CRÍTICAS DE EVOLA AL VEDÂNTA

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Las críticas efectuadas por Julius Evola al libro escrito por René Guénon “El hombre y su devenir según el Vedânta” no son el fruto (tal como alguien nos ha apuntado) de una interpretación personal, y por tanto racionalista, de textos sacros. Evola reconoce muchos aspectos positivos en el Vedânta, pero critica los que considera no acordes con los parámetros en los que se articula la Tradición Primordial y critica a Guénon por otorgar a los mismos carácter de infalibilidad. Evola nunca vertió críticas sobre ningún texto sacro que beba en su totalidad de la esencia de la Tradición Primigenia. Nunca, en este sentido, puso en solfa ni una coma de textos sagrados como, por ejemplo, los Vedas. Pero la involución es algo consustancial a los Manvantaras (o ciclos cósmicos) y la interpretación que de esos textos sagrados originales se puede realizar no es ajena a dicha involución. Así pues, esta interpretación sufre desviaciones y éstas se plasman, a menudo, en otros textos sagrados (como es el caso del Vedânta).

Evola vierte estas críticas apoyándose también en textos sapienciales, como es el caso del çakti-tantra. El çakti-tantra efectúa críticas directas al Vedânta. En este sentido, en relación a la doctrina vedántica que considera al mundo manifestado como falsedad, ilusión o ´maya´ afirma Evola:

     “La inconsistencia de tal opinión (que, entre otras cosas, en lo referente a la "salvación" o "liberación" debería coherentemente desembocar en el misterio cristiano de la "gracia") del Vedânta la han mostrado con pericia precisamente los Tantra. Éstos hacen a los vedantinos el siguiente razonamiento: "decís que lo verdaderamente real solamente es el inmóvil Brahman sin atributos, y el resto -el conjunto de los seres condicionados- es ilusión y falsedad. Ahora responded: ¿quiénes sois vosotros, que afirmáis esto, Brahman o un ser condicionado? pues si sois un ser condicionado (y otra cosa lealmente no podéis decir), sois ilusión y falsedad y, por consiguiente, con mayor razón, ilusorio y falso será todo lo que decís y asimismo vuestra propia afirmación, puesto que solamente Brahman es, y el resto es ilusión".”

Las críticas de Evola al Vedânta tienen total justificación Tradicional. Así, afirma el italiano:

     “Y es Brahman quien en los diversos seres se alegra y entristece y en los yoguis se apresta a darse a Sí mismo la propia "liberación". Tal es el punto de vista de los tantra (y, con ellos, de todo el inmanentismo occidental), el cual sin embargo no puede ser el del Vedânta, precisamente porque para el Vedânta el Absoluto como causa inmanente es ilusión y entre él y lo relativo y "manifestado" hay discontinuidad, salto radical.”

En la misma línea Evola transcribe unas líneas de un texto tántrico que reza así:   

     "¡Oh, señora del Kula! En Kuladharma (vía tántrica de la potencia) el disfrute deviene realización (yoga) perfecta, el mal se hace bien y el mundo mismo se convierte en el lugar de la liberación".

Estos dos últimos párrafos nos deben hacer recordar la fórmula del “solve et coagula” de la tradición alquímico-hermética: ´espiritualizar el cuerpo y corporizar el espíritu´. Se trata, en definitiva de la doctrina de la Trascendencia Inmanente (la Iluminación con respecto a lo Eterno e Incondicionado sucede en este mundo: la Trascendencia es despertada en el interior del Hombre). Posibilidad que no admite el Vedânta debido, repetimos, a su consideración de lo manifestado como mera ilusión (maya).

Vemos, pues, la legitimidad Tradicional de las críticas vertidas por Evola sobre estos textos ( el Vedânta) del hinduismo.

Críticas que continúan cuando el Tradicionalista romano escribe:

     (Según el Vedânta) “el pasaje a través de una jerarquía de estados hasta el no manifestado Brahman, que un ser particular puede realizar mediante el largo, áspero, austero proceso de autosuperación propio del Yoga, no es más que una especie de aceleración de algo que acaecerá naturalmente a todos los seres, es la "liberación actual" en lugar de la "liberación diferida", donde todo se reduce a una cuestión de... paciencia. De hecho, el punto de vista del Vedânta es que el mundo, procedente de estados no manifestados, vuelve a sumergirse en ellos al final de cierto período, y ello recurrentemente. Al final de tal período, todos los seres, bon gré mal gré, serán por tanto liberados, "restituidos". De donde una nueva negación: no sólo falta toda real y suprapersonal justificación para dicho desenvolvimiento, sino que la misma libertad es, según esto, negada: los seres, en última instancia, están fatalmente destinados a la "perfección"(…) Esta visión contrasta con muchas otras de la misma sabiduría hindú -especialmente del Budismo- en el cual, por el contrario, es muy vivo un sentido trágico de la existencia, el convencimiento de que si el hombre no se hace el salvador de sí mismo nadie podrá nunca salvarlo, de que solamente su voluntad puede sustraerlo al destino de la generación y de la corrupción (samsâra) en el cual, de otra forma, permanecería para la eternidad.”

Y para más reafirmar lo dicho, Evola vuelve a citar al Tantra:

      "Sin çakti (=potencia) la liberación es mera burla".

Y es que es imprescindible activar la çakti (a través de la Iniciación= vía activa, solar y viril) para llegar a una Liberación que por sí sola no se conseguirá, pues es falsa la premisa fatalista (que provoca pasividad=vía lunar y telúrica) de que el destino (tal como afirma el Vedânta) de lo manifestado sea el de volver, inexorablemente, a “reabsorverse” en el Principio Supremo.

No nos hemos de extrañar de la involución que -desde el punto de vista de la Tradición Primordial- han sufrido textos como los del Vedânta, pues esta misma involución también se puede apercibir –en épocas más tardías- en la sufrida en la interpretación de la esencia de la doctrina expuesta en los textos del budismo original –el canon escrito en pali-. Involución que derivó en los textos, p. ej., del budismo mahayana y, más aún, del budismo hinayana.

 

                                                                                                        EDUARD ALCÁNTARA