La
actitud de la diputada Graciela Camaño posee un impensado contenido político.
El montonero Kunkel registró en su cara el inicio de un cambio de los
tiempos. Las provocaciones ya no son soportadas y se confirman los
reiterados presagios de descomposición del kirchnerismo. Se confirman los
intentos de coimas para votar el presupuesto según el proyecto oficial.
Crece la inflación, el reinado de una inquietud fundamentada e imparable.
La incertidumbre. por Carlos Manuel Acuña
para el Informador Público Hay
veces en que los pequeños actos resultan expresivos de cosas mayores.
Pueden convertirse en símbolos representativos de circunstancias que
aguardan dormidas hasta que salen a la luz y suele suceder que los propios
protagonistas no dimensionan las consecuencias de sus actos. Éstos pueden
ser buenos o malos pero cuando tienen contenido sus proyecciones se
muestran con claridad y fuerza. Así sucedió ayer por la tarde durante el
debate en No
vamos a entrar en detalles acerca de este remanido asunto, sino que
consideramos conveniente detenernos en el hecho singular que afectó al
hocico de Kunkel, un hombre representativo de quienes enlutaron a Esto
que comentamos es más grave que un simple entredicho entre legisladores
enfrentados por disparidad de ideas. Lo ocurrido sirvió para reverdecer
las acusaciones de coimas y presiones que señalan al gobierno como
responsable de acudir a cualquier medio para aprobar el Presupuesto que
necesita para contar con fondos que le permitan llevar adelante la política
interna. En pocas palabras, lo que está en danza es todo un proceso de
descomposición institucional que ahora se manifiesta cada vez con más
fuerza y con interrogantes que aún carecen de respuesta. Pero
lo que desencadena estas reflexiones es el trompazo que la diputada Camaño
le brindó a Carlos Kunkel, aun cuando lo quieran disimular como un simple
cachetazo. Da lo mismo. Lo que importa es la actitud y lo sucedido. La señora
Camaño es una mujer inteligente y de carácter, con una ponderable
trayectoria que nadie niega y todos respetan. Además, es la mujer de un
importante dirigente sindical, Luis Barrionuevo, que representa a una
corriente adversa a la conducción oficial de Todos
estos componentes recuerdan viejas épocas, cuando la izquierda
revolucionaria enfrentaba a la ortodoxia peronista; hoy sucede algo
parecido, aunque los hechos se desenvuelven dentro de un aparente marco de
mayor prudencia, menos agresivo en su superficie pero más intranquilo en
su intimidad. Sin embargo, insistimos en que estos componentes del
conflicto -de alguna manera hay que llamarlo- tienden a repetir la
historia, con el agregado de otro factor importante: el crecimiento
desmedido de la inflación, pese a los esfuerzos de Guillermo Moreno, del
desprestigiado INDEC y del ministro de Economía, que ahora saca pecho
después de la muerte de Néstor Kirchner, que ejercía ese papel aunque
sin título formal. Los hechos indesmentibles en sus formas y contenidos son abrumadores. El trompazo se muestra emblemático y expresivo de la ruptura prepotente de un Kunkel combativo, ligero de boca, que agravió durante muchas sesiones a la señora Camaño. Sin esfuerzo, podemos decir que este tema es un reflejo fiel de lo que ocurre en otros ámbitos, por lo que apreciamos que hay un antes y un después de la actitud decidida de una mujer que resolvió manifestarse acorde con la situación que otros habían creado desde hace mucho y que hoy no reparan en que los tiempos comenzaron a cambiar.
|