A LA
HORA DEL SUEÑO
por
Néstor Sappietro
(APe).-
“Pensá en algo lindo antes de dormirte..." Cada noche el
padre se acerca a la cama de su hijo y cumple con el rito de taparle los
pies, siempre escapados de la cobija como si hubieran intentado hasta último
momento seguir correteando por la casa en esa encarnizada batalla que
sostienen los pibes entre el juego y el sueño... Entonces, le susurra al
oído: “Pensá en algo lindo antes de dormirte...” Nada de
monstruos ni tristezas.
El hombre está convencido que sólo así podrá cosechar un buen sueño.
La fórmula es sencilla. El tiempo jugaba para su equipo y seguro
encontraría algo bueno en qué pensar... Algo que podía suceder al otro
día. Por ejemplo: El gol mágico, gambetear a todos los rivales y tocarla
a un costado del arquero que queda desparramado. También aparecían otras
opciones: la mirada de la compañerita de jardín que tanto le gustaba y
que por fin descubría su existencia; la conquista de la “figu” que
completaba el álbum; una fábrica de chocolate con las puertas abiertas
para empacharse a gusto... “Pensá en algo lindo antes de
dormirte”... Así no habría pesadilla que se le anime. El
muchachito sería invencible. No podrían con él insomnios ni desvelos.
Cuando llegara la mañana tendría más fuerzas para alcanzar todo lo que
había soñado.
La escena, con los matices que impone cada geografía, podría ser posible
en cualquier rincón del planeta. Sin embargo, una denuncia de la
Organización Mundial de la Salud (OMS) revela que ese “otro día” no
fue posible en este 2007 para cerca de 7
millones de pibes que
hubieran podido salvar sus vidas
“...Hubieran podido salvar sus vidas”, la frase es la prueba
más contundente del homicidio. Deja el alma herida de tristeza y el puño
apretado de impotencia. La prueba de la codicia aparece en los detalles de
la información que destacó el vicedirector general de la OMS, Howard
Zucker: "En los países en desarrollo varios millones de niños
fallecen cada año por enfermedades de fácil curación, mueren por algo
tan simple como la diarrea y la deshidratación porque no tienen acceso a
medicamentos seguros, eficaces y a un precio accesible”.
El sacrificio de millones de pibes lleva en la solapa el egoísmo del
llamado primer mundo y la voracidad de los laboratorios, cómplices del
genocidio. Zucker señala que la diarrea se puede tratar mediante la
hidratación por vía oral con sales de cinc, "pero las empresas
farmacéuticas tienen poco interés en fabricar este producto cuya demanda
escasea en los países desarrollados". La lógica de los dueños
de la vida y de la muerte no habilita a vislumbrar ninguna mejora para el
futuro.
Sin embargo, como un desafío eterno a los asesinos del mundo, el hombre
común sigue empecinadamente ofrendando vida.
En el imperio del abandono cada pibe que nace es una señal de
resistencia.
Por esa razón, la escena no dejará de repetirse.
“Pensá en algo lindo antes de dormirte”... insistirá el
padre... y después, en su cama, antes de dormirse; el hombre se animará
con un manojo de esperanzas; y él también soñará...
Un día en el que no mueran niños de pura desidia.
Un día
en el que los pibes del olvido tengan la posibilidad de alcanzar el gol mágico;
la mirada de la compañerita de jardín que por fin descubre su
existencia; la figu que completa el álbum; la fábrica de chocolate con
las puertas abiertas para empacharse a gusto...
Un día
en el que lo natural no parezca una utopía.
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