El
representante de la administración Bush en nuestro país sigue
haciendo de las suyas, inmiscuyéndose en asuntos argentinos económico-comerciales
y políticos propiamente dichos. En el gobierno K nadie le pone límites.
Earl A. Wayne llegó a Buenos Aires en noviembre de 2006 y dejó claro
que venía a reforzar las alianzas económicas y políticas con el
establishment empresario y las autoridades del gobierno. Lo haría
incluso corriendo el riesgo de que algunas de sus actividades pudieran
ser catalogadas como intromisión en los asuntos internos.
Desde entonces prácticamente cada semana estuvo reunido con alguno de
los ministros, que siempre les abrieron sus despachos y escucharon
atentamente cada una de sus propuestas. Alicia Kirchner y Ginés González
García fueron los únicos que no lo recibieron, salvo error u omisión
del archivo. Los demás miembros del gabinete, incluso aquellos que ya
no están -como Felisa Miceli- recibieron a Wayne en cuatro o cinco
oportunidades. Algunos más, como el canciller Jorge Taiana, cuyo récord
debe andar por las siete entrevistas con el diplomático: la última
vez fue en septiembre, para arreglar el viaje de la comitiva oficial a
Nueva York, donde Cristina de Kirchner disertaría en un almuerzo de
la monopolista Sociedad de las Américas.
En estos últimos días el representante de Estados Unidos centró su
atención en el área militar. El viernes 9/11 recibió en su
residencia de avenida del Libertador a medio centenar de oficiales de
las fuerzas armadas argentinas y agregados militares de otros países
amigos (de Wayne, claro). Celebró así el Día del Veterano de guerra
norteamericano. En su discurso puntualizó que 1,4 millón de
soldados estadounidenses están en servicio activo en distintas bases
y escenarios del mundo, defendiendo 'la causa de la libertad'
(sic).
Según Wayne, varios de los militares reunidos con él en la ocasión
'han servido con honor en combates como en Afganistán, Irak,
Filipinas, Kuwait, y Panamá. Muchos han sido desplegados en
operaciones de paz y operaciones humanitarias desde Haití hasta
Bosnia, de Indonesia y hasta América Central'. Semejante reivindicación
de la política de las cañoneras y de los bombardeos y ocupaciones de
países hubiera sido lógica escucharla en Fort Benning. Pero es
vergonzoso que oficiales argentinos y de otros países presten sus oídos
para esa monserga imperial en Buenos Aires, como si los argentinos no
supiéramos lo horrible que han sido las violaciones a los derechos
humanos y a la soberanía de esos países por parte de los marines,
'boinas verdes' y comandos enviados por Washington.
Para completar un mediodía para la vergüenza nacional, el
embajador condecoró a dos militares argentinos 'por sus esfuerzos en
profundizar la cooperación entre la Argentina y los Estados Unidos'.
Los premiados fueron el brigadier Rafael Márquez y el capitán de
navío Javier Valladares, que se desempeñaron como agregados
militares en el Norte. ¿Volvieron como admiradores del Pentágono?
Buscando 'tropa propia'
Estas condecoraciones son parte de la política estadounidense de
forjar nuevas relaciones castrenses aquí, donde saben que el
sentimiento adverso está muy empinado desde la colaboración de
Ronald Reagan con Londres durante la guerra de Malvinas.
Ya en mayo último en la embajada del barrio de Palermo se había
condecorado a otros tres militares argentinos actuantes en Washington.
Esa ceremonia fue un hecho político aún más grave que la de la
semana pasada pues contó con la presencia de toda la plana mayor
de las FFAA: Jefe del Estado Mayor Conjunto, Brigadier General
Chevalier; Jefe del Estado Mayor de la Armada, Almirante Godoy; Jefe
del Estado Mayor de la Fuerza Aérea, Brigadier General Costantino;
Sub-Jefe del Estado Mayor del Ejército, General de División Pozzi;
Sr. Director Nacional de Gendarmería, Comandante General Schenone;
Representante de Prefecto Nacional Naval, Prefecto General Debardesi.
Dios los cría y Wayne los junta.
En esos actos y el trabajo hombre a hombre, los hombres del
Departamento de Estado y el Pentágono amarran vínculos políticos y
personales con la alta oficialidad argentina. Con la tradición
pentagonista que hay, no les es difícil de lograr.
No sólo parecen haber tenido éxitos con esos oficiales premiados.
Por caso, lograron mantener a flote el estatuto de Argentina como
'aliado especial extra OTAN', que la mayoría de los observadores daba
por finiquitado con el gobierno de Néstor Kirchner. No fue así.
Tal convenio, suscripto en 1997 por William Clinton como premio a
Carlos Menem, sigue en pie. No importó ni siquiera el hecho de que
nuestro país tiene litoral al Atlántico Sur. Para la política de
dependencia no hay puntos cardinales ni geografías cambiadas que
valgan.
Otro caso. EEUU mantuvo a Argentina como miembro de la fuerza
militar de ocupación de Haití, la Minustah fletada en 2004 por
Naciones Unidas a pedido de George Bush. El balance positivo que
tiene la Casa Blanca de la presencia militar kirchnerista en Puerto Príncipe
fue expuesto por Wayne en agosto último, cuando lamentablemente fue
invitado de honor de Adepa. Expresó: 'hemos promovido juntos la
democracia; inclusive una misión de mantenimiento de la paz en Haití
en la que las fuerzas argentinas han desempeñado un papel importante
en la construcción de una democracia activa y la reconstrucción de
una economía. No podríamos haber logrado esto sin Argentina'.
Sobre este tema de la ocupación de Haití y otros, tales como el
incremento en el número de los 90 oficiales argentinos que ya hacen
cursos de 'perfeccionamiento' en EEUU, la posible venta de material de
guerra, etc, el embajador habló este martes 13 con Nilda Garré. La
ministra le abrió por enésima vez su despacho del piso 11 del
Edificio Libertador y hasta posiblemente le haya dado la primicia de
que ella seguiría en la cartera con Cristina de Kirchner.
Con estas maniobras envolventes y de infiltración, Wayne busca tener
'tropa propia'.
Contra Irán
Otro de los tópicos donde la embajada estadounidense en Buenos Aires
está jugando fuerte, como si fuera parte de su propia agenda, es el
referido a las relaciones entre Argentina e Irán.
Wayne ha estado en actos de la AMIA, ha manifestado su pleno apoyo
a la demanda judicial para la extradición de personalidades iraníes -dando
por hecho que fueron organizadores del atentado contra la mutual- y
fogoneado el mencionado viaje de Kirchner en septiembre último a la
62º Asamblea de la ONU, donde acusó públicamente a Irán de no
colaborar con la contaminada investigación de los tribunales de
Comodoro Py.
Ese diferendo es algo propio de los dos países, Argentina e Irán,
y no de cuatro, pues se han sumado -como si fueran parte- Israel y
Estados Unidos. Los dos últimos hicieron todo lo posible para que
la asamblea de la Interpol realizada en los primeros días del
corriente mes en Marruecos resolviera pedir la captura internacional
de aquellos iraníes.
Una vez que Interpol adoptó tal resolución, los diarios del 8/11
recogieron las declaraciones de Wayne, que según esos medios 'llevó
la voz cantante' de su país. El embajador emitió un comunicado de
prensa calificando esa resolución policial como 'una exitosa votación,
una importante acción y un paso crítico en los esfuerzos
internacionales de la lucha contra el terrorismo'. El comunicado
consignaba: 'apoyamos las acciones del sistema jurídico argentino
dirigidas a llevar a los ejecutores de este ataque a la Justicia y
aplaudimos los esfuerzos de las autoridades argentinas en apoyo de
dicho objetivo'.
¿Qué tenía que meterse el representante de Bush en una controversia
jurídica entre las autoridades argentinas e iraníes? Esta pregunta
se contesta sola: se mete porque está en su naturaleza, como diría
la fábula del escorpión que picó a la rana que estaba ayudándolo a
cruzar el río.
Washington vino promoviendo en el Consejo de Seguridad de la ONU las
dos primeras series de sanciones contra Teherán y está a la pesca de
la oportunidad de votar una tercera más drástica. Tales resoluciones
preparan el terreno para justificar una nueva guerra, la tercera en
esa zona en los últimos seis años. ¿En el gobierno K no hay nadie
que advierta lo obvio, de que la Casa Blanca, su embajador, el Pentágono
y el lobby israelita nos quieren utilizar para fundamentar un 'casus
belli' contra el territorio de los persas?
Kirchner le cortó las alas al embajador venezolano Roger Capella. A
Wayne, en cambio, lo deja volar y hacer nido donde quiera.