2012

[6] )-
http://cambiopolitico.com/china-iran-la-ambivalente-carta-petrolera/4571/ - Consultado el 21/02/2012

[7] )- Declaración difundida por la emisora Col Israel y recogida posteriormente por The Independent Palestinian Information Network, The Washington Report on Middle East Affairs y el diario ruso Pravda, en su edición del 4 de octubre 2011.