10 DE
NOVIEMBRE: DÍA DE LA TRADICIÓN
por
La Gazeta - www.lagazeta.com.ar
"Yo
he conocido cantores
que
era un gusto el escuchar;
mas
no quieren opinar
y se
divierten cantando;
pero
yo canto opinando
que
es mi modo de cantar"
José Hernándes nació el 10 de noviembre de 1834. Su padre se llamaba
Rafael y pertenecía a una familia federal; su madre era Isabel Pueyrredón
y pertenecía a una familia unitaria; el niño nació en el caserío de
Perdriel, hoy partido de San Martín, y quedó al cuidado de sus tíos
Victoria y Mariano Pueyrredón, cuando sus padres se fueron al campo para
trabajar en una estancia de propiedad de Rosas. Hacia 1840 al arreciar la
represión rosista contra los unitarios, los tíos de José deben emigrar,
razón por la cual el niño queda a cargo de su abuelo paterno, José Hernández
Plata, federal convencido. Según consta en archivos y diarios, estudió
en el Liceo Argentino de San Telmo, dirigido por Pedro Sánchez hasta que
abandona Buenos Aires aquejado por un mal al pecho, para reunirse con su
padre en una estancia de Camarones. Previamente, en 1843, había muerto su
madre, a la que no veía desde muy pequeño, y a la que probablemente no
recordaba.
No es preciso destacar el clima de violencia política en que
transcurrieron esos primeros años de la vida del poeta, así como los
desgarramientos afectivos provocados también por razones políticas. Sea
como fuere, junto a su padre logra cierta estabilidad y se despierta en él
el amor al campo y el conocimiento del mundo campero. Entre tanto, había
nacido su hermano Rafael, el que sería su primer biógrafo.
A la caída de Rosas, José se separa de su padre, que continúa en las
faenas rurales hasta su muerte acaecida en 1857. José se interna en
Buenos Aires, sacudida por todos los vientos después de Caseros. Su
primera acción digna de ser recordada, y que al mismo tiempo implica una
ruptura con sus padres, consiste en ponerse a las órdenes del coronel
Pedro Rosas y Belgrano (hijo adoptivo de Juan Manuel), que enfrenta a las
fuerzas de Hilario Lagos, militar rosista alzado contra el gobierno
unitario de Valentín Alsina. Para algunos, el haber adoptado este partido
guarda cierto paralelismo con la actuación de Pedro Rosas: en ambos sería
algo así como un parricidio. De todos modos, la experiencia le abre el
camino a la política y la batalla de San Gregorio en la que Lagos deshizo
a sus represores, parece haber dejado en él ciertos recuerdos que, muy
posiblemente, reaparecen en algunos versos de la primera parte del poema.
O Para otros, esta forma de ingresar en la política se explica por su
juventud y no tiene valor de definición; en todo caso, habla de la
complejidad de los planteos después de Caseros, entre Buenos Aires,
regida por unitarios (Mitre detrás de todos ellos), y la Confederación
acaudillada por Urquiza.
Justamente, este conflicto separa hombres que en la oposición habían
estado unidos, como Sarmiento yAlberdi; este último se convierte en el
ideólogo de la Confederación e, indirectamente, serán sus ideas las que
manejará en el futuro Hernández. Los rosistas no cejan en su intento de
recuperar el poder hasta 1856 en que las tentativas de Flores y Costa
terminan en la matanza de Villamayor por orden del gobernador Pastor
Obligado. Pero antes, en 1854, el oficialismo vence a Lagos en El Tala, y
Hernández, a raíz de un duelo, abandona las filas. En ese mismo año de
1856, según informa Beatriz Bosch (La Prensa, 1964), se lo encuentra en
Paraná trabajando como empleado de comercio.
Otros biógrafos (Chávez) lo sitúan en Buenos Aires hasta 1858, y a
partir de entonces en Paraná; Chávez, incluso, lo hace colaborar en La
Reforma Pacífica, diario creado en 1856 y dirigido por Nicolás Calvo,
jefe del Partido Reformista (confederacionista y federal, llamado
"chupandino"), hecho que Beatriz Bosch pone en duda. Es lógico
suponer, no obstante, que ya sea desde Paraná, ya desde Buenos Aires,
simpatizaba con ese partido y que aún pudo colaborar desde lejos si en
realidad no lo hizo desde cerca. El reformismo combatía contra el
mitrismo, a cuyos partidarios se designaba con el mote de
"pandilleros".
Los conflictos entre la confederación y Buenos Aires llegan a un grado
extremo y se produce la Batalla de Cepeda, en la cual Hernández pelea
como capitán. Triunfo de Urquiza, quien llega hasta San José de Flores.
A continuación Hernández se retira del ejército y obtiene el cargo de
oficial de contaduría, pasando poco después a ser taquígrafo del
senado.
En Paraná lo bautizan "Matraca" que le dura hasta 1873 que
empiezan a llamarlo "Martín Fierro".
Asiste a la convención reformadora de 1860, donde conoce a Sarmiento.
Pero en la próxima vuelta el triunfo es de Bs. As; es en Pavón y la
derrota de Urquiza es inexplicable; en sus filas revistan José y Rafael
Hernández.
Disueltos los poderes de Paraná, Hernández se dedica al periodismo, en
el Argentino, como tantos otros célebres argentinos. El 8 de junio de
1863 se casa con Carolina del Solar. En el mismo año es asesinado Angel
Vicente Peñaloza, mítico montonero riojano, lo cual motiva una serie de
artículos de Hernández recopilados con el título de Vida del
"CHACHO" violento ataque a Sarmiento.
Posteriormente (febrero de 1867) se lo ve en Corrientes como ministro del
gobernador López, federal y urquicista. Permanece allí, ocupando
diversos cargos, hasta que López es derrocado en 1868 por fuerzas
mitristas, ante la pasividad de Urquiza. Redacta el Eco de Corrientes y es
decidido partidario de López Jordán, que asiste al gobernador López en
la defensa de su gobierno. Desde ese diario combate la candidatura
presidencial de Sarmiento pero ello no le impide trasladarse a Bs. As
donde fundará el diario El Río de La Plata, decidido a oponerse a ese
gobernante y cuyo programa parece un anticipo del Martín Fierro.
El diario sale durante ocho meses. Presumiblemente en octubre de 1870
regresa a Paraná para unirse a López Jordán. En 1872 regresa a Bs. As.
vía Montevideo, luego de estar prófugo junto a López Jordán de una
guerra declarada por Entre Ríos, preocupado por la peste del 71 ya que su
familia residía en ese lugar. Allí recibe la visita de Antonio Lussich,
que le muestra versos en "estilo campero".
El 28 de noviembre sale el poema que luego aparece en forma de folleto
editado por la imprenta "La Pampa". A pesar de esto sigue su
pelea con Sarmiento, huye a Montevideo donde se reencuentra con López
Jordán; y Sarmiento pone precio a sus cabezas: $100.000 la de López Jordán
y $1.000 la de Hernández.
En 1879 es elegido diputado provincial y edita La Vuelta Del Martín
Fierro.
En 1881 publica su Instrucción del Estanciero, y en 1885 es elegido
senador.
El 21 de octubre de 1886 murió en Belgrano. Sus últimas palabras
dirigidas a su hermano Rafael fueron: Buenos Aires. Buenos Aires...
OBRAS: Martín Fierro.
Una nueva conciencia. - Un folleto humilde en cuya portada puede
leerse" El gaucho Martín Fierro, por José Hernández", fue
impreso en la Imprenta de La Pampa en 1872. Siete años después la librería
del Plata presenta la primera edición, adornada con diez minas, de la
vuelta de Martín Fierro, del mismo autor. Entre ambas un‚ éxito de público,
que no había tenido antecedentes en él Río de la Plata, ni por su
extensión, ni por su composición social. En "Cuatro palabras de
conversación con los lectores", que encabeza la Vuelta, Hernández
informa que de la primera parte de su poema se han sucedido once
ediciones, con un total de 48000 ejemplares. Anuncia, al mismo tiempo, que
del presente folleto se tiraron 20.000 ejemplares. El hecho, que no dejó
de despertar la perplejidad de sus contemporáneos, altera con un solo
impulso la relación entre las obras que hasta ese momento habían sido
escritas en la Argentina (o por argentinos) y para las que los románticos
Echeverría y Gutiérrez habían propagandizado el nombre de literatura
nacional. Ida y Vuelta de Martín Fierro confirmaban a la vez la
popularidad de una forma (que luego se denominará gauchesca), la
oportunidad de una denuncia sobre la condición social del gaucho, y la
transformación literaria del saber y la experiencia rurales.
Cada una de estas tres líneas existían antes de Martín Fierro por
separado y, en ocasiones, precariamente entrecruzadas. Pero su confluencia
en el poema de Hernández produce un efecto nuevo, a la vez literario e
ideológico. Podría agregarse: de ideología literaria, porque Martín
Fierro -propone, en una estructura formal que no es la del realismo del
siglo XIX, una representación realista. Cómo se produce esta alquimia en
la escritura de un periodista y político de segunda fila, militante casi
siempre en el bando de la derrota?
Hay que presuponer en Martín Fierro un nuevo tipo de conciencia. La mera
yuxtaposición de las tres líneas enumeradas no podría haber producido
ni la perdurabilidad estética ni la fuerza de su denuncia. O para decirlo
más precisamente: que la fuerza de sus contenidos sociales provenga
especialmente de su sorprendente ajuste verbal y narrativo, induce a
pensar que José Hernández modifica, a veces de modo radical, tanto la
tradición en la cual proyecta inscribirse, inaugurada por Hidalgo, como
la denuncia que compartía con Diego Gregorio de la Fuente, con Nicasio
Oroño, con Vicente Quesada, con Emilio Castro. Las flexiones particulares
del programa social -las veremos enseguida- parecen anunciar la peculiar
inscripción de su poema en la gauchesca, están destinadas a confirmar,
al mismo tiempo, una comunidad cultural con el conjunto de saberes,
decires y creencias rurales: la "sabiduría del pueblo",
reivindicada en el Martín Fierro en oposición a la "ciencia"
urbana: Porque esto tiene otra llave Y el gaucho tiene su ciencia.
Como palanca central de esta conciencia más intensa de lo rural literario
y sociológico, en el Martín Fierro se elige un lenguaje. No se mimetiza
ingenuamente por el acopio de interjecciones y modismos, ni por la
prolijidad lexicográfica de acciones, costumbres, comidas y diversiones,
con una jerga rústica que hablada por los gauchos significaría el alma
de "lo gauchesco". La lengua del Martín Fierro está
constituida por un conjunto no demasiado abigarrado de peculiaridades fonéticas,
un puñado de arcaísmos y Americanismos y una sintaxis que elude la
subordinación. Se define esencialmente por el sistema de metáforas (Hernández
fue consciente de ello, como lo demuestra en sus prólogos), por el
sistema de connotación, por los desplazamientos de la ironía.
El Martín Fierro, construyéndose a partir de las convenciones de la poesía
gauchesca, las modifica por la recolocación de esas formas en una nueva
ideología literaria y por la explicación de un programa social. Se ven
enseguida los cambios operados en la convención y los desplazamientos de
sentimientos, ideas, actitudes y enunciados. De este modo el material del
poema, al organizar un sistema de ideas, una retórica, un saber rural y
una lengua, se inscribe en la tradición gauchesca de Hidalgo a Ascasubi,
pero diferenciándose de ella. Al mismo tiempo retoma los temas que Hernández
haba expuesto en sus artículos en El Río de la Plata, proporcionándoles
una fuerza demostrativa que se genera en las peripecias de la narración y
en la perfecta representación literaria. Un nuevo tipo de conciencia
sobre el gaucho (y no sólo sobre sus desdichas, sino más globalmente
sobre lo rural) se impone al público culto después de la publicación
del Martín Fierro, Y es, precisamente, este nuevo tipo de conciencia la
que gana a sus oyentes rurales, los destinatarios de aquellos ejemplares
del folleto que, según la versión ya clásica, lo compraban en las
pulperías, entremezclado con cajas de velas y latas de sardinas.
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