CUASIMODO

por el Prof. Pedro Godoy P.


Alegrías y solemnidades, banderas tricolores y vaticanas, la parroquia pueblerina hierve de jinetes, ciclistas, carretelas, carros de bomberos. Aparecen las palmeras y las flores así como altares en caserones, casas y chozas. Es el primer domingo después de Semana Santa y surge como torrente el compromiso de acompañar al sacerdote a los hogares de aquellos que por invalidez o enfermedad permanece sin comulgar.

El ceremonial de portar al Santísimo o al la Virgen María es privilegio de una devota cofradía. Los huasos de a caballo escoltan a monseñor. En los hogares -de cualquier condición- se abren las puertas para recibir el sacramento. La muchedumbre atruena con el grito "¡Viva Cristo Rey!" y la caravana de miles y miles -con sus blancos turnantes- avanza con gallardía y majestad.

La tradición nacida en aldeas de la Región Metropolitana hoy se extiende hasta Concepción. Es cierto, Colina y Talagante "la llevan", pero no es menos efectivo que el cuasimodismo es un fenómeno irradiante de fe y chilenidad.


(*) Centro de Estudios Chilenos CEDECH
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