ARGENTINA:
EL PAIS DEL VALE TODO
por
Carlos Machado - karlos_585@hotmail.com
Finalmente todo ha sido dicho en materia de estas elecciones por las
que acaba de transitar la Argentina. Se ha consumado lo que se preveía,
y mucho más aún.
La candidata oficial, Cristina Fernández de Kirchner, logró la
presidencia de la Nación para un período de cuatro años, si bien
mayormente traccionada por la provincia de Buenos Aires, el baluarte
en el que más se respaldaba la pareja presidencial. En el resto del
país no obtuvo la contundencia que tanto pronosticaban la mayoría
de los encuestadores a sueldo del gobierno.
Los mayores distritos aparte del bonaerense reflejaron las victorias
de sus principales oponentes. En Córdoba y Mendoza triunfó Roberto
Lavagna, y tanto en la provincia de Santa Fe como en la ciudad de
Buenos Aires la gran ganadora fue Elisa Carrió, que logró
resultados más optimistas de lo que ella misma preveía hasta hace
un mes atrás, y por supuesto de los que le adjudicaban los dichosos
encuestadores. Asimismo, Carrió hizo una muy buena elección en el
conurbano bonaerense.
En el principal estado argentino, la provincia de Buenos Aires,
triunfó con comodidad Daniel Scioli, aportando como se dijo su
buena ayuda a los guarismos obtenidos por la candidata oficial.
Con ello, sumado a los votos obtenidos en provincias a las que
consideraba "difíciles" como las del noreste y noroeste
del país, a Cristina Kirchner le fue suficiente para obtener una
victoria cómoda, sin necesidad de llegar al tan temido -por el
gobierno- ballotage.
Ahora bien, ¿qué es lo que se consumó en estas elecciones?
En primer lugar, las mayores irregularidades sucedidas en toda la
historia electoral del país desde el retorno de la democracia en
1983.
La candidata oficial obtuvo la presidencia del país tras haber sido
designada "a dedo" por su esposo, sin pasar como
corresponde por un congreso e interna partidaria. Para los Kirchner,
la Casa Rosada y la residencia de Olivos parecen haberse constituido
en un bien ganancial.
El flamante gobernador electo de la provincia de Buenos Aires,
Daniel Scioli, era en los hechos un candidato "ilegal" ya
que nunca llegó a residir en la provincia ni el mínimo de dos años
requerido para poder ser candidato a gobernarla.
Faltaron infinidad de presidentes y fiscales de mesa, una muestra de
la típica abulia argentina frente a uno de los actos electorales
que menos expectativa generó entre la ciudadanía.
Faltaron boletas de los principales partidos de la oposición,
abundando eso sí las correspondientes al oficialismo. Cuando algún
votante se quejaba a los fiscales de esa falta, éstos le respondían
que vuelva más tarde o que buscara él las boletas en otras mesas,
cuando lo que corresponde es que precisamente ellos estén atentos a
cualquier contingencia. Incluso fue detenido un individuo cuando se
retiraba escondiendo bajo su campera -pese al calor reinante- una
enorme cantidad de boletas de la fórmula liderada por Elisa Carrió.
Muchos lugares de votación abrieron sus puertas bastante más tarde
de la hora de inicio estipulada -las 08.00 de la mañana-, ya sea
por la falta de autoridades de mesa o porque no llegaban todas las
boletas habilitadas.
Todo ello originó que se produjeran muchas demoras, que en la
ciudad de Buenos Aires debiera prolongarse el cierre del comicio por
una hora más y que, incluso, muchos votantes se quedaran sin emitir
su sufragio.
Un párrafo aparte merece la provincia presidencial, Santa Cruz. Con
uno de los registros más bajos de electores, por su escasa población,
y con prácticamente todos sus habitantes en contra del matrimonio
Kirchner, resulta llamativo que tanto la candidata presidencial del
oficialismo como el candidato -también oficial- a la gobernación,
ganaran la elección con mucha ventaja.
Cabe señalar que en las últimas semanas habían circulado
numerosas denuncias de fraude en esa provincia austral, que iban
desde la falsificación de firmas para los avales de las listas a la
existencia de casi 3.000 documentos de identidad "en
blanco".
Sin embargo, todas las irregularidades mencionadas pasaron, como es
habitual en un país en el que impera la impunidad, por el tamiz de
la indiferencia, de que no se impugnara nada ni a nadie, y que todo
se dejara transcurrir más allá de algunas presentaciones
judiciales realizadas por los candidatos opositores en relación a
la falta o el robo directo de sus boletas, denuncias que, como también
es habitual, serán echadas al cajón del olvido.
Una muestra más de que la Argentina es el país del "vale
todo".
Lo que vendrá
En cuanto al futuro político de la Argentina,
todavía es una incógnita, ya que lo que permanece hasta el momento
como cierto es que poco o nada cambiará, habida cuenta de que el
nuevo período sólo es una continuidad del kirchnerismo en el
poder.
En su discurso como presidenta electa, Cristina Kirchner utilizó un
tono moderado, incluso con algún toque de la humildad de que había
carecido siempre. Claro que ese discurso solamente se dedicó a los
agradecimientos de rigor y, algo usual en todo candidato triunfante,
a la convocatoria a "todos los argentinos", sin banderías
políticas, para sumarse al "proyecto" del nuevo gobierno.
Proyecto del que aún no hay ninguna noticia. No habló, como
tampoco lo hizo en sus escasos actos de campaña, de planes de
gobierno. Tampoco mencionó las dos palabras que tanto vienen
castigando a los ciudadanos: "inseguridad" e "inflación".
Ambas tampoco habían estado en sus discursos previos y a la inflación
sólo la mencionó tangencialmente al defender los falsos índices
que desde comienzos del año viene dibujando en tal sentido el
gobierno.
Entonces sólo queda esperar. Habrá que aguardar cómo encarará
Kirchner estos cuatro años futuros, y nos referimos a Kirchner dado
que será él quien seguirá manejando los hilos del gobierno entre
bastidores.
Hay que aguardar también si se mantendrá el mismo nivel de
aislamiento en cuanto a las relaciones internacionales -hasta ahora
proclives únicamente a ser mantenidas empecinadamente con gobiernos
también cada vez más aislados del mundo, como los de Venezuela y
Bolivia-, o si esta vez se tratará de recomponerlas con las
potencias que en realidad rigen la política y la economía mundial,
Estados Unidos y la Unión Europea.
En ese sentido, por ahora el triunfo de Cristina Kirchner es
celebrado casi exclusivamente por los gobernantes de los citados países
sudamericanos, Venezuela y Bolivia, además de otros amigos
"progresistas" como José Luis Rodríguez Zapatero en España.
No tanto quizás por los empresarios españoles, aunque seguramente
ahora, parta calmarlos, los Kirchner liberarán de una vez las
famosas tarifas congeladas de los servicios públicos, en su mayoría
en manos hispánicas.
Y así es como transcurrimos las recientes elecciones argentinas. Al
cierre de esta nota aún había muchísimas mesas que todavía no
habían sido escrutadas. Más aún, en el último dato oficial el índice
de votos registrado por la candidata oficial había descendido de un
46,3 % inicial a un 42,4 %.
De todas maneras, su triunfo se mantiene como incuestionable y sin
posibilidad ya de una segunda vuelta, ya que de todas maneras,
aunque bajara a un 40 %, no hay posibilidad de que la segunda, Elisa
Carrió, con un último índice del 21 % llegara a colocarse a 10
puntos de diferencia de aquella como para poder arribar al ballotage.
Como dicen en algunos sitios caribeños, "amanecerá y
veremos".
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